A partir del 9 de noviembre comenzó la primera etapa del Censo Sindical impulsado por el gobierno de Santos, con el cual pretenden «pedir cifras de sus afiliados», según palabras del Ministro de trabajo, el exsindicalista Luis Eduardo Garzón. En entrevista del 5 de noviembre a El Espectador afirmó que «una cosa es tener libertad sindical y otra cosa es libertinaje», anunciando con ello la intención de continuar la persecución a las organizaciones obreras.
Con el Censo Sindical los capitalistas pretenden ilegalizar muchos de los sindicatos que han surgido en el último período, como respuesta a las terribles condiciones de superexplotación, principalmente por parte de los obreros tercerizados, y en rebeldía contra el compromiso abierto de las direcciones de las centrales sindicales con los explotadores y el gobierno. La proliferación de sindicatos obedece a la crisis del sindicalismo burgués y patronal.
En tal sentido, el Censo Sindical del Gobierno tiene el objetivo reaccionario de constreñir aún más la libertad de asociación y huelga, desatarles las manos a los capitalistas para que continúen los despidos masivos y quebrantar las organizaciones obreras, deshaciéndose por ahí derecho de los activistas y dirigentes que sí defienden los intereses de los trabajadores. Por eso debe ser denunciado y rechazado. Los dirigentes sindicales no deben prestarse para ese vil propósito, ni están obligados a cumplir con lo solicitado por el Ministerio.
El proletariado necesita un Censo Sindical para saber cuántos obreros están sindicalizados y en cuantas organizaciones, cuántos fueros y permisos existen, cuál es el estado de los recursos materiales del movimiento sindical, etc. En resumen, para saber el estado real de su propio movimiento, pues esto ayuda a organizar mejor las fuerzas y emprender las batallas con más certeza de éxito. Pero el actual censo del gobierno no sirve a ese propósito sino a los intereses de sus enemigos.
Por eso los dirigentes obreros que sí defienden y representan los intereses de sus hermanos, a la vez que rechazan el actual Censo Sindical del gobierno, se deben proponer organizar su propio censo, mientras persisten en la lucha por reestructurar sus organizaciones: reconstruyendo los sindicatos destruidos, reanimando los sindicatos inactivos, creando nuevos sindicatos donde no existan, sobre todo entre los obreros peor pagados y en peores condiciones de contrato y de trabajo.
Así mismo, deben hacer mayores esfuerzos por unir sus organizaciones en cada fábrica o empresa, y avanzar en la construcción de las federaciones regionales basadas en la independencia de clase, que culmine en la centralización de una nueva central sindical que sí represente y defienda sus intereses inmediatos, como parte de la lucha general de la clase obrera por su emancipación definitiva. Tal unidad debe construirse alrededor de lo correcto y forjarse por la base y al calor de la lucha, de manera que sirva para enfrentar la política antiobrera y antisindical del gobierno de la paz burguesa, dando privilegio a la movilización y la lucha directa por encima de la querella jurídica.
Conquistar la independencia de clase, significa actuar con independencia del Estado y separarse de la perjudicial política burguesa de colaboración con los patronos, promovida por los partidos reformistas y oportunistas seguidores de la paz de los ricos, y secundada por los jefes ejecutivos de las centrales sindicales, quienes actúan como agentes del enemigo de clase dentro del movimiento sindical.
Conquistar la independencia del movimiento sindical, significa desarrollar esta lucha como parte de la lucha general por abolir la explotación asalariada; solo así será posible hacer de los sindicatos organizaciones poderosas, activas y numerosas, capaces de defender de los intereses generales inmediatos de los trabajadores.