Con descaro, los jefes de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) le hacen propaganda en redes sociales a su miserable propuesta de «aumento» en la Comisión de Concertación Salarial, con el numeral «#MínimoQueAlcance». En «plata blanca» la propuesta del 12% de dichos jefes se traduce en miserables $93.000; es decir, ¡$3.100 diarios! lo que no alcanza ni para una libra de carne, ni para dos pasajes de transporte, solo por poner dos ejemplos.
En lo que sí tienen razón, es en calificar la propuesta de la burguesía de «incrementar» el salario mínimo en un 4% ($31.249 mensuales, miserables $1.041 diarios) como algo «mezquino». Calificativo usado correctamente con la clase social que vive a costa de parasitar el trabajo ajeno, pero que también se aplica, no solo a los jefes de la CUT, sino a los de las demás centrales sindicales que se aplastan en la mesa de concertación salarial a traficar con los intereses de toda la clase obrera.
A la hora de fijar el salario mínimo, los banqueros, industriales, comerciantes y terratenientes mezquinos y miserables, hacen ese tipo de propuestas porque para ellos es normal, es su sello de clase, es inherente a su supervivencia como clases sociales parásitas que viven a condición de superexplotar el trabajo ajeno, de rebajar los salarios, de intensificar el ritmo de trabajo, de prolongar la jornada laboral, de vivir del trabajo no pagado, el interés y la renta, a costillas de los asalariados.
Tampoco es de extrañar que los jefes de las centrales sindicales hagan ese tipo de propuestas muy favorables a los dueños del capital, pues desde siempre se han comportado como el patrón infiltrado dentro del movimiento obrero, empezando por la política de concertación y conciliación de clases que dirige a dichas organizaciones. Decir que miserables $93.000 es un «mínimo que alcance» es verdaderamente rastrero, es una traición al movimiento sindical y sirve para que una vez más se les caiga la careta de «defensores de los derechos de los trabajadores» que ellos mismos se han colocado.
Los jefes de las centrales actuales realmente representan a los capitalistas en el seno del movimiento obrero, son sus voceros o agentes; por ejemplo, el mismo mentiroso DANE, que maneja la estadística estatal, afirma que la canasta familiar básica está por encima de $1.500.000, y la propuesta de la CUT ni se acerca a dicho monto, por lo tanto, en la práctica están proponiendo «un mínimo que no alcanza».
Para que el salario mínimo alcance, no sirve el circo de la Comisión de Concertación Salarial y la farsa montada cada año para engañar a los trabajadores; el alza real del salario que sí alcance, se debe conseguir por medio de la lucha directa en las calles, con el paro nacional indefinido como mejor expresión ahora de la Huelga Política de Masas. Es decir, los sindicatos consecuentes con la lucha obrera se deben comprometer con la preparación de un gran movimiento que una a todos los asalariados y sus familias, que actúe con independencia del Estado, los patronos y los politiqueros de todo tipo para que sirva al propósito de paralizar masivamente la producción de las principales ramas económicas.
El movimiento sindical que se necesita para resistirle al capital, debe usar la huelga como forma de lucha y salir a las calles a imponer por medio de la fuerza el mínimo que cubra las necesidades de las familias obreras, para impedir su degradación física y espiritual, además, para mejorar las condiciones para luchar por destruir el Estado que soporta la explotación capitalista y para construir una nueva sociedad que satisfaga las necesidades de la mayoría de la sociedad trabajadora.