Jenny Marcela Tovar oriunda de Antioquia fue asesinada el 12 de abril en Mesitas del Colegio Cundinamarca, a donde llegó huyendo del que se convirtió en su peor pesadilla, su expareja. En las cámaras quedó grabada la sevicia con que el macho que se creía dueño de Jenny le propinó varias puñaladas. Su familia manifestó que el asesino había sido denunciado muchas veces ante la justicia, pero nunca hubo una respuesta satisfactoria para garantizar la seguridad de esta joven de 27 años de edad.
Karina Blanco una joven de 15 años fue violada y asesinada el martes 3 de mayo en Norte de Santander, luego tirada al río por un hombre que la asechaba, cuando iba al colegio. La comunidad enfurecida logró ubicar al agresor y lo asesinó a golpes.
En el primer trimestre de este año, han sido asesinadas 225 mujeres, 21 más que en el mismo período del 2021, eso sin contar los casos de acoso sexual, violación, maltrato físico, verbal y psicológico que viven miles de mujeres a diario en Colombia y en el mundo. Todos estos casos son una muestra de la putrefacción del sistema capitalista imperialista que agoniza, pero que lleva a su paso, hambre, miseria, explotación, destrucción de la naturaleza y como consecuencia de ello, la degradación física y moral del pueblo.
En particular con la situación de la mujer, la causa de la mayoría de feminicidios es la propiedad privada. En la sociedad capitalista que se sustenta en ella, precisamente para seguir manteniendo el privilegio de unos pocos a costa de la miseria de la mayoría, se refuerza todos los días la idea de que las mujeres son también un bien del que pueden disponer los hombres a su antojo, ya sea para explotar en las fábricas, ya sea como objeto sexual, ya sea para seguir reproduciendo y sosteniendo la familia, unidad económica de donde los capitalistas obtienen la fuerza de trabajo.
Y mientras siga existiendo esta condición material, siga existiendo la propiedad privada, los feminicidios continuarán, la situación de miseria y degradación moral del pueblo aumentará y con ello todas las aberraciones cometidas a los más débiles que se ven en las noticias todos los días.
Y en cuanto a la justicia, está hecha para castigar ágilmente a los que se rebelan contra la opresión y explotación, para los que atentan contra la propiedad privada de los ricos, para los que defienden la vida y la naturaleza, no para defender a las mujeres del pueblo y ni siquiera a las mujeres de las otras clases sociales; la impunidad campea en los casos de feminicidio, la revictimización por parte de la justicia a las agredidas es igual o peor que la de los victimarios. Por consiguiente, sembrar todas las esperanzas en reformar la justicia en favor de la mujer, sin tocar al Estado de los ricos y las relaciones de producción capitalistas es una quimera.
Por lo tanto, no queda otro camino que organizarse y luchar para exigir respeto por todas las hermanas de clase; organizar grupos de mujeres y hombres consientes de la realidad, en la que se eleve la conciencia sobre el papel de la mujer en la sociedad y de cómo enfrentar el machismo y la doble opresión y explotación, especialmente de las mujeres del pueblo trabajador. Organizarse para idear formas de protección, para exigir al Estado mejorar las condiciones económicas de la mujer, garantías para el cuidado de los hijos con comedores, casas cunas, guarderías que faciliten materialmente la independencia económica con respecto a los hombres.
Todo esto como parte de preparase para la lucha definitiva por acabar con el mayor opresor y responsable de todo lo que se sucede a las mujeres: el sistema capitalista; acabando con la propiedad privada sobre los medios de producción, estableciendo un Estado dirigido por los obreros y campesinos que de inmediato ejecute las siguientes medidas para empezar a garantizar la verdadera emancipación de las mujeres:
- Prohibir de inmediato toda forma de discriminación contra la mujer: en su participación en los órganos de poder, en el trabajo, en los salarios y en los demás ámbitos de la vida social.
- Socializar las tareas del hogar, creando por zonas de producción, guarderías, restaurantes y lavanderías comunales, en cuya atención se deben vincular por igual hombres y mujeres.
- Promover la socialización de la crianza. Ello además contrarresta tanto la tendencia opresora de los padres sobre los hijos por considerarlos de “su propiedad”, como la costumbre de inculcarles ideas tradicionales y contrarias al rumbo revolucionario de la sociedad.
- Atender con especial cuidado asuntos tales como el embarazo, que afectan a la mujer trabajadora, y otorgar, además de los derechos plenos a la atención médica y nutricional, permiso remunerado de ocho semanas antes y ocho después del parto.
- Las relaciones socialistas de producción garantizarán las condiciones materiales para la reproducción y crianza de los hijos, por lo cual el proletariado no necesita promover el aborto, pero sí favorece el derecho de la mujer a elegir, garantizándole si así lo desea el derecho a un aborto atendido adecuadamente, combatiendo al mismo tiempo todas las prácticas y técnicas para la esterilización forzada.
- Impulsar una gran actividad ideológica y política para educar a hombres y mujeres, extirpando su punto de vista burgués –expreso o encubierto-, sobre el “derecho” del hombre a dominar a la mujer. Comenzando por erradicar toda forma de maltrato físico, verbal y psicológico de los hombres sobre las mujeres.