La urgencia climática exige de la Revolución Socialista

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La urgencia climática exige de la Revolución Socialista

Tres acontecimientos ponen en alerta al mundo durante estos dos últimos meses: el primero es el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado el 25 de octubre; el segundo, la reunión del G20 que concluyó el pasado domingo en Italia; y tercero, la 26.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el «Cambio Climático» (COP26) a efectuarse del 1 al 12 de noviembre, en Escocia.

El último informe de la OMM pone el dedo en la llaga y les advierte a los pueblos del mundo sobre el riesgo de proporciones desastrosas debido a la alta concentración de los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera. Este informe señala que en 2020 la concentración de dióxido carbónico (CO2) fue de un 149 % superior a los niveles anteriores a la industrialización, alcanzando otro máximo histórico.

Las causas de este mal, que golpea de manera progresiva al planeta, están aferradas a la explotación, el uso y el consumo de los combustibles fósiles que intervienen de manera directa en la cadena que va desde las semillas, el cuidado de las siembras, el transporte, los cuidados en supermercados; además de que el sistema alimentario agroindustrial de las corporaciones asiáticas, norteamericanas y europeas tiene la base de sus negocios en los agrotóxicos que son derivados de los combustibles fósiles.

Si bien la información hace referencia a un descenso temporal en las nuevas emisiones por el impacto de la pandemia del COVID-19, también es cierto que estas no se hicieron perceptibles debido al impacto de los gases de efecto invernadero que ya estaban en la atmósfera; por el contrario, de manera gradual aumentan los gases de efecto invernadero registrados en la última década.

El resultado obtenido de los estudios es una alerta que obviamente discutirán en la Conferencia sobre el clima de la COP26, pero así como en la reunión del G20 en la que los acuerdos de los 20 países más ricos que concentran el 80% de la riqueza, fueron mínimos a pesar de la urgencia climática, en Glasgow no pasará de llamados y pronunciamientos, pero nada que garantice de inmediato medidas para impedir el aumento del calentamiento global.

Por el contrario, muchos de los países productores de combustibles fósiles del mundo planean ampliar la producción en los próximos años; además, quemarán mucho más combustibles fósiles en el 2030; 15 de esos países producirán en el 2030 aproximadamente un 110 % más de petróleo, carbón y gas, esto es más de lo que se necesitaría para limitar el calentamiento en 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales; es un 45 % más de lo que se necesitaría para lograr los 2 ºC. Los científicos han advertido que limitar el calentamiento a esos umbrales es fundamental para evitar las peores consecuencias de la crisis climática, pero los capitalistas ya confirmaron que les importa un bledo lo que suceda con el planeta, han dejado al desnudo su completa barbarie.

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Los países generadores de mayor contaminación son China, Estados Unidos, India y Rusia, pues emiten el 55 % del CO2 mundial; la devastación sobre la naturaleza se hace más progresiva en manos de los Gobiernos criminales de estos países imperialistas, que pagan miles de millones en publicidad para cambiar el verdadero nombre del problema llamándolo «cambio climático»; por ejemplo, según la Revista Forbes (22/04/2021) el expresidente de Estados Unidos, George W. Busch, implementó durante su mandato una estrategia de comunicaciones para «suavizar» el problema.

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Los obreros conscientes, algunos científicos y activistas ambientales no creen que las cumbres climáticas vayan a solucionar el problema; bien saben que los intereses del imperialismo asiático, europeo y norteamericano terminarán imponiéndose una vez más por encima de la vida, el cuidado y la protección del planeta.

Por ello, apremia que la inconformidad y la rebeldía levantada durante estos dos meses trasciendan en la organización del Partido de la clase obrera en Colombia y de la Internacional Comunista que dirija a las masas trabajadoras hacia la Revolución Socialista, impidiendo con ello que la ganancia deje de estar al mando y los Estados de obreros y campesinos de inmediato establezcan las medidas que recomiendan los científicos para disminuir el efecto invernadero, las cuales no son un problema implementar, pues el socialismo no se basa en la ganancia de unos pocos, sino en la cooperación y la satisfacción de las necesidades de los que producen.

Solo una sociedad socialista impedirá la destrucción del planeta, impedirá que la embriaguez de los capitalistas producida por la ganancia llegue al absurdo de destruir el hogar de 7.8 billones de personas y de los millones de especies vivas que habitan la tierra, no hay cumbre o acuerdo de los capitalistas que logre de verdad impedir el desastre climático, no hay término medio para los pueblos del mundo. ¡La revolución socialista, la única solución!

En apartes del texto El Papel Del Trabajo En La Transformación Del Mono En Hombre escrito por Federico Engels en1876 se enuncia de manera atinada «…El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo. Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras»

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