Atrás el genocidio contra los dirigentes ambientales

Prepararse para derribar el oprobioso sistema capitalista

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Policía antidisturbios en Colombia desaloja a las comunidades locales para abrir paso a la explotación minera

En días recientes los medios de comunicación a nivel mundial publicaron el informe de la organización no gubernamental Testigo Global (Global Witness) titulado Defender el Mañana: la crisis climática y amenazas contra defensores de la tierra y el medio ambiente. En Colombia, la prensa mandadera de los intereses de la clase opresora, no le quedó otra que hacer gala de su doble moral para dar cuenta de que Colombia encabeza la lista en asesinato a líderes ambientales, duplicando a México, que ocupa el segundo lugar. Según el informe en el 2019 fueron asesinados 64 defensores ambientales una cifra que aumentó en un 150% con respecto al 2018, en el 2020 asesinaron a 65, mientras que en México el mismo año fueron 30, una cifra escabrosa que muestra el carácter reaccionario y criminal del régimen, del Estado y de las clases dominantes.

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Si bien la Constitución Política de Colombia habla de la protección de la vida y de ser garante de derechos, esto en nada es cierto, así lo demuestra las prácticas cotidianas e históricas en cuerpo de las defensorías del pueblo que solo realizan alertas tempranas, las fiscalías que condenan al pueblo y no a los criminales, y las personerías que andan convertidas en las mandaderas de los gamonales politiqueros y los intereses de las multinacionales; la Constitución Política está hecha para defender a las clases parásitas que mueven sus hilos detrás del régimen paramilitar mafioso, que a su vez es el principal aliado de los megaproyectos extractivos, agroindustriales, minero energéticos del capitalismo imperialista en Colombia.

El mayor de los de delitos de los defensores ambientales es el de representar a los pueblos indígenas, afros, campesinos medios y pobres que quieren trabajar y producir para vivir en equilibrio con la naturaleza en digno respeto hacia ella, pero esta perspectiva de vida no es bien vista por los carteles del narcotráfico y sus bandas criminales, tampoco de las compañías nacionales y extranjeras; los pueblos indígenas campesinos y afros no encajan en los intereses del sistema capitalista mundial, que para poder mantenerse de pie, utilizan su forma de producción ideado para extraer las enormes ganancias en el menor tiempo posible, causando grave daño a los suelos, ríos humedales, manglares, bosques, páramos, selvas, mares, suelos y cuencas hidrográficas; uno de esos casos es el del macizo colombiano, llamado por los defensores ambientales “la cuna del agua del país” del cual se sabe que el noventa por ciento de su territorio será exterminado por la política minero energética, con perjuicio para toda la población especialmente de las ciudades pues se afectará los ríos del Magdalena, Cauca, Caquetá y Patía.

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A las comunidades indígenas, los afros, los pobres del campo, dirigentes ambientales, comunidades barriales, clase obrera, estudiantes y al pueblo en general no le queda otra salida distinta más que la de prepararse para tumbar al régimen organizar y preparar su propia forma de gobierno que frene la destrucción de la naturaleza y cese el derrame de sangre, situación que facilitará las condiciones para la revolución contra el sistema capitalista, el derrocamiento definitivo de las clases explotadoras y expoliadoras de la naturaleza, garantizando que la tierra por fin sea de la humanidad.

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