GENERALIZAR LOS COMITÉS DE PARO Y PREPARAR LOS ENCUENTROS OBRERO POPULARES

La crisis económica que sufre actualmente el país como parte de un fenómeno mundial de este sistema agónico, agudizó aún más la lucha de clases empujando a su vez un ascenso importante del movimiento de masas en este periodo. Ascenso que tiene ya en su mira un Paro Nacional para hacer retroceder todas las medidas antiobreras y antipopulares de las clases dominantes.

La jornada nacional del 24 de enero se planteó la tarea de seguir preparando el PARO NACIONAL con movilizaciones, reuniones y organización de actividades. Sin embargo, es necesario diferenciar que hay dos métodos y dos posiciones de clase para llevar a feliz término un movimiento así.

Por un lado, está el método que cifrar las esperanzas en los activistas ─lo que está muy bien─, pero en los hechos considera a las masas como participantes ocasionales e inconscientes de un movimiento así, que se mueve por la motivación que le genera una pequeña vanguardia de luchadores. De allí se deriva que lo más importante para esa posición es reunir al núcleo que prepara las acciones, a puerta cerrada, restringido, de tal manera que esto haga “más fácil” las cosas.

De otro lado, está el método de masas, practicado históricamente por las posiciones revolucionarias del movimiento obrero. Un método que se basa en que son las masas las hacedoras de la historia, que su movimiento de resistencia, está ligado a su movimiento por la emancipación del yugo de la explotación; que considera que en las masas, en su organización y movilización, está la solución a todos los problemas sociales que aquejan a los oprimidos y explotados.

Es una posición que pugna entonces por reunir y organizar a las masas en sindicatos, en asociaciones, en comités, en encuentros, en asambleas, para elevar su conciencia respecto a la razón de la lucha y las consignas que la representan; que educa, hace agitación y propaganda para lanzar a las masas contra el blanco enemigo. Una posición que se apoya en las masas en todo momento y que apela a su conciencia para garantizar el triunfo de las acciones de lucha.

Contra el poder centralizado de las clases dominantes, solo un movimiento de masas fuerte, conducido por un movimiento revolucionario consciente, que garantice la independencia de clase del movimiento, que sepa orientar los avances y retrocesos, que sepa encausar todas las formas de lucha, hacia el enfrentamiento del poder militar y burocrático nacional, representado en el Estado, puede llevar a los luchadores a la conquista de sus reivindicaciones inmediatas, defendiendo a su vez los intereses futuros de las fuerzas de la revolución.

Todos los luchadores que participen de las actividades preparatorias de un paro nacional indefinido, deben esforzarse por generalizar los comités de paro en todas partes y organizar los encuentros obreros populares que nombren las direcciones del paro y orienten en concreto las formas de lucha y la coordinación de acciones a nivel nacional.

Es de esperar que los oportunistas y reformistas, aliados con la política de Juan Manuel Santos y los diálogos de la paz, que las direcciones de las centrales obreras que ayudaron a reelegir al dictador de turno y estuvieron ausentes el 24 de enero, traten de imponer su fecha de paro como la que representa la decisión del pueblo, ante lo cual es correcta la posición de los activistas de las movilizaciones del 24 de enero, de mantener su independencia de las direcciones ejecutivas de las centrales sindicales y de los partidos politiqueros.

Es necesario que los activistas entiendan que luchar contra las medidas antiobreras y antipopulares de los gobiernos de turno, hace parte de un enfrentamiento sistemático de clases, donde las fuerzas del pueblo, chocan inevitablemente contra el poder de los explotadores. Porque toda la política de las clases dominantes obedece a sus intereses de clase, a la defensa de su sistema decadente y en agonía.

No es un problema principalmente de voluntad política y de participación política en el Estado. Los intereses de las clases sociales son antagónicos y no habrá decreto que sirva al pueblo y que no afecte la ganancia de los ricos; como no habrá partido político en la actualidad, por más popular y demócrata que sea, que detenga la putrefacción del Estado colombiano, al servicio directo de los capitalistas.

Vivimos en la época del monopolio, donde la reacción política es una característica y donde si el pueblo quiere democracia de verdad, debe ejercerla directamente mediante sus organizaciones preparando las batallas inmediatas contra sus enemigos, lo cual hace parte del entrenamiento para el ejercicio del poder en el futuro. Porque solo una revolución violenta que conquiste el poder político y destruya el Estado de los explotadores, para construir sobre sus ruinas un Estado de obreros y campesinos, sostenido con el ejercicio de la dictadura del Proletariado, garantizará el poder, la verdadera democracia, un Estado transparente, económico y simplificado, libertad y derechos sociales para la mayoría, oprimiendo a la escasa minoría que quiere seguir viviendo de la explotación.

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