¡Se necesita persistir en las vías de hecho!
Mediante una Consulta Popular, con una aplastante mayoría, los habitantes de la población de Cajamarca, en el departamento del Tolima, votaron en contra de la extracción del vil metal oro en su municipio. Ese recurso constitucional promete concertar con la población la continuidad del proyecto de explotación, el cual viene siendo adelantado desde hace 10 años por la empresa imperialista AngloGold Ashanti.
Esta actividad arrasadora ─locomotora del gobierno para aumentar la ganancia del capital─ está acabando con el agua de la cuenca alta del río Coello, donde existen 176 nacimientos de agua; pero eso no le importa a la burguesía avara y destructora de la naturaleza, opuesta a la conciencia ecologista de las masas de Cajamarca quienes con 6.165 votos dijeron por aplastante mayoría: ¡No a esta maquinaria de muerte y destrucción!
Inmediatamente conocidos los resultados del rechazo aplastantes de la comunidad al proyecto, los representantes capitalistas arguyeron que «El derecho constitucional de la propiedad del Estado sobre los recursos minerales no puede quedar supeditado al derecho de participación ciudadana» legitimando su derecho de arrasar con la naturaleza y superexplotar fuerza de trabajo en las minas como La Colosa, por encima del derecho al agua limpia y a la conservación de la naturaleza que exigen las comunidades.
La comunidad prefiere el líquido vital y la tranquilidad, que el vil metal y los cochinos billetes, los tóxicos y la descomposición social que trae la explotación minera capitalista. Y es contrario e ilógico a lo que piensa la burguesía, quien dice estar con el progreso social, permitiendo la entrada del dios dinero en los territorios y que con su personificación en la minería, deja en el ambiente el arsénico, mercurio, cadmio, plomo y bario, a cambio de unos cuantos puestos de trabajo mal pagos, oferta de materiales para la construcción que la población no puede comprar y las regalías que no ven los más necesitados producto de la putrefacción de todo el Estado. Esas dádivas jamás repararán, ni los desastres ambientales, ni las enfermedades causadas a las comunidades. ¿Acaso el resultado de la Consulta podrá concertar estos intereses antagónicos?
Causó gran alborozo en muchos activistas el resultado de las votaciones, pues enfrentaron la manipulación del gobierno y la empresa minera, pero la dictadura de clase de la minoría explotadora sobre la mayoría trabajadora, es la esencia de toda la democracia moderna. La voluntad del «constituyente primario» no cuenta, a no ser que le convenga a los intereses del capital.
El poder arrasador del capital solo puede enfrentarse con la lucha popular y la revolución, esa es una lección más para los habitantes del pequeño pero aguerrido municipio de Cajamarca. El peligro de la explotación de oro en la región, no lo alejará la Consulta rechazando la devastadora actividad de saqueo, ni la que se ha hecho en municipios cercanos a ésta y otras excavaciones. Eso lo ha enseñado por todo el mundo el enfrentamiento de las masas con las grandes empresas mineras y petroleras.
Ya el mismo gobierno anunció que la «Consulta minera en Cajamarca no tiene la capacidad de cambiar la ley», y es apenas normal, cuando el 28 de julio de 2013, a través de una Consulta Popular, sin precedentes hasta entonces, los ciudadanos del también vecino municipio de Piedras, Tolima, hicieron público su rechazo a las operaciones mineras de Anglogold Ashanti en su territorio… y de eso, el pronunciamiento fue: «Sólo el Gobierno Nacional, representado en el Ministerio de Minas y el Ministerio de Ambiente, tiene la competencia exclusiva para excluir del territorio municipal o departamental zonas para la actividad minera». Total, la explotación continuó hasta hoy con las mismas consecuencias de envenenamiento y miseria para las masas, mientras la registradora suena para la empresa imperialista y los desfalcados recursos de la nación, administrados por semejantes ratas que tienen poderosas cuevas en toda la institucionalidad del Estado capitalista.
El gobierno acepta la explotación de una empresa minera que no tiene licencia vigente actualmente, pero eso no es algo imposible de resolver ante el poder del dinero de la AngloGold Ashanti. El propietario del subsuelo es el Estado ─dice la ley burguesa─ y por tanto las consultas populares sobre la aceptación de la minería, deben favorecer los intereses capitalistas, por ello el resultado de la Consulta en Cajamarca no tiene validez para el ejecutivo. Y si esto es así ¿por qué siguen realizando estas ´consultas en los municipios? Sencillamente porque hay un acuerdo general de los capitalista en cumplir con las formalidades de la democracia burguesa para confundir y engañar a los oprimidos, ocultándoles su sometimiento real a la dictadura de los monopolios.
Esto enseña a las masas del carácter de clase del Estado y a quien representa el gobierno, elegido popularmente en la formalidad, pero en los hechos impuesto por los grandes capitalistas.
¡En la democracia burguesa el poder no lo ejerce el pueblo, sino el capital! Como demuestra la consulta en Cajamarca y el reciente Plebiscito para la Paz. La política del Estado no cambia aun cuando tenga en contra la opinión popular. El gobierno es la junta administradora de los negocios comunes de los capitalistas y dentro de estos están los mineros, por esto rechazó el resultado de la consulta en Cajamarca, agregando que 6100 personas no pueden cambiar la ley de minería. ¡El gobierno es una institución de bolsillo de los parásitos explotadores en la que no se puede creer, siendo necesario enfrentarla con la lucha directa y revolucionaria de las masas para hacer cumplir la decisión de la mayoría!
Es justo que las masas se opongan a la minería capitalista, sabiendo por experiencia propia que ni de esas arcas, ni del presupuesto del gobierno central, ni mucho menos de la burocracia regional, llegarán beneficios para los trabajadores y las masas, ni se respetará el equilibrio con la naturaleza.
Bajo la Dictadura del Proletariado, que propone como camino estratégico el Programa Para la Revolución Socialista en Colombia, el poder no estará en manos de unos cuantos parásitos que desde Bogotá impongan la sentencia a las masas de permitir a las buenas o a la fuerza que sus territorios sean saqueados y envenenados sus alrededores, porque el poder en un Estado de la clase obrera se ejerce por iniciativa directa de las masas y se protege con el poder de los fusiles, mediante el pueblo armado. Hoy bajo la dictadura de la burguesía el recurso de concertación con la comunidad es una formalidad, porque los proyectos devastadores y su rentabilidad se mantienen con las decisiones del poder Ejecutivo, con la seguridad privada y paramilitar, con los fusiles del ejército y la policía, y con los mutiladores y asesinos escuadrones del Esmad.
En pequeños municipios como Cajamarca, la Dictadura del Proletariado respetará el derecho al agua y a la salubridad de la población. Si la actividad minera fuera necesaria para favorecer la producción y el bienestar social general, que el oro no puede comprar, el Estado invertiría lo que fuera necesario para no envenenar el agua y el medio ambiente, para reforestar y trasladar los cultivos e incluso a la población misma que esté en peligro. Y esto es posible porque de por medio no está la rentabilidad de los negocios, sino el interés de elevar incesantemente el bienestar general de los trabajadores.
Hoy en los altos entes del Estado, lleno de corruptos y «exfuncionarios» de las grandes empresas capitalistas (muchos de ellos del sector minero), son los que tienen en sus manos la decisión de continuar con explotaciones como La Colosa. Ellos resuelven a puerta cerrada y en medio de sobornos, dónde se explotan las riquezas y firman la viabilidad de los negocios, de tal manera que las compensaciones a la comunidad, el respeto al medio ambiente y el pago del salario a los trabajadores no se interponga a la rentabilidad que rige las explotaciones mineras bajo este sistema.
El socialismo y el Estado de Dictadura del Proletariado pudo en el siglo pasado, por ejemplo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – URSS, en medio de la II Guerra Mundial, trasladar toda la industria de un país hacia el interior, para protegerla de los bombardeos fascistas; en el siglo XXI podrá hacer cosas mucho más asombrosas y en menor tiempo, por lo que resolver el problema de un municipio como Cajamarca será sencillo y efectivo. Este es el poder omnímodo del proletariado, hoy vilipendiado por los propagandistas y periodistas de la burguesía, pero que ridiculiza con creces el poder del capital que se presenta como omnipotente.
A los luchadores de Cajamarca les queda el mejor recurso de todos, que son las vías de hecho, tomadas esas sí como un mecanismo legítimo de la democracia popular. El ejemplo a seguir lo han dado las manifestaciones que ya se han realizado rechazando la explotación minera en el departamento, así como el enseñado por los valientes pueblos indígenas que se han enfrentado a las empresas imperialistas petroleras y mineras en otras zonas del país, obligándolas a suspender o impedir las explotaciones. Si el Estado no respeta el resultado de la consulta popular, éste se debe hacer valer con las vías de hecho y la lucha en las calles.