CONTRA LA MENTIRA Y ENGAÑO: DESPLAZADOS EN PIE DE LUCHA

CONTRA LA MENTIRA Y ENGAÑO: DESPLAZADOS EN PIE DE LUCHA 1

Cansados de las mentiras y el engaño sobre la restitución de sus tierras usurpadas y la reparación como víctimas de la guerra reaccionaria, alrededor de 400 desplazados se movilizaron el 25 de enero en Medellín. Hombres y mujeres, ancianos y niños marcharon desde el Parque de los Deseos hasta el centro de la ciudad.

Antes de iniciar la movilización, distribuidores de Revolución Obrera dieron a conocer la prensa y publicaciones a los luchadores, quienes se interesaron mucho en su contenido, especialmente por un artículo en el cual se relataba la situación de los campesinos bajo el capitalismo, teniendo muy buena acogida. Dentro del arsenal de los desplazados había pancartas, megáfonos y principalmente una actitud y disposición de lucha que atestiguaba su indignación, rebeldía y odio a este sistema opresor que los subyuga, los condena al hambre y los asesina. Odio justificado contra las clases dominantes causantes de la peor tragedia que han tenido que sufrir más de 7 millones de víctimas.

Las intervenciones de los dirigentes fueron muy beligerantes y radicales, denunciando la corrupción de la Unidad de Víctimas, el parasitismo de los jueces y funcionarios, además de frente le cerraron toda posibilidad a los politiqueros a quienes justamente consideraban enemigos del pueblo: ¡Uribe y Santos la misma mierda son, uno es paraco y el otro un matón!, coreaba la masa.

No más mentiras, no más engaños, era el sentir de aquellos hombres y mujeres; con los ánimos exaltados un desplazado denunció que en la Unidad de Víctimas se les estaba entregando como «ayuda humanitaria» 5, 10 y hasta 30 mil pesos para un lapso de 6 meses; que mientras los gobernantes hablan de paz, de reparación, de justicia, hasta el momento no han recibido indemnización alguna, ni reparación, ni tierras…

En efecto, las víctimas del conflicto solo han recibido promesas, engaños y represión cuando se atreven a reclamar lo que les pertenece. Tal es el papel del Estado que no le sirve a los pobre sino a los ricos, como señala con toda claridad el Programa para la revolución en Colombia: «El Estado en Colombia es de carácter burgués, está en manos de la burguesía, los terratenientes y sus socios imperialistas, como máquina de opresión y dominación al servicio exclusivo de sus intereses de clase, y como arma de explotación de las clases oprimidas. Es un Estado burgués terrateniente y proimperialista, que durante toda su existencia ha utilizado la violencia reaccionaria para defender los intereses de clase de una minoría explotadora, y ha ahogado en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras.» Dictadura burguesa para las víctimas del conflicto armado, toda vez que el Estado mismo y sus fuerzas armadas oficiales y paramilitares los despojaron violentamente de sus tierras, les asesinaron a sus familiares y aun lo sigue haciendo con los reclamantes y líderes.

Dictadura que además se manifiesta en la corrupción estatal que perjudica a las víctimas del conflicto y legaliza las tierras usurpadas a burgueses, terratenientes e imperialistas. Dictadura que brinda a los asesinos paramilitares todas las «garantías constitucionales» y por rebajas de penas, otorgadas por confesión de sus grandes crímenes, muchos han salido libres. Dictadura que en el campo ha implantado a sangre y fuego el capitalismo, acelerando la descomposición del campesinado mediante la violencia o arruinando a los productores directos, como denuncia el mencionado Programa en otro aparte: «Este proceso se ha efectuado de una manera acelerada, principalmente mediante la expropiación violenta de los productores independientes y la concentración de la tierra y del capital.» Proceso que solo tendrá fin con el triunfo de la revolución socialista, cuya fuerza principal la constituye la alianza de los obreros y campesinos.

Volviendo a los hechos de la marcha, después del recorrido por el centro de la ciudad… hacia el medió día y bajo un sol inclemente, se realizó la toma de la Iglesia o Catedral de la Veracruz; inicialmente ingresaron 90 desplazados, luego fueron llegando más hasta llegar a un número de más de 300.

Allí apareció el cura con un Coronel encargado del operativo policial, para el cual solicitó un aplauso porque eran buenos amigos. El cura se presentó como benefactor de los desplazados en la medida que Pastoral Social contribuye a atender dicha problemática. Con arrogancia, dijo él solo hablaría con 2 representantes, pero la mayoría de manifestantes exigía que fueran 5, finalmente el cura accedió y se fueron a un cuarto al fondo de la iglesia.

La mayoría de manifestantes no sabía lo de la toma y al pasar las horas se comenzaron a presentar los inconvenientes como la necesidad de comer porque muchos no habían desayunado siquiera; además, niños, mujeres y hombres con sed y ganas de orinar… el cura se limitó a decir que allí no había sanitarios, los representantes de los llamados de derechos humanos tampoco resolvieron el problema, los mismos dirigentes de los manifestantes propusieron que se eligiera a uno de ellos para verificar la salida y entrada de las personas, para atender esas necesidades, pero la policía que ya vigilaba las puertas no permitía la entrada, por lo cual hubo protestas, hasta que permitieron el ingreso. Posteriormente, y con el objetivo real de desgastar a los manifestantes, el coronel y el cura dieron la orden que nadie podía salir o ingresar.

En el transcurso de la tarde los representantes informaron que esperaban la llegada del Gobernador, el Alcalde o de Alan Jara (encargado de girar los dineros), pero esto se convirtió en otro distractivo; luego se escuchó que el cura y la policía exigían la salida de los manifestantes de la iglesia para seguir negociando, exigencia que no aceptaron.

Hacia las seis de la tarde el corresponsal de Revolución Obrera se retiró de la iglesia, sin que todavía se conociera una respuesta. Hacia la media noche los compañeros desplazados llegaron a un acuerdo con la administración, al menos para ser escuchados por el director de la Unidad Nacional de Víctimas, Alan Jara, el cual los ha ignorado, y que se tenga en cuenta su petición de que se reconozca otras víctimas y realmente sean atendidas. En resumen, paños de agua y más promesas por parte de los gobernantes.

El hecho de haber realizado la movilización y la toma, el hecho de hacer sentir su voz se puede considerar como el triunfo de una batalla, porque demuestra su arrojo, fuerza y valentía a pesar de ser tan oprimidos por las reaccionarias clases dominantes. Y sobre todo, que lograron dar a conocer una vez más ante la opinión pública su gran problemática, desprestigiando la institucionalidad y al gobierno de la falsa paz, lo cual reafirma una vez más que: ¡La paz de los ricos es guerra contra el pueblo!

Y corroborando el estado de ánimo de los deslazados en Medellín, el día de hoy 27 de enero, decenas de desplazados realizaron plantones en cercanías de las terminales de Transmilenio en Bogotá. Sin lugar a dudas, contra la mentira y el engaño, los desplazados se encuentran en pie de lucha.

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