«¡Viva la paz!» dicen los gobernantes colombianos, los representantes de los países imperialistas y de los grandes grupos monopolistas. Saben que ella legalizará el despojo, estimulará la inversión, hará crecer sus negocios, mantendrá su monopolio y aumentará las ganancias de todos los capitalistas nacionales y extranjeros, beneficiarios de la guerra que arrebató 10 millones de hectáreas de las mejores tierras a los pobres del campo.
«¡Viva la paz! …sin impunidad». Alegan hipócritamente los representantes de la mafia y el paramilitarismo, principales masacradores y despojadores, exigiendo cárcel y menos curules para los jefes guerrilleros de las Farc, pero reclamando en realidad no se toque su botín de la guerra contra el pueblo ni se castigue a sus protegidos.
«¡Viva la paz!» agita la alta burocracia estatal corrupta, mientras calcula ansiosa la jugosa mordida que le espera del presupuesto del postconflicto que abrirá multimillonarias contrataciones para darle un nuevo impulso al capitalismo en el campo.
«¡Viva la paz!» arengan los jefes guerrilleros, confiados en el cumplimiento del acuerdo que les da algunas migajas, mientras desarman la guerrillerada y le siembran esperanzas en promesas que ya están consagradas en la Constitución y son letra muerta; ocultan además que una parte de la tropa será sacrificada y la otra terminará abasteciendo la mano de obra barata necesaria en las llamadas Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social – Zidres.
«¡Viva la paz!» también gritan a coro los jefes de los partidos reformistas como la Unión Patriótica, Marcha Patriótica, Partido Comunista Colombiano, entre otros. Justificando su alegría y alborozo en la supuesta voluntad política de los dirigentes del país para la paz y la reconciliación. Pero lo que han recibido las bases e incluso algunos dirigentes de esos partidos ha sido la ¡paz!, ¡paz!, ¡paz!… de los fusiles y el sepulcro.
«¡Viva la paz!» dicen los jefes reformistas y de la falsa izquierda porque quien se oponga está con la derecha uribista, ocultando que esta paz de los ricos es guerra contra el pueblo, como atestiguan los hechos. Una patraña rastrera para desprestigiar a los revolucionarios, ocultar su traición al pueblo, su compadrazgo con el infame y asesino gobierno de Santos, y su respaldo al plan burgués imperialista.
«¡Viva la paz!» gritan esos falsos amigos del pueblo, a conciencia de que están afianzando la dictadura de los opresores sobre los oprimidos al defender el monopolio de las armas por parte del Estado; esa máquina de guerra que desde ya están aceitando aumentando los efectivos del Ejército y del ESMAD para asesinar a los combatientes de base que cayeron en la trampa y para aplastar la rebeldía popular. Actitud criminal de los falsos amigos del pueblo que busca desarmar ideológicamente a los trabajadores para que se resignen y no se levanten contra sus enemigos y el sistema oprobioso que defienden.
«¡Viva la paz!» vociferan los jefes vendeobreros de las centrales sindicales, destinando millonarios recursos a la campaña por el sí al Plebiscito, mientras se generaliza la tercerización, prosiguen los despidos masivos, la persecución sindical y ellos no mueven un dedo ni un recurso para la lucha de los trabajadores, en abierto compromiso con los patrones y el gobierno criminal que ayudaron a reelegir.
«¡Viva la Paz!» anuncian todos, llamando a votar sí o no en el Plebiscito, mientras las fuerzas militares y de policía son enviadas diariamente a sofocar a garrote, gases y bala toda manifestación, paro, huelga o bloqueo; y mientras sigue creciendo la lista de asesinatos selectivos, de dirigentes reclamantes de tierras, de opositores a los grandes proyectos agroindustriales y mineros, de denunciantes de las mafias y el crimen en las regiones… justamente, donde están los gigantescos proyectos saqueadores de los recursos naturales y explotadores de la tierra que solo dejan a su paso desolación miseria, hambre y muerte causantes de la creciente rebeldía popular.
¡A Luchar Por la Paz Para el Pueblo! también convoca el proletariado revolucionario que llama a la abstención en el Plebiscito rechazando la paz de los ricos, que invita a los combatientes de base de la guerrilla a no confiar en el Estado burgués, esa maquinaria opresora, asesina y superexplotadora, hecha para defender el interés de los capitalistas y no el de los desposeídos.
¡A Luchar Por la paz! pero no la de los ricos, sino la que vendrá después de ser destruido el viejo Estado de los explotadores que durante toda su existencia ha utilizado la violencia reaccionaria, militar y paramilitar para defender los intereses de clase de la minoría parásita, ahogando en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras, asesinando dirigentes obreros y campesinos, persiguiendo, encarcelando, matando o «despareciendo» a periodistas independientes e intelectuales que se oponen a sus planes; llegando al extremo de eliminar a sangre fría a cientos de jóvenes de las barriadas populares presentándolos como subversivos dados de baja en combate, crímenes de Estado eufemísticamente llamados «falsos positivos».
¡A Luchar Por la paz! llaman los comunistas, pero no por esa mentirosa paz de los sepulcros, sino la que vendrá después de ser enterrado este sistema basado en la propiedad privada y en la explotación del trabajo asalariado. Pero esa lucha exige ahora denunciar la paz de los ricos y mantener la más intransigente lucha contra el Estado representante de los explotadores, generalizando los combates y las huelgas políticas de masas hacia el Paro Nacional Indefinido, por las reivindicaciones inmediatas del pueblo trabajador que le permitan frenar la voracidad de los ricos holgazanes y acumular las fuerzas para desatar la guerra popular, camino inevitable para resolver los grandes problemas que aquejan a la sociedad colombiana. ¡El pueblo que de verdad quiere la paz, debe prepararse para la guerra!