Sin lugar a dudas, hacer un balance del Plan Colombia, lleva a distintas conclusiones, según el punto de vista de clase; es decir, mientras con bombos y platillos se publicita por los medios de comunicación burgueses, internacionales y locales, las intervenciones de Obama de que el Plan Colombia en sus 15 años ha sido todo un éxito, en realidad no es más que otra cara de la guerra contra los pobres del campo y los obreros. Dicho plan fue diseñado por el imperialismo norteamericano con el fin de proteger sus intereses económicos y sobre todo para asegurar su dominio político militar en la región, denominada como su patio trasero y donde Colombia es uno de sus puntales estratégicos.
Colombia tiene una independencia formal y jurídica pero en esencia es un país dominado, dependiente económica y políticamente lo que lo convierte en semicolonia, principalmente de Estados Unidos. De ahí que el Plan Colombia haga parte de la estrategia de dominación imperialista con el fin de garantizar la continuidad de la expoliación de las riquezas naturales y obtener la mayor cuota de ganancia posible a costa de la explotación de obreros y campesinos, pero en dicha relación de semicoloniaje las clases dominantes también se benefician por ser socias del imperialismo.
Es así que Pastrana como presidente (1998-2002) y defensor de los intereses de las clases explotadoras solicitó ayuda a su socio y amo imperialista yanqui, ya que finalizando la década de los 90 sentían que estaban perdiendo la guerra con las FARC, que ya habían incursionado en el negocio de la producción y comercio de la coca; Bill Clinton, presidente de Estados Unidos (1997-2001), fue quien ideó junto con el pentágono y la CIA el Plan Colombia, cuyo objetivo en palabras de estos, era desplegar una lucha antinarcóticos y contrainsurgente. Simultáneamente, Pastrana impulsaba un proceso de paz con la guerrilla de las FARC, reconociendo públicamente 15 años después que «lo del Caguán no era la paz con las guerrillas, sino el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y la recuperación del terreno perdido ante el avance sostenido y en progreso de éstas.»
Durante 15 años del Plan Colombia, el imperialismo norteamericano ha invertido 10.000 mil millones de dólares y el gobierno colombiano más de 60.000 millones de dólares; sin embargo, en vez de rebajar el área y producción de cultivos de Coca, estos por el contrario aumentaron en más de un 50% y las guerrillas no fueron derrotadas, por lo menos militarmente. ¿Por qué Obama hace un balance como exitoso del Plan Colombia?
Para el imperialismo y las clases explotadoras de Colombia ha sido exitoso: Estados Unidos como país imperialista, en su propósito de fortalecer su dominación económica, político y militar, tuvo avances al fortalecer el Estado colombiano como un puntal importante para su dominio en la región, fortaleciendo las fuerzas armadas con tecnología, asesoría, entrenamiento, aporte en aviones, helicópteros y lanchas, llegando en el gobierno de Uribe (2009) a la instalación de 7 bases militares gringas, dirigidas por el Comando Sur de Estados Unidos e instaladas en las bases militares o navales colombianas: Palanquero, Apiay, Malambo, Cartagena, Tolemaida, Larandia y Bahía Málaga.
Durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Santos (con el apoyo en inteligencia y bombas con tecnología GPS) dieron duros golpes a la guerrilla de las FARC, asesinando buena parte de sus dirigentes y cuadros medios, disminuyendo su capacidad política y militar. Cuestión que les brinda mejores condiciones de seguridad para la expoliación de los recursos y mayor inversión de capitales locales y extranjeros.
En cuanto a la meta de reducir la producción de coca a la mitad no se cumplió; por el contario, en los últimos años aumentó el área de cultivos y la cantidad de toneladas de coca producida, por lo cual Colombia sigue siendo el principal exportador de cocaína a los Estados Unidos, disputándose ese puesto con México.
Según lo anterior, cabría la pregunta: ¿Por qué no consideran dicho aumento en la producción de coca como un gran fracaso? porque sectores de las clases dominantes de Estados Unidos y Colombia hacen parte del negocio y de la guerra por la disputa de la ganancia que arroja la industria de los psicotrópicos.
Para el pueblo trabajador el balance no es nada bueno, ya que el Plan Colombia ha sido una guerra contra los de abajo con centenares de miles de asesinatos, desaparecidos, secuestrados y millones de desplazados. Donde en cifras se reconocen alrededor de 7 millones de víctimas y más de 10 millones de hectáreas expropiadas a los campesinos. Los diálogos de paz de La Habana buscan precisamente legalizar el despojo de los pobres del campo, y con la justicia transicional, buscan impunidad para los crímenes contra el pueblo cometidos, tanto por el Estado con sus fuerzas militares y paramilitares, como por las cúpulas de las guerrillas.
A pesar de la tragedia, el Plan Colombia sí tuvo algo positivo para el pueblo: la enseñanza de que el Estado y los imperialistas son sus enemigos a muerte; que los grupos, movimientos y partidos que dicen ser amigos del pueblo, impulsando y respaldando el actual proceso de paz, se han convertido en agentes del enemigo que engañan al pueblo.
Es basura demagógica prometer cambiar de «modelo», respetar y aplicar el «Estado Social de Derecho», exigir cumplimiento de las promesas burladas todo el tiempo por los diferentes gobiernos de turno incluido el de Santos, alabar y promover llamados y cantos generales a la libertad, a la democracia y a la paz. La paz no es posible mientras existan explotados y explotadores, entre ricos y pobres; así firmen un acuerdo en La Habana con la cúpula de la guerrillas, esa no será la paz para los pobres, esa será la paz de los ricos; por tanto, impulsar la conciliación de clases, es un engaño y un abrazo con los enemigos, que significa contribuir a fortalecer su Estado para seguir manteniendo el sistema de opresión y explotación.
No se debe respaldar la farsa de la paz, porque también hace parte de los planes de guerra del imperialismo (llamados Plan o Paz Colombia) y sus socios locales, siendo ellos los principales responsables de la tragedia más grande que se haya vivido en la historia de Colombia y eso no se puede olvidar; apoyar las negociaciones actuales significa fortalecer la causa de los grandes problemas del pueblo trabajador que es el sistema capitalista; porque el problema no es del «modelo neoliberal», como señalan los reformistas, ya que todo el atranque para que la sociedad colombiana no pueda avanzar, es el capitalismo; por ello la solución a la crisis permanente de la agricultura, el desempleo, el terrorismo de Estado, la mala calidad de los servicios públicos, no se logrará con unas cuantas reformas; lo que se necesita es acabar con el mal de raíz, lo cual exige acabar con el sistema de producción capitalista mediante una revolución socialista. Esa es la verdad que se debe explicar y difundir entre el pueblo trabajador: para obtener una verdadera paz que beneficie a los de abajo, es necesario derrocar el poder de burgueses, terratenientes e imperialistas, mediante el poder de las armas, mediante el poder de una gran guerra popular.