¿Dónde Está la Paz que Prometieron?

¿Dónde Está la Paz que Prometieron? 1

En la madrugada del domingo de ramos 14 de abril, fue asesinado Samuel David, un bebe de apenas 7 meses, hijo de Sandra Pushaina y Carlos Enrique González desmovilizados de las FARC, quienes resultaron heridos en el atentado.

Para el Estado, los medios de comunicación y los organismos interesados en promover la mentira de la paz social, el atentado contra esta familia es otro “número” que se suma a la larga lista que se viene presentando en el país contra los líderes sociales, excombatientes y el pueblo en general.

El asesinato de Samuel David causa una profunda indignación y hace verter lágrimas de impotencia. Los bebés no tienen por qué morir así, ¡maldita sea! ¿Hasta cuándo este martirio interminable de sangre y muerte? ¿Dónde está la paz que prometieron?

El pueblo quiere la paz y los comunistas también sueñan con una Colombia y un mundo donde impere la paz, pero alcanzar la paz de verdad no será posible mientras siga existiendo este sistema inhumano y feroz. Por eso durante todo este tiempo el proletariado revolucionario ha denunciado la continuidad de la guerra contra el pueblo; advirtió que la firma de la paz del gobierno con los jefes de las FARC significaba el comienzo de una nueva ola de asesinatos; que el desplazamiento de los pobres del campo continuaría, y que niños como Samuel David, ¡maldita sea!, nacerían en medio de esa guerra injusta y reaccionaria; lo dijeron entonces y lo reafirman ahora: ¡La paz de los ricos es guerra contra el pueblo!

El pueblo quiere y necesita vivir en paz, para que bebés como Samuel David no sigan siendo asesinados, pero mientras en Colombia existan los terratenientes y la burguesía, clases socias y lacayas del imperialismo, no se logrará la paz. Son ellos el principal obstáculo para lograrlo, ya que van a tratar de mantener su poder y sus ganancias a costa de lo que sea, así ha sido siempre. Los negocios del narcotráfico, de las grandes plantaciones de palma, de la extracción de oro… en los cuales están metidos los capitalistas y que sigue produciendo una renta extraordinaria, seguirán siendo el caldo de cultivo de todos los grupos armados legales e ilegales. La posibilidad de que los campesinos regresen a sus tierras y puedan desarrollar proyectos productivos se verá truncado en la medida en que no beneficie los negocios del cultivo de coca, palma africana, teca, caña de azúcar, minería, hidroeléctricas, etc., etc.

Que la vida truncada de los hijos del pueblo como Samuel David no quede impune. Que el dolor y la indignación causados por la muerte de este inocente sirva para desechar las ilusiones en la paz de los sepulcros y de estímulo para proseguir la lucha. La verdadera solución para acabar la guerra contra el pueblo es la Revolución que expropie completa y absolutamente a los explotadores. ¿Qué esperamos?

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