Llamaremos Teo al compañero campesino que estuvo en Bogotá durante las protestas agrarias de principios de septiembre, y cuya conversación reconstruye un corresponsal de Revolución Obrera que tuvo la oportunidad de hablar con este hombre venido desde las lejanías.
La guerra contra el campesinado colombiano continúa. Si durante la época del carnicero Álvaro Uribe se espesaron de sangre los ríos, bajo el gobierno de Santos los asesinatos se han hecho selectivos. Las grandes masacres con motosierra donde descuartizaban mujeres, hombres y niños dieron paso a los sicarios que matan principalmente dirigentes y líderes revolucionarios populares. Una matanza más precisa, dirigida y disimulada que pasó de 35 muertes en 2014 a 69 dirigentes populares en lo que va del año (sept. 2015). Santos agita con la mano izquierda la banderita roída de la paz para distraer, mientras con la mano derecha dispara balas asesinas.
La guerra no cesa, en medio de la negociación de paz, el ataque se recrudece contra el pueblo. Los planes son grandes, despellejar la selva encima del Catatumbo para romper a destajos la montaña con dinamita y extrae una veta de carbón más grande que El Cerrejón en la Guajira. Reventar el sur de Bolívar para extraer la formación La Luna, un yacimiento con el potencial petrolífero del Lago de Maracaibo de Venezuela; DESTRUIR HASTA EL NIDO DE LA PERRA para explotar los enormes recursos de oro, coltán, uranio, titanio, maderas finas y agua, etc., etc., etc., que yacen bajo los Llanos Orientales, Montes de María, Nudo de Paramillo, Macizo Colombiano. El 49% del territorio colombiano permanece prácticamente virgen y está en los planes para que los capitalistas sigan enriqueciéndose. Solo habiendo explotado apenas la mitad del país, los explotadores ya tienen un enorme poder económico y político, imagínese lo ricos que pueden llegar a ser si explotan lo que falta. Ellos se desvelan soñando con poner sus manos sobre esa riqueza.
Dígame Compañero Teo: ¿Usted cree que esta situación será distinta cambiando de presidente?
El compañero Teo responde dudoso:
Según los principios de ellos, sí.
Pues compañero campesino, ¿cree usted que aunque sacáramos a Gaitán de la tumba y lo resucitáramos en carne y hueso, además poniéndolo en la presidencia, esto cambiaria?
El compañero Teo se queda mirando atento, la duda crece en sus ojos y esta vez no responde.
¡Pues déjeme decirle a usted y a sus compañeros que ni poniendo a Jesús mismo en la presidencia de los capitalistas esto cambia! Porque con discursos revolucionarios en el Congreso, no se puede ocultar que esta institución está podrida como todo el Estado y sirve fielmente a los planes monopolizadores de los capitalistas. Otra cosa es sentarse en la silla del Ejecutivo. Es claro que si un representante del poder ejecutivo acepta las reglas del juego de los empresarios, se debe mantener marchando derechito porque solo así se le permite mantenerse en ese puesto gubernamental. El día que se trate que hacer algo a favor del pueblo y que afecte los intereses económicos de la clase dominante, o lo domestican o se deshacen de él. Mire lo que le pasó a Petro, que siendo de discurso revolucionario, con los nuevos contratos firmados en la Alcaldía, como por ejemplo el de la basura, no solucionó nada para los obreros y recicladores, pero muy seguramente que sí ganó dividendos políticos y personales. Para conservar la Alcaldía, Petro ha sido feroz enemigo de los luchadores y sindicalistas, que bajo su mandato son perseguidos, mientras los pillos deambulan aterrorizando los barrios. Este «Progresista» continuó con la política de ruina a los pequeños y medianos taxistas y buseteros de la capital; a los usuarios de Transmilenio les puso policías con pistolas de asalto en las estaciones y permitió que los aplastara todo el tiempo el Esmad, mientras les mantuvo el mal y caro servicio. A estudiantes, ambientalistas de la Conejera y los activistas del paro agrario de 2013 en la capital, les atendió con el Esmad y el ejército, mostrando que él puede dominar la rebelión popular con una férrea dictadura de los ricos.
Mientras la burguesía conserve su Estado burgués, no importa el presidente que llegue a administrar sus negocios comunes, éste debe ser un empleado más que rinde cuentas al capital.
El compañero Teo nos invitó a seguir en contacto y acompañar a su movimiento que está volviendo a programar la huelga a nivel nacional porque el gobierno no ha solucionado nada de sus problemas, al contrario, sigue siendo más miserable su vida en el campo.
Corresponsal de Bogotá.