Una de las principales cuestiones que como joven revolucionario llaman mi atención es la situación de las organizaciones revolucionarias y populares que entre las masas expresan el sentir de la juventud. Una juventud que por muchos se ve angustiada por su futuro, desencantada de “la política”, y con la necesidad de luchar no solo por sus compañeros y compañeras, si no por su familia y su clase. Aun no vemos una fuerza de la juventud que empuje a las masas hacia un camino de lucha independiente y prometedora.
Los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los desempleados… componen la gran mayoría de la población, y a pesar de que hace poco fuimos testigos y partícipes de una gran huelga política en el año 2021, la juventud parece más desorganizada que antes de dicha huelga, con menos ánimos y lo que es peor, en condiciones menos favorables.
El capitalismo sobrevive de exprimir la vitalidad de los cuerpos del proletariado joven con jornadas extensas y contratos paupérrimos; destruyendo la naturaleza, secando nuestros ríos y contaminando nuestro aire, compitiendo por recursos y mercados en todo el mundo, imponiendo guerras de rapiña y condenándonos a los peores sectores de la producción, que más les genera riqueza y que ponen en riesgo nuestra vida, como lo es la industria de los psicotrópicos en nuestro país.
Lo anterior, para nada quiere decir que sea culpa nuestra, de la clase obrera. Toda esta miseria es consecuencia de una crisis que los capitalistas descargan sobre toda la clase obrera, la descomposición del capitalismo, y su extensión y agudización en países oprimidos como Colombia. Dicha extensión es producto también de la derrota temporal de las ideas socialistas con la pérdida del poder en Rusia y China: grandiosas revoluciones proletarias en el mundo.
Como joven proletaria mlm soy consciente de que, las cosas cambian, la sociedad cambia y este oscuro momento en el que la sociedad atrapa a los jóvenes en la ignorancia, el desempleo y la guerra va a cambiar, tiene que cambiar, lo tenemos que cambiar. En ese sentido, esta situación negativa puede transformarse en positiva, ¡la tenemos que transformar!
Según un estudio realizado por la Universidad del Rosario en 2023, solo 4 de cada 10 jóvenes que terminan sus estudios escolares logran acceder a la educación superior. En 2023, la tasa de deserción escolar alcanzó los 400.000 estudiantes, y según datos del Ministerio de Educación, más del 18% de los estudiantes universitarios abandonaron sus estudios en 2021. Además, de acuerdo con la Radio Nacional, entre 2023 y marzo de 2024, más de 300 menores de edad fueron reclutados de manera forzada por grupos ilegales, siendo el departamento del Cauca el más afectado.
Y las condiciones no son mejores para los jóvenes que acceden a las universidades públicas, la desfinanciación afecta de forma directa la educación e impone la superexplotación de maestros y trabajadores mediante los contratos miserables. Un ejemplo son los docentes, que son mayoritariamente vinculados como hora cátedra, en cuanto al personal de seguridad, servicio generales, laboratoristas, secretarias, restaurante son contratados a través de tercerizadoras o sistemas de contratación temporal, lo que afecta la estabilidad económica de las familias.
Además, no existen condiciones que garanticen la permanencia de estudiantes que tienen mayores necesidades; no hay viviendas para estudiantes que provienen de otras partes del país para impedir su deserción. No hay jardines o guarderías públicas que garanticen el servicio gratuito durante las jornadas académicas que permitan continuar estudiando, especialmente a las mujeres ya que son en la mayoría de los casos las más afectadas. Lamentablemente para la juventud el estar estudiando no es garantía para mejores condiciones laborales pues, aún desde las instituciones de educación se fomenta la explotación de jóvenes a través de las prácticas laborales que en muchos casos no son pagas.
Para luchar contra estas condiciones materiales que determinan cómo vivimos y al servicio de quién, que profundiza las contradicciones en el seno del pueblo y que nos arrastra a la desesperación se están gestando propuestas que apuntan a construir verdadero poder Popular.
La Asamblea Nacional Popular Independiente del 13 y 14 de Julio, que se celebrará en la Universidad del Valle en Cali, representa para la juventud y el pueblo luchador la oportunidad de construir un programa de lucha para enfrentar a sus enemigos. Porque ya está demostrado que cuando la clase obrera se une y lucha confiando en sus compañeros revolucionarios, los de arriba tiemblan y se unen en rechazo a la lucha de los oprimidos. Y si la lucha del pueblo crece los ricos y su Estado se verán obligados a retroceder.
Para desenmascarar lo que verdaderamente son los politiqueros y parlanchines del Estado: administradores de los negocios comunes de burgueses e imperialistas; el camino más coherente para la clase obrera es la organización y lucha popular independiente, porque es la única forma de materializar sus intereses, sin importar que la lucha lleve desacatar la ley de este y cualquier Estado burgués, el pueblo justifica su lucha sin importarle quién esté arriba, porque los verdaderos amigos de la clase obrera luchan con independencia en las calles.
Esta asamblea y el futuro programa que salga de la misma, puede convertirse en un faro que dé claridad al pueblo, puede volver a activar los ánimos y consigo la huelga política, lo que nos obliga a estar más preparados para la lucha, de acuerdo con la justeza del mismo programa. Es decir, teniendo en cuenta las contradicciones de los enemigos del pueblo, depende de la misma clase obrera y sus amigos revolucionarios, lo exacto y oportuno que sea el camino que trace para conquistar los deseos más urgentes de la clase obrera.
Jóvenes revolucionarios, ánimo, a participar de la Asamblea Nacional Popular Independiente, encontrémonos en Cali, avanzar en nuestra organización sirviendo al pueblo de todo corazón, encontrémonos para preparar la lucha, hagamos posible nuestros más altos sueños: organicemos las fuerzas de la clase obrera para avanzar en la derrota, de una vez y por todas, de los ricos y todos los enemigos del pueblo.
