Según estadísticas del informe de Oxfam, Latinoamérica y el Caribe es la región más desigual del mundo, es 8 veces más desigual que Europa. En 2022, el 1 % más rico de América Latina y el Caribe (6,6 millones de personas) concentró casi 43,5 de cada 100 dólares de la riqueza total, mientras que el 50 % más pobre (334 millones de personas) apenas concentró 0,8 de cada 100 dólares. Es decir, el 1 % más rico de América Latina acumula casi 55 veces más riquezas que su mitad más pobre. De allí que, un obrero latinoamericano trabaja 90 años para ganar lo mismo que un multimillonario latino-caribeño en un solo día. ¡90 años para igualar un solo día de esos parásitos explotadores!
Todo esto demuestra, una vez más, que los trabajadores son quienes sostienen la sociedad con su trabajo, mientras que la burguesía y los terratenientes son clases parásitas que sobran en la sociedad; y que son los trabajadores del campo y la ciudad, quienes todo lo producen, los que deben dirigirla.
Desde el año 2000, la riqueza de los multimillonarios de Latinoamérica y el Caribe ha crecido en 381.642 millones de dólares, ¡un incremento del 368 %! ¡43,7 millones de dólares al día, 306 millones de dólares a la semana! Mientras tanto, las vidas de millones y millones de trabajadores se hunden en la miseria.
Dos burgueses mexicanos, Carlos Slim Helú y Germán Larrea, poseen económicamente lo equivalente a los mismos bienes de 334.000.000 de pobres latinoamericanos; las fortunas de estas dos sanguijuelas explotadoras han crecido un 70 % desde el inicio de la pandemia. Simultáneamente, los proletarios y los campesinos luchan por sobrevivir, revelando el parasitismo burgués y la incompatibilidad de la burguesía con el progreso de la sociedad, mostrando la caducidad de un sistema que se ha convertido en la causa de los peores sufrimientos de la humanidad. Es por ello que los revolucionarios gritamos: ¡El capitalismo imperialista merece ser sepultado ya!
En Latinoamérica y el Caribe, México concentra a los hombres más ricos de la región, y Brasil es el país con más multimillonarios (57 en total, que en conjunto suman 196.000 millones de dólares). En la región hay 98 multimillonarios cuya riqueza combinada es de 480.800.000.000 de dólares, equivalente al PIB de Chile y Ecuador juntos. Por su parte, en Colombia, para el año 2022, se calcula que el 1 % más rico concentró el 33 % de la riqueza, mientras que la mitad más pobre de la población solo conservó el 4 %.
Esta exorbitante e indignante riqueza demuestra que todos los Estados son meros administradores de los negocios comunes de la burguesía, asegurando no solo la superexplotación y la opresión, sino también que los impuestos sobre la renta personal de los más ricos de Latinoamérica sean los más bajos del mundo, reducidos a la mitad en las últimas cuatro décadas, ¡y, aun así, los eluden con facilidad!
Los sistemas tributarios latino-caribeños han cargado el peso de la recaudación sobre los hombros de los explotados y oprimidos, mientras los impuestos a las ganancias de los opresores y explotadores han caído. De allí que, la mitad más pobre entrega un 45 % de su pírrico salario en impuestos directos o indirectos; por cada dólar de ingreso, las personas del 50 % más pobre pagan alrededor de 45 centavos en impuestos, debido a que su consumo de bienes y servicios representa una parte importante de sus gastos. En tanto, el 1 % más rico no llega al 20 %, es decir, pagan menos de 20 centavos en impuestos por cada dólar de ingreso.
Todo esto ocurre porque la mutilada democracia burguesa, que es democracia para los ricos y dictadura para los pobres, garantiza a los de arriba un sinfín de privilegios y diferencias, mientras que a millones de los de abajo les impone vidas desdichadas. Estas cifras revelan el carácter burgués y antipopular del Estado capitalista, pues tanto este como sus Gobiernos son instituciones de clase, no al servicio de toda la sociedad, si no al de los capitalistas.
La recaudación ha crecido a costa de los pobres, la mitad de ella proviene de impuestos al consumo y constituye una rebaja directa y descarada de los salarios obreros, mientras los impuestos a las utilidades y ganancias de capital de las empresas han caído. El 1 % más rico de la región paga proporcionalmente menos impuestos que las personas del 50 % más pobre. El Estado burgués mete más la mano en el bolsillo de los pobres, mientras los ricos tienen enormes beneficios tributarios que les permiten pagar menos impuestos y acumular grandes fortunas; además, a la hora de invertir, el Estado burgués gasta el dinero público en los negocios de los ricos, como es el caso en Colombia con las EPS, Agro Ingreso Seguro, Ser Pilo Paga, Odebrecht, Reficar, Hidroituango…
En Latinoamérica y el Caribe, las tasas marginales del impuesto sobre la renta personal (el porcentaje de impuestos que una persona paga sobre su ingreso adicional, es decir, sobre cada dólar adicional ganado dentro de ciertos tramos de ingresos) son, en promedio, las más bajas del planeta. Estas tasas se han reducido prácticamente a la mitad desde la década de los ochenta, pasando del 50,9 % al 26,6 %. Sin embargo, elementos tan reaccionarios como María Fernanda Cabal insisten en que los pobres no pagan impuestos. ¡Sí lo hacen, y en una proporción mucho mayor que los burgueses y demás parásitos de esta región!
En 2015, en América Latina y el Caribe, 32 personas concentraban una cantidad de riqueza igual a la que poseía el 50 % más pobre de la región; para 2024, solo 2 personas poseen lo mismo que el 50 % más pobre. Es decir, los súper ricos han súperexplotado y oprimido tanto a las masas populares hasta hacer crecer su riqueza 6 veces más que lo que ha crecido la riqueza de los países que conforman la región. Paralelamente, desde 2015, los pobres se han incrementado en 20 millones de personas y para 2023, la pobreza alcanzó el 29,1 % (183 millones de personas) y la pobreza extrema, el 11,4 % (72 millones de personas).
¡El proletariado no puede seguir tolerando esta terrible desigualdad! Es hora de unirnos y luchar contra los explotadores y opresores. El descontento y la rabia debe convertirse en fuerza organizada, la unidad de la Clase Obrera se tiene que hacer sentir en las calles y las Asambleas Populares, el mejor instrumento que han concebido los explotados y oprimidos para hacer sentir su poder. Y en estas Asambleas Populares los revolucionarios tienen el deber de llevar las propuestas concretas y las orientaciones claras de lucha, independientes del Estado y los politiqueros de cualquier color.
Los revolucionarios sabemos y debemos convencer a la mayoría del pueblo de que no podemos seguir aguantando que los ricos holgazanes sigan disfrutando de más privilegios, no aceptamos más vidas desdichadas para quienes todo lo producen. Es hora de destruir esta vida basada en la explotación, es hora de derribar al capitalismo y de construir sobre sus ruinas una sociedad socialista.
Para ello, los comunistas revolucionarios en Colombia y en todo el mundo, debemos avanzar pronto con los congresos que den vida a los partidos comunistas revolucionarios, que verdaderamente se propongan empujar con audacia y decisión las tareas que acerquen el triunfo de la Revolución Proletaria Mundial.