VISITANDO PANAMÁ: PARAÍSO DE CORRUPCIÓN Y EJEMPLO DEL PROGRESO CAPITALISTA

Panama

Hace poco visité la capital del vecino país. Precisamente cuando por estos días se habla de la modernización del canal interoceánico, del paraíso fiscal que es Panamá y de los hechos de corrupción que envuelven a múltiples personalidades de la vida burguesa, desde deportistas hasta políticos que esconden parte de su riqueza allí.

Llamada la «pequeña Miami» o «Las Vegas suramericana», por lo ostentoso que hay en esta ciudad para las clases dominantes en cuanto a los lujos, las gigantescas y abundantes construcciones, los juegos de azar y la degradante vida nocturna, propia de las mega metrópolis imperialistas.

La vieja Panamá es un recuerdo, porque colosos de cemento blanqueados atraen todas las miradas; las nuevas calzadas le intentan robar espacio al mar; los altos edificios compiten por ser el primero que reciba los rayos del sol y la brisa del pacífico… pero todo esto no puede ocultar que hacerse más dependiente del imperialismo y desarrollar el capitalismo, no trae más que opresión y superexplotación para las masas laboriosas.

El Panamá de los pobres, el atrasado, permanece incólume mientras tanto, con mercancías que inundan locales pero que son de unos cuantos monopolios y que el pueblo no puede comprar por su miseria; con nuevos medios de transporte masivos como el Metro, que no revierten en progreso del pueblo, sino que ahondan su dependencia. Las nuevas construcciones residenciales que se levantan eh las afueras de Ciudad de Panamá, pretenden ser la compensación al crecimiento y desplazamiento de la población que emigra por la carestía de los lugares céntricos, hoy tomados por los parásitos con mucho dinero como el gorila candidato a la presidencia de EE.UU. Donald Trump.

Panamá abre las puertas al rey del capital, al capital financiero, a la corrupción del gran capital mundial, prostituido por sus clases dominantes y por el imperialismo, como un país paraíso fiscal, mientras la burguesía panameña deja en el mismo atraso al país, al pueblo sometido a más carencias, a los sueldos bajos, a los precios altos de la economía dolarizada, a los mismos suburbios carentes de servicios…

Un pueblo disputado por los opresores para aprovechar la ubicación estratégica de su territorio, con miras a la conquista y al control continental desde el siglo XVI, hoy ha sido convertido en un punto de atracción del gran capital internacional, que emigra dejando pocos o nulos beneficios y toda la putrefacción y consecuencias del desarrollo del sistema capitalista en la sociedad panameña.

Mientras que los Resorts abundan en las pocas playas paradisiacas, y los lujosos edificios son para los turistas que tengan dinero, para el pueblo panameño solo hay restricción de sus playas naturales, desplazamiento a las afueras y hacinamiento en los barrios obreros. Este es el progreso que trae la inversión capitalista masiva en dicho país y en particular en Ciudad de Panamá, su capital.

Solo unos parásitos explotadores, políticos burgueses, mercaderes, capitalistas y hasta deportistas ricos solo llegan a dormir unas cuantas noches del año en lujosas edificaciones que están a su nombre, para supervisar su capital manejado por los bufetes de abogados que tratan de ocultarlo de los impuestos y mantenerlo en el anonimato.

La burguesía panameña tiene clara su postura de clase: atraer todo el capital internacional posible para enriquecerse de la venta del país y la corrupción de sus gobiernos, haciendo con esto más oprimido y miserable al pueblo panameño.

La burguesía panameña muestra su carácter reaccionario y antinacional al abrir las puertas al asaltante de la riqueza natural y de la ubicación geográfica estratégica del país, para dejar al pueblo más sometido y empobrecido, soportando además las consecuencias de la privatización, de los precios altos y de la anarquía que trae consigo el sistema capitalista.

El canal de Panamá es presentado como un logro de la soberanía del país y un disimulo a la traición de las clases dominantes al pueblo, luego de que los imperialistas gringos soltaran su administración ya pasados 100 años de la apertura del mismo. En realidad este manejo «independiente» no es más que algo formal y jurídico, porque la deuda que tiene el país con el imperialismo es impagable, a tal punto que solo el retraso de la ampliación del canal tuvo un costo adicional de un millón de dólares diarios.

El encadenamiento a las clases dominantes está más fuerte que nunca. Proclamar la independencia del pueblo panameño necesitaría de la expropiación del gran capital nacional y extranjero, de la socialización de todos los medios de producción y de la construcción de la economía socialista que de verdad garantice la independencia de este pueblo luchador, y para ello se necesita de la dirección de la clase obrera.

Panamá clama la liberación de un centenario pueblo oprimido y el gobierno de la clase obrera, y para ello el único camino es la revolución proletaria. El sometimiento al gran capital y las reformas de un sistema en agonía no son la solución. El paraíso es para los explotadores y las consecuencias son para el pueblo panameño, quien a medida que se desarrolla más este sistema de opresión y explotación, deja inevitablemente más miseria, superexplotación, desempleo y atraso.

Corresponsal de Revolución Obrera

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