Dos noticias han puesto la mira del mundo en Rumania: las multitudinarias protestas de los últimos días y las denuncias por corrupción, dos aspectos de una misma realidad que han ganado la atención mundial. Viendo con estupor e indignación la cantidad de casos de sobornos, prebendas, favores políticos, tramitomanía exagerada y desastres inconcebibles como el incendio que dejó un saldo de 40 heridos en la capital Bucarest, hecho ocurrido en una concurrida discoteca funcionando con permisos obtenidos a través de sobornos, en condiciones evidentemente insuficientes para albergar a tantas personas, y sin las medidas de seguridad obvias para ofrecer garantía a los visitantes. Tragedia que revivió lo sucedido en agosto de 2015, cuando el incendio de una discoteca en esta misma ciudad dejó como saldo 64 muertos y levantó una ola de protestas contra una clase política corrupta, que llevó a la dimisión del jefe del Gobierno, Víctor Ponta.
La corrupción carcome como un cáncer toda la estructura de la sociedad capitalista, pero fue un hecho el que rebosó la copa en Rumania: el 18 de enero, el Ministro de Justicia emitió un decreto de amnistía para los presos con libertad condicional y de los condenados a prisión hasta cinco años, a menos que se tratara de delitos graves. Así mismo, reducía a la mitad del tiempo la condena a los presos mayores de 60 años o que tuvieran hijos menores de 5. El pueblo rumano no tardó en ver que con ese decreto se estaba dando una amnistía a muchísimos casos de corrupción y por ende a darle vía libre para que continuaran con esa práctica bajo el amparo de la ley.
Con este detonante, Bucarest se convirtió en un mitin continuo de decenas de miles de personas volcadas en las calles. En menos de 15 días 13 grandes movilizaciones se llevaron a cabo en todo el país, agitando consignas que pedían, desde el retiro de la ley hasta la caída del gobierno, pues para nadie es un secreto que la podredumbre y corrupción son un mal que corroe todo el aparato estatal.
El gobierno de inmediato ordenó el retiro de la ley y pocos días después, su autor, el ministro de justicia presentó carta de renuncia al cargo. Pero la calma no llegó, el pueblo enfurecido continúa en la calles exigiendo medidas reales para acabar con la corrupción que pervive en toda la estructura del Estado. El pueblo rumano ha obtenido una importante y aleccionadora victoria ya que con la movilización obligó a retroceder al gobierno, el cual hábilmente le echó toda el agua sucia al ministro a tal punto que el presidente rumano cínicamente se pronunció en favor de los manifestantes.
La corrupción es un producto natural de cualquier Estado bajo el capitalismo
Que en Rumania campea la corrupción y los sobornos, es una realidad; pero eso no es lo realmente importante de los hechos en ese país. No es cierto que los niveles de corrupción sean de un grado tan protuberante en comparación con la mayoría de países del resto del planeta. Siendo tan indignante lo que las masas sacaron a la luz en ese país, Rumania ocupa el puesto 57 en el ranking de corrupción entre 176 países. En ese mismo listado, Somalia ocupa el puesto 176 como el más corrupto, Colombia ocupa el 90, y el puesto 1 es compartido entre Dinamarca y Nueva Zelanda como los de menor corrupción. Es decir, Rumania con toda la podredumbre que hoy es noticia, no está siquiera dentro de los 100 más corruptos. Y este es un estudio hecho no por comunistas, sino por una ONG llamada Transparencia Internacional (TI) que se puede consultar en www.transparency.org.
Lo más importante de los hechos en Rumania es el ejemplo; al mostrar en la práctica que es la movilización directa el arma más poderosa que tiene el pueblo para enfrentar a sus enemigos. Cuando se está afrontando políticas de gobierno, de nada sirven las querellas, las demandas, las quejas, los alegatos en el parlamento. Para el caso colombiano, la reciente Reforma Tributaria es un buen ejemplo; ésta se impuso a pesar de los alegatos de los políticos, de las firmatones, de los derechos de petición, nada de eso atenta contra la estabilidad del gobierno, nada de eso pone a tambalear la “paz” y orden de los ricos. Una medida como la Reforma Tributaria, solo puede ser enfrentada con la movilización masiva como lo hicieron en Rumania y como lo han hecho en otros países. El pueblo rumano ha protagonizado un combate en la gran lucha contra la explotación y la opresión capitalista, y se ha apuntado una valiosa victoria; eso es lo que más importa de lo que ha sucedido en ese país.