LA CORRUPCIÓN ESTATAL Y LA LUCHA CONTRA EL CAPITALISMO

LA CORRUPCIÓN ESTATAL Y LA LUCHA CONTRA EL CAPITALISMO 1

Vivimos en la época de agonía del capitalismo, en la cual el Estado que sostiene la dominación de clase de los burgueses, terratenientes e imperialistas se descompone, junto con el sistema de la opresión imperialista y la explotación asalariada.

Ante esta verdad, que exige una revolución radical, una revolución dirigida por el proletariado, una revolución socialista… ¡Sí, de las del siglo XX!; ¡Sí, de las clásicas donde la clase obrera es la dirigente de la rebelión de todos los oprimidos!; de las blasfemadas como fracaso por todos los ideólogos de la burguesía, desde los que se muestran abiertamente de derecha, hasta los que se encubren de «izquierda». Solo una revolución de este tipo puede derrocar el poder político de los explotadores, destruir su Estado opresor y corrupto, erigiendo sobre sus ruinas un Estado transparente, eficiente y económico, de obreros y campesinos, que instaure la Dictadura del Proletariado sobre la minoría explotadora que se resiste a ser expropiada y sometida a trabajar sin explotar.

La corrupción bajo el capitalismo es apenas la punta del iceberg de la podredumbre general. Monopolios como Odebrecht, son capaces con su dinero de corromper y condicionar cualquier decisión de la burocracia estatal que está hecha para servirle, pues es concebida y designada para servir al poder de los modernos adoradores del becerro de oro.

Los monopolios que contratan con el Estado así como las entidades que hacen parte de este organismo represivo, con todos sus escándalos manifiestan la podredumbre general del sistema en agonía, que está sustentado sobre la opresión de la inmensa mayoría y la explotación de la clase obrera. Por consiguiente, no sirven las pretensiones e ilusiones pequeñoburguesas y oportunistas para resolver el problema.

Los políticos burgueses de la calaña de Claudia López, la misma del partido de los corruptos funcionarios como Peñalosa y Lucho Garzón, la que fue artífice del reaccionario código de policía actual, pretende encausar la rebeldía popular contra la corrupción del Estado para las elecciones del 2018. Pero no es solo esta señora, es toda una iniciativa que obedece a los intereses reformistas de la pequeña burguesía, que propone llevar a las urnas contra la corrupción a unos ocho millones de votantes y dizque transformar el Congreso, de una cloaca de parlanchines corruptos, en una entidad de verdadero control y justicia para el pueblo, con verdaderos representantes en el parlamento. Una ilusa pretensión que engaña a los luchadores, por cuanto infunde que la democracia formal y jurídica que otorga el capitalismo se puede hacer valer, por encima de la dominación de clase y el poder económico de los explotadores.

La verdadera solución a la corrupción creciente del capitalismo solo la puede ofrecer un programa revolucionario, como el que propone el Programa para la Revolución en Colombia de la Unión Obrera Comunista (mlm), que platea como primera tarea de la revolución la destrucción del Estado burgués: «Destruir con la violencia revolucionaria de las masas, el Estado opresor y explotador, destruirlo con todo su ejército –militar y paramilitar–, con toda su policía, con todo su aparato gubernamental de politiqueros y funcionarios, con todos sus jueces y carceleros, con todos sus curas, brujos y pastores.»

Acabar con el azote de la corrupción estatal que (según las cifras más autorizadas alcanza el 4% del PIB – alrededor de 20 Billones de pesos al año), cuesta lo que vale alimentar a 20 millones de niños todos los días, transportar gratis a 15 millones de ciudadanos en el sistema de transporte público o darle estudio a 6 millones en una carrera universitaria, entre otras comparaciones ingeniosas que han hecho muchos activistas contra la corrupción, no se resuelve reformando las viejas y putrefactas instituciones de un sistema agónico, donde la corrupción corresponde a su rapaz naturaleza, cuya única ley es la ganancia, la acumulación y concentración del capital en cada vez más pocas manos, mientras proporciona hambre, miseria y superexplotación a los trabajadores productores de la riqueza social. La corrupción bajo el capitalismo no depende de la «voluntad política» de los dirigentes burgueses y sus monopolios, como comprueban las medidas del Estado proteccionista y todos los esfuerzos de los filántropos burgueses en el Siglo XX para demostrar que su sistema podía ofrecer a la sociedad occidental similares y mejores beneficios que los que otorgaba el socialismo en unas cuantas décadas en Europa Oriental.

Es una vana ilusión la aspiración de los activistas de www.8millonesdevotos.com que buscan reformar el Congreso; una ilusión que lleva además el veneno de embellecer la putrefacta máquina de dominación de los monopolios, dejando intacto el modo de producción que tiene a la sociedad al borde del colapso. Por consiguiente, no existe otra alternativa que destruir el sistema mediante la revolución, empezando por el aparato que garantiza su sobrevivencia y reproducción.

Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)

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