Tras la sombra malévola del «nuevo» presidente de los Estados Unidos se esconde un macabro plan de gobierno que ni el mismo Trump se atreve a defender en público; es el Proyecto 2025, compuesto por más de 900 páginas finamente diseñadas por un equipo de personas, en su mayoría exfuncionarios ultraconservadores del anterior gobierno Trump o miembros de su campaña electoral y encabezados por La Fundación Heritage, calificada por su director como «la institucionalización del trumpismo».
El Proyecto 2025 seleccionó una base de datos de cerca de 10.000 personas afines a Trump y de allí espera llenar las más de 4000 vacantes del «nuevo» presidente. Trump en campaña se afanaba siempre por esconder su relación con dicho Proyecto. La táctica de Trump de distanciarse en la campaña electoral del adefesio reaccionario llamado Proyecto 2025, fue un paso necesario para conquistar parte del electorado, pero el Presidente de la Fundación Heritage, Kevin Roberts, interpretó esta postura diciendo que «ninguno de nosotros en el Proyecto 2025 tenemos resentimientos por la declaración porque entendemos que Trump es el abanderado y que está tomando una decisión táctica política allí».
Pero la realidad es que el Proyecto 2025 y el plan de gobierno de Donald Trump son como dos gotas de agua, contempla el despido de miles de personas, la ampliación del poder central en el jefe de Estado, el desmantelamiento de dependencias relacionadas con el medio ambiente, el Departamento de Educación y un gran paquete de recortes federales.
La página de la BBC resume los cuatro objetivos principales del plan así: «restaurar la familia como pieza central de la vida estadounidense; desmantelar el Estado administrativo; defender la soberanía y las fronteras de la nación; y garantizar los derechos individuales otorgados por Dios para vivir libremente.».
Pretende darle control directo al presidente sobre gran parte del ejecutivo como el Departamento de Justicia, el FBI, y eliminar la mayoría de políticas de protección laboral de los empleados públicos; además sobre la migración darle continuidad a su plan anterior aumentando la financiación del muro entre Estados Unidos y México, aplicar la deportación masiva, derogar leyes que se han creado para su protección. En los Estados Unidos hay unos 13 millones de personas con residencia legal permanente y se calcula que había 11,3 millones de personas indocumentadas en 2022; y la cifra sigue en una curva ascendente enorme, debido precisamente a las políticas de los imperialistas de estrangular las economías de los países oprimidos y sobre explotar y asesinar por hambre o con guerras a millones de personas, con el frenesí de salvar el capitalismo de su crisis que lo llevará a la tumba de la historia.
Por ello son ríos humanos los que se ven caminando hacía el país del norte y no es extraño que las deportaciones sean parte de la política de todos los gobiernos en los Estados Unidos; Trump deportó cerca de 1,5 millones de personas durante su primer mandato, según un análisis del Migration Policy Institute, Biden ha expulsado a casi el mismo número y el presidente Obama expulsó cerca de 3 millones en su gobierno, según esta misma fuente. Trump planea escalar la expulsión a lo que llama una salida masiva sacando de la frontera no solo a los indocumentados sino junto con ellos a los familiares así hayan nacido en los Estados Unidos.
Trump y su Proyecto 2025 desprecian completamente la lucha por salvar el planeta de su destrucción, teniendo como propósito desmantelar el presupuesto para la investigación y desarrollo de energías renovables, en cambio sí, promover la exploración y extracción de petróleo y gas, llamando a que el nuevo gobierno «detenga la guerra contra el petróleo y el gas». Política que hay que dejar claro, no es solo de Trump, pues aunque Biden se haya mostrado amigo de las llamadas «energías limpias», Estados Unidos ya se ha convertido en el mayor productor mundial de petróleo y gas, bajo el mandato de Biden, gracias a un auge de la perforación en yacimientos como la cuenca del Pérmico, bajo Texas y Nuevo México.
El plan del nuevo gobierno será reducir mucho más la inversión en programas de energías limpias y oponerse a quienes han impulsado y creado programas que las promueven. Sin duda esta seguirá siendo otra de las batallas fuertes en los Estados Unidos bajo el gobierno pues a diferencia de Biden, que posa de amigo de salvar el planeta, Trump es un enemigo declarado por poner como primer interés la ganancia capitalista, y sus aires de gran monarca que quiere, a como dé lugar, gobernar al mundo. Así titula El País de España uno de sus recientes análisis: ¡Trump elige al ejecutivo petrolero y negacionista climático Chris Wright como secretario de Energía de EE. UU!
Trump prometió acabar la guerra Rusia-Ucrania en menos de 24 horas, una promesa de campaña que ha creado una gran incertidumbre sobre si es solo un panfleto publicitario de campaña o en realidad existe un plan bien diseñado y sobre todo, un preacuerdo con Putin a quien Trump le ha expresado admiración personal, lo que no es nada extraño ya que su sueño es ser para los Estados Unidos lo que Putin es para Rusia: el gran dictador. Mientras Biden, pacifista en el discurso, guerrerista en sus acciones, continúa enviando armas para alimentar la guerra contra Rusia; no sería extraño que Trump esté viendo un panorama algo diferente donde China cobre mucha importancia siendo el principal competidor en la actualidad a nivel económico para los Estados Unidos y en ese escenario, sea conveniente un acercamiento con Rusia para socavar la alianza Ruso-China en contra de EEUU. Llegar a un acuerdo entre Trump y Putin, podría dejar un rédito importante para los planes de los Estados Unidos, donde el botín sería parte del territorio ucraniano para los rusos. Y como siempre en estas guerras, el pueblo es quien ha puesto los muertos.
Caso distinto seguramente será en Palestina, donde Trump siempre ha sido un enemigo a muerte de esta causa, recordemos que durante su primer mandato trasladó la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, una ciudad en disputa entre israelíes y palestinos, dando con ello un espaldarazo a su perro de presa: Israel. Tampoco ha estado de acuerdo con un Estado palestino y para la política yanqui, fortalecer a Israel hace parte de su estrategia contra los demás países imperialistas. En ese camino, Trump eligió Secretario de Estado al senador republicano Marco Rubio, firme partidario de Israel, quien ha declarado públicamente que no pediría un alto al fuego en Gaza y que Israel debía destruir todos los elementos de Hamás, refiriéndose al pueblo palestino como: «Esta gente son animales viciosos».
Lo que vendrá con Trump como presidente no tiene nada de bueno para los pueblos del mundo ni para el planeta, solo es un cambio de rostro del mismo criminal y asesino capitalismo imperialista.