El pasado 11 de abril, fue atacada una planta nuclear iraní ubicada en la ciudad de Natanz. Desde Teherán, se culpa a Israel como responsable directo del atentado, y aunque el gobierno de ese país no lo confirma ni desmiente, el hecho es que junto con los Estados Unidos, son los mayores beneficiados con la acción.
La carrera nuclear entre las potencias imperialistas no se detiene, y no lo hará pues lo que está en juego es el poder económico, político y militar sobre los países oprimidos y sobre los pueblos del mundo; y ese botín no se pone en riesgo bajo ninguna circunstancia para los colosos reaccionarios; donde la utilización del armamento nuclear en lo inmediato es disuasivo; pero es una posibilidad muy cercana, que un arma de uso inmediato en manos de la burguesía asesina, desencadene una guerra de grandes proporciones.
Ingresar en la carrera nuclear ha sido muy apetecida por el gobierno de Irán, pero entrar en el círculo de países con derecho a tener armamento de esa característica no es algo que pueda obtener fácilmente, sobre todo porque mantiene contradicciones muy agudas con los Estados Unidos y sus aliados, mientras se cubre con el apoyo de países como Rusia y China. Ese posicionamiento en su política se ha traducido en un enfrentamiento directo con el Estado sionista de Israel, conocido por su postura de perro de presa de los gringos en la región; y por ese motivo, los sionistas, son los primeros sospechosos de haber perpetrado el atentado a la planta nuclear iraní.
Y en esa maraña de contradicciones, el intento por frenar el desarrollo de armas nucleares en Irán, se ha traducido en una condena internacional filistea y de doble moral, pues mientras unos se abrogan el derecho de desarrollar armamento de destrucción masiva, a otros se les bloquea y condena por pretender hacer lo mismo. Unos y otros, son una total amenaza, no solo para sus gobiernos, sino para toda la humanidad, pues cualquier reaccionario que tenga en sus manos un arma de estas características, se sabe que lo que tiene es el poder de matar a millones de personas con solo oprimir un botón.
Particularmente a Irán le quieren impedir su carrera nuclear a través de un acuerdo firmado desde 2015 donde le levantaron varias sanciones económicas con el compromiso de detener sus plantas para mejoramiento de uranio a un nivel suficiente para desarrollar armas nucleares. Pero, ese acuerdo, como todos los que firman los imperialistas, son letra muerta, pues al final son acuerdos entre bandidos que nunca tienen intenciones de respetar, salvo temporal y parcialmente mientras buscan clavarle el puñal por la espalda a sus opositores. Nadie en ese estercolero de fuerzas asesinas quiere dejar de desarrollar armas nucleares, pues saben que hacerlo los coloca en desventaja frente a sus oponentes. Todos tienen untadas las manos de sangre obrera y campesina, no hay la más remota posibilidad de que por medio de sus acuerdos se lleve a cabo algún desarme.
Solo la lucha revolucionaria de las masas, solo la revolución proletaria que destruya el actual sistema capitalista puede echar a la basura para siempre el uso de las armas nucleares, pues como en todo el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el problema no es el desarrollo en sí, sino al servicio de qué y para quiénes su uso. Por eso, no hay nada en la sociedad que los reaccionarios no busquen usarlo para beneficiar a unos pocos y someter, explotar y oprimir a otros. Y no es una exageración, no es un cuento de comunistas; así lo hacen en todo el planeta con las vacunas, así lo hacen con la producción de alimentos, así lo hacen con la tecnología, y así lo harán mientras el poder esté en manos de unos pocos y la mayoría sea el pueblo dominado y explotado.
Se necesita con urgencia la revolución, y hoy se siente mucho más esa necesidad, pues es la única manera de salvar millones de vidas, que están siendo sacrificadas en esta pandemia imperialista, y salvar a la humanidad de las consecuencias catastróficas de una guerra nuclear.