Las masas se levantan contra el imperialismo y en solidaridad con Palestina

Las masas se levantan contra el imperialismo y en solidaridad con Palestina 1

Mientras los poderosos pretenden mantener al mundo encadenado bajo la explotación, el saqueo y la guerra, los pueblos del planeta responden con una oleada de rebeliones que traspasan fronteras. Desde las calles de Katman­dú hasta los puertos de Génova, desde las barriadas de Agadir hasta las aveni­das de París, los proletarios del mundo rechazan la miseria, la represión, el genocidio en Palestina, el imperialismo.

En medio de esta nueva oleada de luchas, Palestina se mantiene como un faro de resistencia. El genocidio sionis­ta en Gaza, que ya ha cobrado la vida de más de 65 000 personas, desata la solidaridad mundial. En Turquía, miles salieron a las calles convocados por el Comité de Acción Palestina, marchan­do hacia el consulado israelí en Estam­bul bajo las consignas «¡Palestina libre desde el río hasta el mar!» e «¡Israel asesino, colaborador de Estados Uni­dos!». Las protestas se multiplicaron también en Izmir y Ankara, donde las fuerzas represivas atacaron brutalmen­te a quienes denunciaban la complici­dad del gobierno turco con el régimen sionista.

El comunicado leído por Nihle Kalem en nombre del Comité denun­ció la hipocresía internacional: «Mien­tras el pueblo palestino lucha por su existencia, los estados colaboradores y las empresas globales siguen apoyando el genocidio. Continuaremos la lucha con el espíritu de la intifada hasta que Palestina sea libre de río a mar.»

Estas movilizaciones en apoyo a Palestina no son aisladas, sino que for­man parte de una cadena mundial de levantamientos que revelan el profun­do rechazo de las masas a la barbarie capitalista.

Así, en estos meses hemos sido tes­tigos del ascenso de la lucha de masas en todo el mundo, en Nepal por ejem­plo el malestar social no cayó del cielo, sino que llevaba años gestándose bajo el peso del desempleo juvenil, la des­igualdad y la corrupción. Según The News Minute, más del 22% de la juven­tud está desempleada, y miles migran cada año ante la falta de oportunidades.

El 4 de septiembre de 2025, el gobierno desató la furia popular al sus­pender 26 plataformas de redes socia­les, entre ellas Facebook, Instagram y WhatsApp, con el pretexto de «comba­tir la desinformación». En realidad, fue un intento de censura y control político en un país donde las redes se han con­vertido en herramienta de organiza­ción y resistencia, el golpe a la libertad de expresión encendió las calles.

La juventud nepalí, marcada por la precariedad y el desprecio de una élite corrupta —los llamados «nepo kids» que ostentan lujos obscenos—, res­pondió con fuerza. Lo que se vivió en Nepal fue una rebelión contra la mise­ria, la desigualdad y la represión.

También en Indonesia, decenas de miles salieron a las calles en más de 25 ciudades, según La Marx Inter­national, bajo el lema «¡Disuelvan el Parlamento!». Las movilizaciones, encabezadas por estudiantes y traba­jadores, denunciaron los privilegios de los parlamentarios y la corrupción gubernamental. La juventud indonesia, harta de ver cómo las riquezas del país son saqueadas por unos pocos, convir­tió la calle en su trinchera.

Otro botón de muestra del ascenso de masas en el mundo es Francia, el 1 de octubre de 2025 marcó una nueva jornada de combate. Bajo la consigna «Bloqueemos todo», una huelga gene­ral masiva paralizó el país contra un paquete de recortes sociales de 44 000 millones de euros. Más de 250 000 manifestantes bloquearon carreteras, aeropuertos, trenes y fábricas. Las fuer­zas policiales respondieron con gases y porras, pero el mensaje fue claro: la clase obrera francesa no está dispuesta a pagar la crisis del capital.

En Italia, la jornada de lucha fue his­tórica, más de dos millones de perso­nas participaron en más de cien ciuda­des. Los puertos de Génova, Livorno, Salerno y Trieste fueron bloqueados; los manifestantes ocuparon carrete­ras, estaciones y aeropuertos. En Pisa, incluso se invadió la pista del aero­puerto Galileo Galilei. La represión fue feroz, pero la determinación obrera fue aún más fuerte. En Turín, las movi­lizaciones señalaron directamente a la empresa armamentista Leonardo, cómplice de los crímenes israelíes.

El continente africano también es protagonista, en Marruecos la juventud desafía al régimen. El movimiento Gen Z 212, protagonizado por adolescentes y jóvenes trabajadores, tomó las calles denunciando la corrupción del gobier­no y el gasto multimillonario en estadios para la Copa del Mundo 2030, mientras los hospitales colapsan y la educación pública se hunde. «Primero la aten­ción médica, no queremos la Copa del Mundo» se ha convertido en su grito de guerra. Más de mil personas han sido detenidas, la mayoría menores de edad. Pero las calles siguen llenas y a pesar del asesinato de tres manifestantes por parte de la policía en Agadir la ola de furia popular y la rabia son más fuertes que el miedo.

Mientras tanto en Sudán, las masas continúan enfrentando gol­pes de Estado y dictaduras militares. Y en América la lucha también se sien­te, en Haití, el pueblo resiste la ocupa­ción militar y la miseria impuesta por el imperialismo. En Colombia, indígenas y campesinos defienden sus territorios frente a la violencia estatal y paramili­tar, mientras el gobierno busca prote­ger los intereses de las multinacionales extractivistas

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En Chile, estudiantes, trabajadores y comunidades mapuche retomaron las calles frente a la cares­tía de la vida, la represión policial y el incumplimiento de las promesas de una nueva Constitución popular. En Argen­tina, el pueblo enfrenta las políticas de ajuste y represión del gobierno ultrade­rechista de Milei, que busca descargar la crisis sobre los trabajadores y priva­tizar los recursos nacionales, encon­trando una firme respuesta en huelgas generales y marchas multitudinarias.

En Ecuador, los pueblos indígenas y sectores obreros se movilizaron con­tra las medidas neoliberales impuestas por el FMI, denunciando la entrega del país a los monopolios extractivistas. En México, crece el repudio popular ante la violencia del Estado y la militariza­ción del país, mientras organizacio­nes campesinas e indígenas reclaman soberanía territorial y justicia social.

Y en Estados Unidos, la juventud trabaja­dora y sectores sindicales protagonizan una nueva oleada de huelgas —desde la industria automotriz hasta el sector tecnológico— reclamando salarios dig­nos, derechos sindicales y el fin de la complicidad imperialista con el geno­cidio en Palestina. En cada rincón del continente, la lucha contra el capital y el imperialismo resurge como una sola voz.

A todo esto, se suman las multitu­dinarias manifestaciones en todo el mundo, en solidaridad con Palestina, contra la agresión a la Flotilla Global Sumud y exigiendo el cese del genocidio en Gaza. De Asia al Magreb, de América Latina a Europa, las luchas de hoy tienen un hilo común: la cri­sis del capitalismo mundial, la lucha y resistencia de los proletarios y pue­blos del mundo contra la represión y el saqueo imperialista y la solidaridad con Palestina.

Todo este escenario ratifica más que nunca la necesidad de la unidad y orga­nización de los proletarios y pueblos del mundo, organización que depende directamente de la conciencia revolu­cionaria y del avance en la unidad del Movimiento Comunista Internacional.

¡Proletarios y pueblos del mundo, uníos contra el imperialismo!

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