Disturbios del 16 de marzo: Francia en llamas

Disturbios del 16 de marzo: Francia en llamas 1

Publicado en La Cause du Peuple el 18 de marzo de 2023, traducido por Revolución Obrera.

El 16 de marzo, admitiendo que no tendrían con ellos la mayoría de los diputados, Macron y Borne deciden comprometer la responsabilidad del gobierno y aprobar la ley sin votación del parlamento (Artículo 49-3). El gobierno no toma ningún riesgo y acelera el ritmo de la adopción de un nuevo ataque contra nuestra clase. Las huelgas y los bloqueos se suceden desde la víspera: en los ejes viales, centros de producción de energía, depósitos de petróleo, puntos de recogida de basuras, etc. Cuando se anunció la utilización del 49-3, las reacciones fueron inmediatas y se hicieron llamamientos a manifestarse ante la Asamblea Nacional y las prefecturas de todo el país. Varios miles de personas desafiaron a la policía para marchar fuera de las rutas sindicales habituales.

En París, Marsella, Lyon, Toulouse, Nantes y Rennes, las manifestaciones adoptaron la forma de disturbios y se prendieron decenas de fuegos a lo largo de las rutas para desorganizar a la policía. En otras ciudades se produjeron manifestaciones salvajes, en las que se mezclaron jóvenes y no tan jóvenes. La combatividad es grande, con fuegos artificiales lanzados contra la policía en respuesta a los disparos de LBD que hieren regularmente a los manifestantes. En Nantes se lanzaron cócteles molotov. En todas partes, las agencias de trabajo temporal que rompen la huelga fueron blanco de ataques. También es el caso de las agencias inmobiliarias que roban dinero a los inquilinos todos los meses. En Rennes, también se rompió la fachada de una comisaría y se saquearon comercios. La represión se organizó inmediatamente: 310 personas fueron detenidas, 258 de ellas en París (cerca del 4% de la marcha).

En la capital, se organizó una concentración en la Concorde, con miles de trabajadores y varios centenares de jóvenes en movilización desde la Sorbona. A primera hora de la tarde, los manifestantes intentaron invadir los accesos a la plaza y las líneas policiales. Se levantaron barricadas y se encendieron hogueras en todas las calles para desafiar a la Gendarmería móvil y a la BRAVM (Brigada de represión de la acción violenta motorizada). Las calles se vaciaron y los enfrentamientos se acaloraron, con los manifestantes agarrando cualquier proyectil que encontraban a mano mientras los policías reprimían con gases lacrimógenos. Todo ocurrió a unos cien metros del Palacio de los Elíseos.

El jueves 16 de marzo se alcanzó un hito en la movilización, estas concentraciones espontáneas fueron más allá de la agenda sindical y alcanzaron al gobierno. La estrategia de “guerrilla parlamentaria” de la oposición demostró su total inutilidad frente a la combatividad de la calle. Al día siguiente, el Ministro del Interior convocó una reunión de urgencia con todos los prefectos para redefinir las modalidades de mantenimiento del orden tras los disturbios. Se prestó especial atención a Rennes, calificada de “bastión de la ultraizquierda”. El CRS 8, cuerpo de represión especializado en la violencia urbana, fue enviado allí ese mismo día.

Ante la debilidad del aparato sindical y la sectorización de la huelga que se puede renovar, las formas de acción se generalizan, sacando a los opositores de su casilla, rompiendo el aislamiento corporativista. El apoyo a la huelga de los basureros llegó de otros gremios y de las universidades. Los bloqueos más o menos espontáneos se transformaron también en puntos de organización e intercambio. Aquí las masas conservan mucho del movimiento de los Chalecos Amarillos que derrotó al gobierno hace cuatro años. La persistencia de la huelga y el carácter masivo de las manifestaciones en las ciudades pequeñas y medianas no son ajenas a ello. La única solución aquí es la renovación de las acciones de huelga y bloqueo, cada vez más combativas, hacia una verdadera dirección proletaria revolucionaria.

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