Tomado de Dazibao Rojo, jueves, 26 de marzo de 2020
Es bien sabido que en Filipinas se desarrolla una situación revolucionaria desde hace más de 50 años. Siendo este un país semicolonial y semifeudal, las condiciones de vida y trabajo de las masas populares se encuentran en la pauperización absoluta.
La historia de este país ha estado marcada por el colonialismo, primero español, luego estadounidense y por último japonés; las luchas de liberación nacional e independentistas han marcado la larga tradición democrática del pueblo filipino que sin embargo aún no logra romper con las cadenas de la opresión nacional por parte del imperialismo, principalmente yanqui.
El régimen instaurado tras la “formal independencia” de Filipinas, ha sido el de un estado servil, lacayuno ante las potencias imperialistas y la súper potencia hegemónica mundial de los Estados Unidos. Los diversos presidentes de la república no han sido más que gerentes en turno de ese modelo viejo, caduco y pestilente que descansa sobre la vida, el trabajo y la sangre de los trabajadores de la ciudad y el campo. Un gobierno de grandes burgueses, terratenientes y mercenarios, que han hecho de la represión y la guerra contra el pueblo un negocio que les permite sostenerse en el poder de su viejo y podrido estado reaccionario. Desde ese contexto, el 26 de diciembre de 1968 (justamente en el marco del natalicio del Presidente Mao Tse Tung) surge en la clandestinidad el Partido Comunista de Filipinas, y un año más tarde, el 26 de marzo de 1969 el Nuevo Ejército del Pueblo (NPA por sus siglas en inglés), posteriormente el 24 de abril de 1973 nace el Frente Democrático Nacional de Filipinas como organización democrática que aglutina a diversas expresiones revolucionarias de lucha de masas en el país.
Estos tres instrumentos: Partido Comunista, Ejército del Pueblo y Frente del Pueblo vienen empujando con firmeza el Programa de la Revolución de Nueva Democracia, que en los hechos representa, por un lado, el desarrollo de la revolución agraria contra el latifundio y el régimen de servidumbre, entregando tierra a los campesinos pobres y creando nuevas unidades de producción agrícola de carácter colectivista, y por otra parte el desarrollo de la revolución antiimperialista, expropiando la gran propiedad transnacional en territorios liberados y llamando a las masas populares a luchar en contra de la semicolonialidad, en defensa de la soberanía nacional y por la autodeterminación del pueblo filipino.
No obstante, pese a los ingentes avances alcanzados en medio de la guerra popular liderada por el Partido Comunista de Filipinas, desarrollada por el Nuevo Ejército del Pueblo y la lucha de masas sostenida por el Frente Democrático Nacional de Filipinas, los gobiernos reaccionarios en turno han tratado de desviar las municiones de la revolución con la treta desmovilizadora, reaccionaria y canallesca de los “acuerdos de paz”; justo como ha ocurrido en Colombia, donde el revisionismo armado de las FARC aceptó su firma a cambio de la cálida promesa de algunas curules, costando la vida de miles de excombatientes y dirigentes populares que día con día caen asesinados con las mismas balas reaccionarias de la democracia burguesa que les ofertó la paz.
En Filipinas, desde la puesta en libertad de José María Sison en 1986, pasando por la masacre de Mendiola, el viejo régimen apuesta a que el PCF firme estos “acuerdos”, mientras que bajo la mesa mantiene su política guerrerista de cerco y exterminio contra las bases de apoyo y el Nuevo Poder que despunta en las zonas militares y territorios liberados bajo control del pueblo en armas.
Este Nuevo Poder se basa principalmente en tres grandes tareas: 1.- dirigir y desarrollar la Guerra Popular Prolongada, 2.- movilizar y defender a las masas populares y 3.- promover la revolución nacional de carácter democrático y popular.
Actualmente el Nuevo Ejército del Pueblo está por cumplir 51 años de vida, en medio de dura brega revolucionaria; sus fuerzas se cuentan por miles y las zonas liberadas en decenas dentro de diversas provincias del país.
En el más alto espíritu del internacionalismo proletario, una tarea básica de las organizaciones democráticas y revolucionarias consiste en apoyar las guerras populares en curso en diversas partes del mundo, como Filipinas, India, Turquía y Perú, así como los movimientos populares y de liberación nacional que se lazan contra la opresión colonial y semicolonial. Esta nueva era es la de las revoluciones proletarias, en la perspectiva del socialismo, y en ella debemos unificar las luchas de liberación nacional de los pueblos dentro de la agenda de la Revolución Proletaria Mundial. El internacionalismo proletario debe ser vitamina que alimente la moral de la clase obrera y los pueblos en lucha, tanto en el mundo como en nuestro país.
¡Viva el 51 aniversario del Nuevo Ejército del Pueblo!
¡Viva el Partido Comunista de Filipinas!
¡Viva el internacionalismo proletario!
¡Proletarios y pueblos oprimidos del mundo, uníos!
Notas:
El pasado 13 de marzo el gobierno reaccionario de Duterte asesinó al camarada Julius Girón (Ka Nars), a su médico Lourdes Tan Torres y a su asistente. A sus 70 años el camarada Nars fue asesinado a sangre fría en una operación de aniquilamiento, que cobró su vida y la de los testigos alrededor. El camarada Nars se encontraba impedido físicamente por la vejez y la enfermedad, además se encontraba desarmado; aunque el gobierno de Filipinas asegure que “fue en medio de un enfrentamiento con la guerrilla que se oponía a su arresto”. Este crimen de guerra fue cometido por el ejército reaccionario del viejo estado. El camarada Girón fue un alto mando dentro del Partido y un consultor importante dentro del Frente Democrático Nacional de Filipinas.
El pasado 24 de marzo, el Comité Central del Partido Comunista de Filipinas, por recomendación del Frente Democrático Nacional de Filipinas, ha instruido a todos sus organismos y al Nuevo Ejército del Pueblo… “a observar un alto el fuego a nivel nacional que entrará en vigencia a partir de las 00:00 H del 26 de marzo de 2020 a 23: 59H del 15 de abril de 2020”… lo anterior atendiendo el llamado del Secretario General de la ONU que solicitó un alto al fuego a nivel internacional para concentrar esfuerzos en combatir la pandemia del coronavirus COVID-19. Este alto al fuego sugerido por el FDNF y aceptado por el PCF, ordenado hacia el NPA, es un acto “unilateral”, es decir, proviene solamente por parte de las fuerzas democráticas-revolucionarias, el gobierno reaccionario de Duterte no ha secundado este llamado y continúa sus acciones guerreristas, tanto en las zonas guerrilleras como en contra de la población civil. El gobierno de Duterte atiende de manera irresponsable la pandemia, no presta atención a las necesidades del pueblo y pone en riesgo la salud y la vida de las familias trabajadoras. Las bases de apoyo, las unidades del NPA y las milicias populares estarán actuando únicamente de manera defensiva en contra de cualquier ofensiva u acción hostil por parte de las fuerzas armadas oficialistas. Los esfuerzos del Partido Comunista, el Ejército del Pueblo y el Frente del Pueblo estarán concentrados en cuidar la organización, la salud y la vida del pueblo durante este periodo.