No hay lugar en el mundo para reformar lo malo del capitalismo; todo el sistema está podrido, ni la socialdemocracia y los gobiernos de la llamada «izquierda democrática» que han asumido el control del estado capitalista en muchas partes del mundo, se han escapado de la crisis económica mundial del capitalismo, ni de la descomposición del sistema y mucho menos de la putrefacción de los Estados.
Llegaron desde inicios del siglo XXI a ser administradores del Estado burgués con promesas utópicas de prosperidad y defensa del trabajo y los salarios, «reformas revolucionarias» al interior del poder político, para al tiempo terminar completamente postrados a los pies del capital, un instrumento más contra el pueblo venezolano, griego, argentino, ecuatoriano, boliviano y parece que también español.
En el caso de Venezuela, el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) fue impotente hasta de sostener siquiera dos años las reformas que al pueblo tomaron décadas de lucha encarnizada conseguir. Cercado por la burguesía, a la que respeta piadosamente e invita a militar en sus filas, minado en sus filas por comandantes aburguesados a través de los cuales el capital mantiene firme control sobre las fuerzas miliares, el PSUV ha sido impotente, y seguirá siendo no uno, sino el principal obstáculo para el avance de la lucha de clases en Venezuela.
En este país siguen firmemente atados a la propiedad burguesa y al imperialismo (ya no solo Estados Unidos sino también China y Rusia) los medios de producción de alimentos, la propiedad privada de las plantas productoras como La Polar y el derecho de uso del suelo, necesario para la producción agrícola. Los bancos, los medios de transporte terrestre, marítimo y aéreo, los derechos de explotación de los recursos naturales, etc., están en manos del gran capital.
Los logros del programa social chavista, no solo se estancan sino que se hacen ceniza en el ardiente costo de vida. La burguesía que hace 15 años se vio obligada a permitir algunas reformas sociales bajo el gobierno chavista para contener el empuje revolucionario de las masas, hoy parece gozosa de arrebatar al pueblo lo conquistado hace tan poco tiempo, paradójicamente bajo el gobierno del mismo Partido Socialista Unido de Venezuela.
El pueblo está convulsionado, incapaz de revelarse contra el Estado dirigido por el PSUV. Los hogares están divididos y se sufren tanta hambre como la de muchos años atrás.
Algunos «teóricos» reclaman el «regreso de Chávez», la resurrección de los muertos y su vida eterna. Otros reclaman la reestructuración del PSUV y la profundización de la revolución, ¿pero es esto posible? Es decir, ¿se puede convertir un partido reformista, antimarxista, que practica líneas y métodos anti proletarios en sus filas, en el partido vanguardia de la revolución? La respuesta es ¡NO!
Hace 2 años, durante los violentos disturbios de enero de 2014 y frente a una posible invasión de Venezuela por parte de los Estado Unidos, los revolucionarios de base del propio PSUV exigían en vano a Maduro no dejar desarmado al pueblo frente a las hordas de paramilitares y sicarios organizadas por el ala derecha de la burguesía. Pero el PSUV nunca dio este paso revolucionario porque entendía que el armamento general el pueblo sería usado por éste para defenderse de los ataques de la burguesía1, a la que la dirigencia de ese partido respeta como a su mamá y considera aliada del pueblo. El resultado es que en los últimos dos años, las milicias han sido disueltas ¡Un partido capado ideológicamente, nunca podrá engendrar una revolución proletaria!
El único camino para librar a la sociedad de la opresión y la explotación, de las crisis económicas recurrentes y cada vez más profundas de este sistema, de sus guerras mundiales de rapiña y de las crisis sociales que pasan como peste por todos los países, es suprimir el parásito imperialista e instaurar la Dictadura del Proletariado.
Son inútiles las reformas de la «izquierda democrática» para resolver el embrollo de la sociedad estrangulada por el capital financiero al mando de la economía mundial; es necesario cambiar el sistema económico social de base, con las fuerzas dadas por sus propias contradicciones: las fuerzas de la Revolución Proletaria Mundial.
El Chavismo no resolvió nada, la «izquierda democrática», en realidad derecha liberal reaccionaria, proimperialista europea y rusa-china no ha hecho nada. La revolución no puede hacerla la burguesía. Estamos en la época de la Revolución Proletaria Mundial y solo esta clase puede dirigir una verdadera revolución a la victoria.
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Ni pacto, ni conciliación – Completar la revolución – Declaración de Lucha de Clases, Corriente Marxista del PSUV, Escrito por Corriente Marxista del PSUV. ↩