En Birmania la represión no se detiene, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) de Birmania ya van más de 520 muertos, más de 2500 detenidos, la mayoría desaparecidos; miles de desplazados, muchas zonas bombardeadas, y la orden perentoria de responder con fuego de ametralladora en las manifestaciones. Este es el sangriento escenario que se vive en ese país del sudeste asiático desde el 1 de febrero cuando una junta militar tomó la decisión de dar un golpe de Estado, con la disculpa de un supuesto fraude electoral. Con la bandera de la paz en una mano y el fusil asesino en la otra, los militares han convertido a Birmania en un baño de sangre, destrucción y terror contra la población que en las calles clama por comida, trabajo, paz, democracia y justicia.
“Están matando a los ancianos, a los discapacitados, incluso a los menores de edad”, denuncia un joven birmano que logró subir a las redes un corto video. Imponer el mayor terror posible entre la población para que cesen las protestas, es la orden de la cúpula militar quienes no dan ninguna muestra de compasión con nadie; precisamente el último sábado de marzo fue especialmente dantesca la forma como el ejército celebró el “día de las fuerzas armadas”, una puesta en escena de parada militar fue la antesala para que los altos generales se dedicaran a celebrar su día, mientras en las calles se llevaba a cabo una de las jornadas más sangrientas contra la población, que dejó en ese solo día más de 150 muertos como respuesta a las manifestaciones.
La paz de los sepulcros es la única paz a que tiene derecho la población en este sistema basado en el poder del capital, sea con la careta democrática que tienen las “mayores democracias” o, sea con la abierta y descarada represión que imponen los militares en Birmania. La población birmana se debate entre seguir haciendo marchas pacíficas que terminan con sangre obrera y campesina, o alzarse en rebelión para doblegar por la fuerza de su lucha a los asesinos que tienen enfrente. En esa lucha entre esos dos caminos una buena parte, sobre todo de los jóvenes, han tomado la decisión de enfrentarse y luchar contra los asesinos militares; por ello han desbordado en iniciativas para hacer escudos de protección, armarse de bates y cualquier dispositivo que les pueda servir para enfrentar a las fuerzas represivas; en la mayoría de calles han armado barricadas con bultos de cemento, arena, o cualquier relleno que pueda amortiguar los ataques; las mujeres han aprovechado una creencia muy aferrada en sus culturas de que las faldas de la mujer no pueden tocarse por los hombres mientras estén desplegadas, pues eso constituye una especie de maldición; por eso se encuentran en muchas partes barricadas de faldas para proteger a los combatientes callejeros.
La posibilidad de que esa guerra reaccionaria se convierta en una guerra civil toma cuerpo, pues además del aumento de la combatividad revolucionaria de la población; allí hay una gran cantidad de grupos armados de diversas tendencias políticas, muchas basadas en creencias religiosas, grupos que se han enfrentado por más de 60 años, y que ahora se encuentran en un acuerdo de cese el fuego con los militares desde 2015. Un acuerdo que una decena de grupos con reconocida capacidad de acción, están considerando romper como respuesta a la acción asesina de los militares. Los jefes político-militares de la Unión Nacional Karen (KNU) y el Concejo de Restauración, dos de los más reconocidos, están llamando a unirse y retomar las acciones armadas contra la junta militar. Según el medio informativo https://radio.uchile.cl, “La KNU es especialmente virulenta contra la junta. Respondiendo al baño de sangre de las fuerzas de seguridad contra los opositores antigolpistas, la KNU se apoderó la semana pasada de una base militar en el estado de Karen, en el sureste del país, y mató a 10 soldados. En represalia el ejército llevó a cabo ataques aéreos contra los bastiones de la KNU, los primeros en dos décadas en esta región. “Muchos civiles murieron, entre ellos menores y estudiantes. Se destruyeron escuelas, casas y pueblos”, aseguró la KNU.
Estas dos formas de lucha directa, están cobrando fuerza, y por conocimiento directo, se sabe del enorme riesgo de acciones aisladas de grupos insurgentes, cuando no son parte de una guerra popular que organice militarmente a la población, ya que se vuelven una disculpa perfecta para que las fuerzas militares bombardeen y lleven a cabo masacres entre la población civil para mostrarlas como “golpes contundentes” contras las guerrillas.
Urge por tanto, que los comunistas tomen la iniciativa y puedan encabezar el desarrollo de una guerra popular; solo los verdaderos comunistas tienen un punto de vista acertado de una lucha armada donde la población no es un ente pasivo, sino totalmente activo en el desarrollo de una guerra, siendo una guerra popular, miles de veces menos costosa en vidas para la población en comparación con las acciones de esos grupos de guerrilleros errantes y divorciados de la organización política revolucionaria y de la acción armada de las masas.
La guerra cibernética también ha tomado fuerza, los militares han ordenado bloquear todo acceso por wifi para privar a la mayoría de la población del uso de la internet, solo el uso de red alámbrica está permitida, y es muy poca la gente que tiene acceso a ella; pero las masas han logrado burlar parcialmente esta acción de los reaccionarios, expertos en informática, jóvenes en su mayoría están dando la batalla por acceder a redes que no requieren la aprobación del gobierno, sino que usan directamente bandas de transmisión internacional; es una gran batalla, ya no solo por la calidad y rapidez de la información, sino por controlar el ciberespacio y derrotar a los reaccionarios en este terreno tan importante en los últimos años. (A propósito, recomendamos leer nuestro blog Interferencia Digital)
Por parte de los poderosos Estados imperialistas, la postura era la esperada; los imperialistas yanquis y una parte de los europeos condenaron el golpe militar acompañados de unas irrisorias y escuetas sanciones económicas, los chinos condenaron el golpe, y los rusos, se opusieron a cualquier bloqueo; todos, absolutamente todos, con los brazos cruzados ante la masacre y el terror desenfrenado de los militares.
Por tanto, el pueblo de Birmania no puede esperar soluciones afuera; hoy hay un golpe militar, antes hubo una caricatura de democracia pero siempre con los militares en el poder tras bambalinas. El pueblo debe aprovechar cualquiera de estas realidades para avanzar en el camino revolucionario, y sobre todo, los comunistas deben acelerar la formación del Partido Comunista Revolucionario, ese en el único camino acertado y efectivo para el pueblo de Birmania. De la comunidad internacional y sobre todos de los pueblos y de todos los revolucionarios, debe haber, una total condena a los militares y condena total también a los imperialistas, cómplices por omisión o por acción, de la carnicería que hoy tiñe de rojo a nuestro valeroso y aguerrido pueblo en el sudeste asiático.