Las intensas contradicciones inter-burguesas de los enemigos del pueblo, no niegan la unidad en su interés común fundamental de preservar y profundizar la explotación del pueblo colombiano, unidad en la defensa del Estado, institución suprema de su dictadura de clase, unidad en la tramoya de engolosinar al pueblo con la defensa de supuestos intereses nacionales comunes de todos los colombianos, para que se olvide de sus propios intereses y de la lucha de clases contra sus enemigos.
Las demandas de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya por el mar territorial y las decisiones de esa institución imperialista, han servido para que las reaccionarias clases dominantes de ambos países alimenten en sus pueblos los odios nacionales. En Colombia, estalló una alharaca nacionalista, animada por el grito de Santos «defenderemos la soberanía hasta la muerte», con el apoyo de Uribe «no se puede ceder un milímetro de la patria», y el abrazo de Clara López con los jefes de los partidos burgueses y de los gremios capitalistas en apoyo a la «defensa de la soberanía nacional». Una ola de patrioterismo burgués para dejar en segundo plano los gigantescos escándalos por corrupción, y sobre todo, para apartar al pueblo de la necesidad de preparar un Paro Nacional Indefinido.
Alharaca nacionalista de burgueses y terratenientes, las reaccionarias clases dominantes que a través de la historia han servido y compartido los beneficios de la dominación semicolonial económica y política del imperialismo sobre la sociedad colombiana.
Clases lacayas cuyo Estado y sus Gobiernos han entregado a los grandes grupos monopolistas de los países imperialistas, principalmente Estados Unidos, enormes extensiones de territorios para la explotación petrolera, minera, agrícola, pesquera…, incluyendo mares, ríos, represas, bosques, páramos y parques naturales; grandes empresas de servicios públicos regaladas a precio de feria como ocurrió con Isagen.
Clases cipayas que han hipotecado todo el país al capital financiero imperialista, encubriendo y participando de las billonarias ganancias surtidas por la corrupta contratación con grupos imperialistas en negocios como el Cargo por Confiabilidad en la rama de producción de energía eléctrica y la construcción de Reficar.
Clases pro-imperialistas que han sometido toda la sociedad al mandato de los países y monopolios imperialistas, aplicando a rajatabla sus órdenes de tercerización del trabajo, rebaja general de salarios, más impuestos y recortes a obligaciones sociales del Estado.
Clases reaccionarias que desde antaño han permitido dócilmente la abierta injerencia militar imperialista en contra de las luchas obreras como la Huelga de las Bananeras, en la sanguinaria represión a las guerrillas campesinas de Marquetalia, El Pato y Guayabero, en la guerra contrainsurgente en los años 60 y 70, en la guerra de la coca donde el Plan Colombia ha sido una forma abierta de ejercer el dominio económico, político y militar con beneplácito y beneficio de las clases lacayas cuyos jefes hoy derraman lágrimas de soberanía nacional, cuando han sido los mismos que ceden el servicio de las fuerzas militares a donde lo dispongan los amos imperialistas, los mismos que en el 2011 dieron vía libre al ejército de Estados Unidos para construir 7 bases militares en el país.
Los trabajadores no tienen ningún interés en común con sus enemigos. El nacionalismo y el patrioterismo son ideas y sentimientos burgueses que enfrentan a los pueblos y dividen a los proletarios. Los obreros no tienen patria porque sus enemigos, intereses de clase y objetivos socialistas y comunistas son los mismos sin importar el país donde hayan nacido o donde estén siendo explotados.