Un ejemplo de vida para luchar por la revolución socialista y desatar la poderosa fuerza de la mujer en la Ciencia
El 11 de febrero —en reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica y tecnológica—, se conmemora el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia. Aprovechamos el día como una oportunidad para hablar sobre la importancia del papel que la ciencia desempeñó en el país de los soviets y, por supuesto, sobre cómo el socialismo garantizó las condiciones para que la liberación de la mujer se expresara con potencia en la investigación científica.
Siempre hablamos de los logros que el socialismo, con la toma del poder por parte del proletariado y el campesinado, conquistó para la liberación de las mujeres tanto en Rusia como en China; siempre lo hacemos para demostrar porqué el proletariado en Colombia, y sus mujeres revolucionarias, debemos unirnos y trabajar juntos bajo la bandera de un auténtico Partido Comunista Revolucionario por la Revolución Socialista. En esta ocasión presentamos, con un vivo ejemplo, cómo la Revolución que nos proponemos es capaz de desatar la poderosa fuerza de la mujer en el campo de la ciencia y la investigación científica al servicio del pueblo.
La URSS, bajo la dirección de Vladimir Lenin, reconoció desde sus primeros días la trascendental importancia de la ciencia y la tecnología para el bienestar del pueblo. Y no podía ser de otra manera, pues Lenin como político, estadista y dirigente del proletariado estuvo intrínsecamente vinculado a la ciencia: sus conclusiones teóricas se fundamentaron siempre en un análisis científico y en la evaluación crítica de los hechos y los datos disponibles.
El camarada Lenin comprendió que la ciencia era un pilar esencial para el progreso de Rusia después de la Revolución de Octubre (1917); por ello, el Estado soviético —a pesar de las adversidades económicas y la guerra civil— realizó esfuerzos significativos para impulsar la investigación científica, creó instituciones científicas, fomentó la educación en todos los niveles y promovió investigaciones en diversos campos, respaldando centros e investigadores con el objetivo de mejorar el nivel de vida del pueblo ruso.
En este contexto histórico, Zinaida Vissarionovna Ermolyeva emergió como pionera en la creación de varios antibióticos. En octubre de 2018, cuando se conmemoraron los 120 años de su nacimiento, la comunidad científica y la sociedad mundial celebraron esta fecha, y Google honró sus logros al destacar su imagen en la pantalla de inicio de su motor de búsqueda.
Nacida en 1898, Zinaida Vissarionovna Ermolyeva vivió y contribuyó activamente durante un período crucial de transformación en la URSS. Su trayectoria científica se vio marcada por los principios de la Revolución Bolchevique y la relevancia que el Estado soviético otorgó a la ciencia.
En 1915, Zinaida Vissarionovna se graduó con una medalla de oro de la Escuela Secundaria Femenina Mariinsky en la ciudad de Novocherkassk y decidió convertirse en médica. El 30 de noviembre de 1916 fue aceptada en el primer año del Instituto Médico Femenino.
Tras graduarse de la universidad, en 1921, fue designada como jefa del departamento en el Instituto Bacteriológico de Rostov; durante ese período se desató una epidemia de cólera en la región del Don. Investigando las vías de infección, Ermolyeva aisló vibrios similares al cólera del agua potable; realizó un experimento en sí misma: bebió agua con microorganismos disueltos en ella y, después de unas horas, se enfermó gravemente. Sin embargo, el experimento demostró la posibilidad de revertir las propiedades patógenas de cepas modificadas de vibrios del cólera. Sus investigaciones contribuyeron significativamente al estudio del cólera en Rusia y a nivel internacional, y sobre la base de los experimentos de la microbióloga se establecieron normas sanitarias para la cloración del agua que aún se utilizan.
En 1925, el Estado soviético confió a Zinaida Vissarionovna grandes responsabilidades, fue llamada a Moscú y designada como jefa del Departamento de Bioquímica de Microbios del Instituto Bioquímico del Comisariado del Pueblo de Salud de la URSS, que se integró al Instituto de Medicina Experimental de toda la URSS en 1934.
En la década de 1930, Ermolyeva contribuyó a enriquecer la microbiología con la obtención de otra sustancia fundamental: la enzima lisozima, que se empezó a utilizar como conservante en la industria alimentaria, y a desempeñar el papel de antiséptico en la medicina.
Dado el contexto de la Rusia soviética, cotidianamente bajo el asedio de la burguesía mundial y los males que el capitalismo engendra, la trayectoria de la investigadora Zinaida Vissarionovna Ermolyeva estuvo marcada por diversas y arriesgadas misiones: en 1939, cuando se desató una epidemia de cólera en Afganistán, las autoridades soviéticas tomaron medidas preventivas para evitar la propagación de la infección a las repúblicas socialistas de Asia Central. Ermolyeva lideró el Instituto de Vacunas y Sueros de Taskent y desarrolló un innovador fármaco bacteriófago, efectivo contra el cólera, la salmonelosis, la difteria y el tifus.
Durante la Gran Guerra Patria (1941-1945) —a pesar de las dificultades económicas y los desafíos de la guerra— la URSS continuó apostándole a la ciencia y logró desarrollar avances significativos en medicina y microbiología; no tenía otra salida, pues durante la Segunda Guerra Mundial la industria farmacéutica de occidente, que tenía el control sobre la producción de penicilina, se negó a vender la tecnología a la URSS.
En 1942, durante el asedio alemán, se desencadenó una epidemia de cólera entre los soldados nazis; ante la imposibilidad de distribuir los medios preventivos necesarios a través de rutas convencionales, la única esperanza para los habitantes de Stalingrado residía en establecer la producción del medicamento en la propia ciudad. Entonces, el Estado soviético decidió trasladar a los científicos al frente y Zinaida Ermolyeva fue desplazada a Stalingrado. A pesar del riesgo por los combates, los bombardeos y los horrores de la guerra, Zinaida y su equipo implementaron una extensa campaña de prevención de enfermedades intestinales agudas, administraban medicamentos a 50.000 personas diariamente y así se evitó una epidemia en la ciudad asediada por las fuerzas fascistas del Tercer Reich. Además, Zinaida Ermolyeva también lideró la cloración de pozos.
En reconocimiento a su contribución al desarrollo de métodos modernos de diagnóstico del cólera y la organización efectiva de medidas de prevención y control de epidemias, Zinaida Vissarionovna Ermolyeva recibió el Premio Stalin, el cual destinó a la construcción de un avión de combate bautizado en su honor como «Zinaida Ermolyeva».
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1942, Ermolyeva introdujo la penicilina soviética llamada «Crustozin»; Zinaida se enorgullecía de haber devuelto la vida a miles de personas y de no haber permitido, donde antes la amputación era inevitable, «…ni una sola pierna amputada». Pero, la notable contribución de Ermolyeva no solo se limitó al desarrollo de medicamentos diagnósticos, preventivos y terapéuticos, sino que también incluyó la organización de su implementación y producción a nivel industrial.
Al igual que Lenin, el camarada Stalin también alentó el desarrollo de la ciencia y reconoció la importancia de la participación de instituciones científicas en el desarrollo económico del país. El énfasis en la educación y la investigación científica se reflejó en decretos y políticas que buscaban fomentar el conocimiento y la aplicación de la ciencia para mejorar la calidad de vida de la población. Esto lo demuestran elocuentemente las siguientes cifras: en 1914, la proporción de estudiantes universitarios en Rusia era de 8 por cada 10.000 personas, en comparación con 34 en los Estados Unidos y 16 en Alemania. Para ese año el número total de estudiantes universitarios en Rusia era de 127.000, tras la Revolución Bolchevique la enseñanza superior se logró incrementar significativamente y para el curso académico de 1968-1969, la matrícula había alcanzado los 4.470.000 estudiantes.
Entre 1945 y 1947, Zinaida dirigió el Instituto de Prevención Biológica de Infecciones, y en 1947 supervisó el Departamento de Terapia Experimental, en el recién establecido Instituto de Investigación Científica de Penicilina de la URSS. Desde 1952 lideró la cátedra de microbiología y el laboratorio de nuevos antibióticos en el Instituto Central de Perfeccionamiento de Médicos. Además, fundó y fue editora permanente de la revista Antibióticos.
Zinaida Ermolyeva fungió como representante de la Unión Soviética en la Organización Mundial de la Salud en 1956; encabezó el Comité de la OMS sobre antibióticos, manteniendo esta posición hasta su fallecimiento.
A lo largo de su carrera, Zinaida Vissarionovna Ermolyeva fue reconocida por el primer gobierno de obreros y campesinos, recibió dos Órdenes de Lenin, la Orden de la Bandera Roja del Trabajo y la Orden Signo de Honor.
Zinaida continuó su incansable trabajo e investigación hasta su fallecimiento, ocurrido el 2 de diciembre de 1974. Su legado científico perdura como un acto heroico y un ejemplo de dedicación desinteresada a la ciencia, al pueblo y a la patria de los soviets. Fue enterrada en Moscú, en el cementerio Kuzminsky.
Zinaida Vissarionovna Ermolyeva encarna, en muchos aspectos, el espíritu de la Revolución Científica Soviética. Su valiosa contribución no solo impulsó la medicina y la microbiología, sino que también simbolizó la capacidad de las mujeres para liderar avances científicos, sobre todo en una sociedad donde el proletariado y el campesinado han conquistado el poder y han ejecutado el cambio social y político radical que necesita esta sociedad de clases.
En este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, recordamos y celebramos a mujeres como Ermolyeva, cuyo legado científico perdura como parte integral de la historia de la ciencia en la URSS y más allá. Su labor no solo marcó un hito en la investigación, sino que también abrió el camino para futuras generaciones de mujeres científicas, inspirándolas a perseguir el conocimiento, la innovación en aras del progreso y la Revolución para conquistar una sociedad que destine abundantes recursos para la ciencia y le permita a la mujer desatar todo su potencial intelectual y creativo en este ámbito.
Esta historia de una científica en el país de los soviets contrasta con las realidades a las que, muchas décadas después, deben enfrentarse las mujeres científicas bajo el capitalismo, donde son constantemente maltratadas y discriminadas, por lo que se hace urgente destruir esta sociedad y construir una sociedad socialista donde el talento femenino verdaderamente se valore y se celebre.
Para consultar las imágenes en: https://voopiik-don.ru/main/2009-06-01-10-23-39/38-2009-06-01-07-00-23/6034-2022-10-03-15-28-53