Aunque los aportes de la Revolución en China son variados y en todos los aspectos de la actividad revolucionaria, queremos cerrar esta serie con uno de los aspectos más destacados y concierne a las enseñanzas universales de la Guerra Popular desarrollada allí y sistematizadas por el Presidente Mao Tse-tung en muchos textos a lo largo de su obra, recogidos fundamentalmente en la Selección de escritos militares editado en 1967.
El problema de la Guerra Popular ha sido y sigue siendo motivo de intensa lucha entre los revolucionarios y en el seno de los mismos marxistas leninistas maoístas. Por consiguiente no puede pasar este aniversario sin que rescatemos sus aportes, esta vez, apoyándonos en la revista teórica de la Unión Obrera Comunista (mlm) Negación de la Negación No. 1 La Línea Militar de la Revolución Proletaria en Colombia publicada en abril de 2001.
MAO TSE-TUNG SOBRE LA GUERRA POPULAR
Todo el arsenal teórico, producto de más de un siglo de experimentación de la Guerra Popular es desarrollado genialmente por Mao Tse-tung en sus diversos artículos que hoy día se constituyen en guía obligada de los partidos proletarios, no solo en los países oprimidos sino también en las ciudadelas imperialistas. El arte de la guerra popular se ha convertido así en una doctrina armónica, completa e invencible que sólo puede ser aplicada por el proletariado revolucionario porque tiene como médula la movilización de las masas para la guerra y su participación consciente en ella.
Desde 1928 hasta 1949 Mao Tse-tung dirige al pueblo chino durante las tres guerras que tuvieron lugar en este lapso de tiempo. Sus trabajos teóricos tienen además el gran valor de ser extraídos de la experiencia de la guerra misma y tienen una gran importancia en el desarrollo de la teoría militar del proletariado.
La línea militar de la revolución en China y en general toda la teoría de la guerra popular surgida de su práctica es, sobre todo, el producto de grandes derrotas estratégicas de la revolución, una de las cuales casi acaba con el Partido. Por eso la línea de la guerra popular surgió en lucha y todos los trabajos de Mao son hechos en medio de tremendas confrontaciones contra el dogmatismo y el subjetivismo en la guerra.
Mao Tse-tung concede especial importancia al asunto de cómo aprender a desarrollar la guerra, cómo se aprende el arte militar y cuál es el método de un partido obrero para dirigir la guerra con acierto, desarrollando la teoría materialista del conocimiento aplicado al arte de la guerra:
“Ese método es conocer a fondo todos los aspectos de situación del enemigo y la nuestra, descubrir las leyes que rigen las acciones de ambos lados y aplicarlas a nuestras propias acciones…
…Aquí la clave es conseguir que lo subjetivo concuerde bien con lo objetivo… Las leyes de la guerra, como las de todos los demás fenómenos, son el reflejo de la realidad objetiva en nuestra conciencia” (Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria en China).
“El proceso de conocimiento de una situación no sólo tiene lugar antes, sino también después de la formulación del plan militar. Desde el momento en que el plan se lleva a la práctica hasta el fin del combate, media otro proceso de conocimiento de la situación, es decir, el proceso de la aplicación del plan. Es aquí donde surge la necesidad de comprobar de nuevo si el plan trazado en el proceso anterior corresponde a la situación real. Si el plan no corresponde a la realidad o no corresponde plenamente, es necesario, a la luz de los nuevos datos, formar un nuevo juicio, tomar una nueva decisión y modificar el plan inicial con vistas a hacer que corresponda a la nueva situación. Ocurre que, en casi todas las operaciones, el plan es rectificado parcialmente y, a veces, incluso por completo.” (Idem. págs. 93-94).
“Leer es aprender; aplicar también es aprender, y es una forma más importante de aprender. Nuestro método principal consiste en aprender a combatir en el curso mismo de la guerra” (Idem. Págs. 94-95).
“Todas las leyes o teorías militares que tienen un carácter de principio, son la experiencia de las guerras pasadas, sintetizada por nuestros antecesores o nuestros contemporáneos. Debemos estudiar con seriedad estas lecciones pagadas al precio de sangre, que nos han legado las guerras pasadas. Esta es una tarea. Pero hay otra: comprobar con nuestra propia experiencia las conclusiones así extraídas, asimilar lo útil y agregar lo que nos es específicamente propio. Cumplir esta última tarea es sumamente importante, pues de otro modo no podemos dirigir una guerra.” (Idem. pág. 94).
La Guerra Popular en China, como en cualquier guerra defensiva que se proponga derrotar un enemigo más fuerte, tenía tres etapas estratégicas bien diferenciadas: la defensiva estratégica, o la etapa de acumulación de fuerzas por parte de la parte más débil, donde el enemigo estará a la ofensiva estratégica; el equilibrio estratégico, o la etapa en que las fuerzas más débiles alcanzan, si han obrado con acierto, una igualdad de fuerzas con el adversario; y la etapa de ofensiva estratégica donde las fuerzas más débiles se proponen derrotar estratégicamente al adversario y éste pasa a la defensiva estratégica.
Así las cosas, la clave consistía en descubrir las leyes particulares derivadas del carácter prolongado de la guerra en China, en razón sus características:
• Un vasto territorio que facilitaba grandes operaciones en el campo y por tanto se contaba con un enorme teatro de guerra.
• Un desarrollo desigual tanto económico como político: China era en los años 20 un país semicolonial y semifeudal donde la inmensa mayoría de la población, varios cientos de millones, era campesina sometida a los señores y mandarines feudales, la clase obrera era una ínfima minoría, alrededor de 2 millones, que vivía hacinada en los tugurios de unas cuantas grandes ciudades, lo cual no quería decir que debía renunciar a luchar como clase independiente, con sus propias organizaciones y sus métodos, y con mayor razón a tomar la dirección estratégica de la guerra.
• No existía un Estado centralizado, no existía un Estado burgués, las masas no conocían la palabra democracia, mucho menos el voto o el derecho de huelga o movilización.
• La tarea central de la guerra era derribar los señores feudales y a los burgueses aliados de los imperialistas y desarrollar la revolución agraria. De esta particularidad se derivaba el que el campo fuera el escenario principal de la guerra. Es decir, la guerra popular en China era una guerra campesina.
A todo ello se agregaba dos hechos importantes:
El primero, el que en China, en razón de que no existía un Estado centralizado, su territorio se encontraba dividido, donde existía aparentemente un poder central que contaba con un poderoso ejército dirigido por la gran burguesía, y una gran cantidad de caudillos militares que ejercían el poder local a través de sus ejércitos, estos ejércitos reaccionarios protagonizaban constantes guerras entre sí, lo que permitió la existencia de Bases de Apoyo, donde las masas dirigidas por el Partido Comunista ejercían el Poder desde 1928 como producto de un repliegue estratégico del proletariado luego de varias insurrecciones en algunas ciudades.
El segundo, el que todas las clases en China tenían sus propios ejércitos y controlaban territorios y resolvían las contradicciones por medio de las armas; esto hizo que la forma principal de la lucha de clases fuera la lucha armada desde principios del Siglo XX y el ejército se convirtiera en la forma principal de organización de las masas.
Con base en esto, las tres etapas de la guerra prolongada en China tenían unas características especiales. En la etapa de defensiva estratégica la forma principal de lucha era la guerra de movimientos, complementada con la guerra de guerrillas y la guerra de posiciones jugaba un papel auxiliar. En la etapa de equilibrio estratégico la forma principal de lucha era la guerra de guerrillas y la guerra de movimientos jugaba un papel secundario. En la etapa de contraofensiva estratégica la forma principal de lucha era la guerra de movimientos, la guerra de posiciones jugaba un papel secundario y la guerra de guerrillas un papel auxiliar.
El carácter prolongado de la guerra popular y el enfrentamiento entre una débil fuerza de la clase obrera y poderosos ejércitos de las clases reaccionarias determinó a su vez que las campañas de “cerco y aniquilamiento” y las contra-campañas se convirtieran en la forma principal de la guerra en China.
En estas campañas se emplean, como en todas las guerras, dos formas de lucha: la ofensiva y la defensiva; con la particularidad de que allí se repiten alternándose durante un largo período: “En cada campaña, la alternación de las formas de combate consiste en una primera etapa, en que el enemigo opone su ofensiva a nuestra defensiva y nosotros nuestra defensiva a su ofensiva, y una segunda etapa, en que el enemigo opone su defensiva a nuestra ofensiva y nosotros nuestra ofensiva a su defensiva” (Idem. pág. 107).
Pero la repetición alternada no es una repetición mecánica, sino que en cada nueva campaña y contra-campaña de “cerco y aniquilamiento”, a pesar de los altibajos “… las operaciones ganan en amplitud, la situación de hace más compleja y la lucha más encarnizada” (Idem. pág. 107). Esto se constituye en una ley particular de la guerra popular prolongada.
Las campañas de cerco y aniquilamiento y las contra-campañas se mantienen hasta tanto las fuerzas populares no adquieran la superioridad. “Entonces, nosotros organizaremos campañas de cerco y aniquilamiento contra el enemigo, y éste recurrirá a las contracampañas.” (Idem. pág. 111).
Mao resuelve los asuntos particulares concernientes a la etapa de defensiva estratégica detallando los pasos a seguir en cada campaña de cerco y aniquilamiento del enemigo así: 1. la defensiva; 2. la preparación de una contracampaña; 3. la retirada estratégica; 4. la contraofensiva estratégica; 5. la iniciación de la contraofensiva; 6. la concentración de las fuerzas; 7. la guerra de movimientos; 8. la guerra de decisión rápida; 9. la guerra de aniquilamiento.
Se pronuncia por la defensa activa en oposición a la defensa pasiva como único medio de conservar las propias fuerzas y aniquilar las del enemigo:
“La defensa activa se denomina también defensa ofensiva o defensa por combates decisivos… Sólo la defensa activa es una defensa verdadera, efectuada con el objetivo de pasar a la contraofensiva y a la ofensiva.” (pág. 113).
Los preparativos de una contracampaña son necesarios para no perder la iniciativa en la guerra y quedar reducidos a la defensa pasiva; ellos deben contemplar principalmente la retirada del Ejército Rojo y la movilización política de las masas.
La preparación de la retirada del ejército consiste en elegir las zonas de operaciones para acumular los medios materiales, para engrosar sus filas y para adiestrar a los soldados.
Mao consideraba la movilización política de las masas para la guerra como un “problema de primera importancia”. Insiste en que a los combatientes del ejército y a la población se les debe decir clara, decidida y detalladamente que la ofensiva del enemigo es inevitable e inminente y que causará daños graves al pueblo; así mismo que se le debe mostrar a las masas las ventajas del ejército rojo y las debilidades del enemigo.
“Excepción hecha de los secretos militares, la movilización política debe realizarse abiertamente y extenderse en la medida de lo posible a todos los que puedan defender los intereses de la revolución.” (pág. 117).
Clarifica el sentido de la retirada estratégica como necesidad del ejército más débil para inducir al enemigo a cometer errores, llevar al enemigo a pelear en territorio desfavorable para él, desmoralizarlo y cansarlo para lanzar la contraofensiva y aniquilarlo.
“La retirada estratégica es una medida estratégica planificada que adopta un ejército inferior en fuerza, cuando estima no poder aplastar rápidamente la ofensiva de un adversario más poderoso, con el fin de conservar sus fuerzas y esperar el momento oportuno para derrotar al enemigo” (pág. 118).
Precisa que la contraofensiva sólo se debe lanzar cuando se hayan cumplido algunas condiciones entre las cuales la más importante es el apoyo de la población, la cual permite crear o saber otras condiciones como descubrir los puntos débiles del enemigo, inducirlo a cometer errores, saber si se encuentra cansado y desmoralizado, etc.
“Sólo una batalla decisiva puede solucionar el problema de quién es el vencedor y quien el vencido. He aquí la tarea en la fase de la contraofensiva estratégica. La contraofensiva es un largo proceso; es la fase más dramática y más dinámica de una campaña defensiva; es también su fase final. Por defensa activa se entiende, principalmente, esta contraofensiva estratégica de carácter decisivo.” (pág. 132).
Las particularidades de la contraofensiva consistían básicamente en tres asuntos concernientes a la primera batalla, la cual era decisiva para el aplastamiento de la campaña de cerco y aniquilamiento; el plan particular de la primera batalla y las batallas sucesivas y los preparativos de la siguiente fase estratégica.
“En primer lugar, es necesario ganar la primera batalla. Solo debemos emprender la lucha cuando la situación del enemigo, el terreno, el apoyo popular y otras condiciones son completamente favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo y cuando estamos absolutamente seguros de poder vencer. De lo contrario es preferible retroceder, actuar con cautela y esperar la ocasión. Semejante ocasión se presentará tarde o temprano; no debemos aceptar el combate en forma precipitada…
En segundo lugar, el plan para la primera batalla tiene que ser el preludio, parte orgánica del plan de toda la campaña. Sin un buen plan para toda la campaña es absolutamente imposible sostener con verdadero éxito la primera batalla. Es decir, aunque se logre la victoria en la primera batalla, si ésta perjudica a la campaña en su conjunto en lugar de beneficiarla, la victoria en dicha batalla sólo puede ser considerada como derrota… Por lo tanto, antes de dar la primera batalla, debemos examinar en líneas generales, cómo se sostendrán la segunda, la tercera, la cuarta y hasta la última, y qué cambios se producirán en la situación general del enemigo después de cada una de nuestras victorias o de cada uno de nuestros fracasos…
En tercer lugar, también es preciso considerar cómo operar en la siguiente fase estratégica”. (págs. 140-142).
En cuanto a la concentración de las fuerzas y su relación con la guerra de movimientos, la guerra de decisión rápida y la guerra de aniquilamiento enfatiza en que lo decisivo es concentrar una fuerza superior para ganar la iniciativa y derrotar al enemigo por partes sin lo cual no es posible su aniquilamiento, por tanto “… debemos emplear nuestro ejército, sea cual fuere su fuerza numérica, en una sola dirección principal en un momento determinado… Nuestra estrategia es ‘enfrentar uno a diez’, y nuestra táctica es ‘enfrentar diez a uno’”. (pág. 145-146).
Esta concentración de las fuerzas no implica el abandono de la guerra de guerrillas o la no utilización de fuerzas del ejército para operaciones en direcciones secundarias, la concentración de las fuerzas se refiere a garantizar la superioridad en el campo de batalla.
El hecho de tener que desarrollar la guerra de movimientos y no guerra de posiciones ocasiona que las bases de apoyo en la etapa de defensiva estratégica sean inestables y le otorga al ejército popular la característica de un ejército guerrillero.
Sin embargo “… no rechazamos la guerra de posiciones allí donde es necesaria y posible. Tenemos que reconocer la necesidad de recurrir a la guerra de posiciones cuando, en un período de defensiva estratégica, defendemos con empecinamiento algunos puntos clave con miras a contener al enemigo, y cuando nos vemos frente a una fuerza enemiga aislada y privada de toda ayuda durante nuestra ofensiva estratégica”. (pág. 152).
Así mismo, el carácter guerrillero del ejército (su descentralización, falta de uniformidad, ausencia de disciplina estricta, etc.) debe superarse gradualmente. “A medida que el Ejército Rojo alcanza una etapa superior, debe desembarazarse de todo ello gradual y conscientemente, para hacerse más centralizado, más disciplinado, más cuidadoso y concienzudo en su trabajo; en una palabra, más regular en su carácter.” (Pág. 153-154).
Mao aplica los principios generales de la guerra y de la insurrección cuando analiza la necesidad de campañas y combates de decisión rápida en la guerra prolongada:
“La guerra estratégicamente prolongada y las campañas o combates de decisión rápida son dos aspectos de una sola y misma cosa, dos principios que se deben subrayar igual y simultáneamente en la guerra civil y que también son aplicables a la guerra antiimperialista.” (pág. 155).
La decisión rápida en las campañas y combates de la guerra prolongada exige tener en cuenta: – lanzarse a la ofensiva con decisión en el momento oportuno; – concentrar fuerzas superiores; – cercar y realizar movimientos envolventes; – elegir el terreno favorable y atacar a las fuerzas enemigas cuando están en marcha o no se han organizado.
“En una guerra contra un enemigo poderoso, las operaciones encaminadas sólo a derrotar al enemigo no pueden decidir rápidamente el desenlace de la guerra. En cambio, una batalla de aniquilamiento produce de inmediato un gran impacto sobre el enemigo, sea cual fuere. En una riña es mejor cortarle un dedo al adversario antes que herirle en los diez; en una guerra, es mejor aniquilar una división enemiga que derrotar a diez”. (Pág. 159).
A pesar de que en la guerra popular prolongada lo principal es la guerra regular y lo secundario es la guerra de guerrillas Mao eleva a nivel de sistema la lucha guerrillera en la guerra contra el Japón y demuestra que en las condiciones de China esta forma de lucha tiene un carácter estratégico, dado el teatro de operaciones, la vastedad del territorio y la superioridad del enemigo, que hace necesario realizar operaciones no solo en las líneas interiores para apoyar las campañas del ejército regular sino, también, en operaciones independientes en su retaguardia, donde las guerrillas operan sin ella.
Combatiendo las ideas del guerrillerismo errante, consistente en solo realizar escaramuzas y propinar bajas al enemigo sin plantearse su aniquilamiento y olvidando las tareas políticas y la vinculación de las masas al esfuerzo de guerra Mao plantea que las zonas de operaciones guerrilleras deben sostener las bases de apoyo donde el enemigo las haya ocupado y transformar en bases de apoyo las nuevas zonas de operaciones.
“Estas zonas guerrilleras se transformarán en bases de apoyo cuando hayan pasado por el proceso necesario de la guerra de guerrillas, es decir, cuando en ellas se haya aniquilado o derrotado a una gran cantidad de tropas enemigas y destruido el régimen títere, cuando hayan sido puestas en actividad las masas, formadas las organizaciones populares antijaponesas, desarrolladas las fuerzas armadas del pueblo y establecido el Poder antijaponés”. (Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas contra el Japón).
Igualmente, plantea que las fuerzas guerrilleras se deben transformar con el tiempo en fuerzas regulares y con ello, la guerra de guerrillas en guerra de movimientos.
En cuanto al ejército, Mao retomando la experiencia del Ejército Rojo en Rusia, que una vez derrotó a los ejércitos blancos, se transformó en un “ejército de trabajo”, subvirtió los conceptos que hasta el momento existían sobre esta máquina de fuerza cuando planteó que éste no debía convertirse en una carga para las masas. Así, el ejército popular se convirtió en una forma elevada de organización de las masas, en un destacamento altamente disciplinado que combatía, producía, hacía propaganda entre las masas y las organizaba. Planteó además la necesidad de establecer la democracia tanto económica como política y militar en el ejército.
Del rico legado sistematizado por Mao en la Revolución China podemos concluir que la guerra popular es la guerra consciente de las masas del pueblo. Ella tiene una diferencia cardinal con respecto a la manera como rutinariamente se concibe la guerra, como el enfrentamiento entre ejércitos regulares.
La guerra popular es la guerra de las masas
La guerra popular está basada en el armamento general del pueblo y en su organización para la guerra. Toda la historia demuestra que la guerra popular es la única que puede combinar acertadamente y detrás de un objetivo estratégico común, los esfuerzos del ejército regular con diversos destacamentos irregulares como las milicias, los grupos guerrilleros y las insurrecciones de las masas. La Guerra Popular es la guerra consciente de los hombres, mujeres y niños del pueblo.
La Guerra Popular es invencible
El materialismo histórico, que concibe que son las masas las protagonistas y las hacedoras de la historia ha confirmado su solidez también en este terreno. La omnipotencia de la guerra popular, su superioridad son incuestionables, incluso para las clases reaccionarias. Son las masas la fuerza principal, el arma realmente invencible en la guerra, fuerza frente a la cual cualquier ejército y fuerzas, por poderosos que sean sucumbirán.
No la pueden dirigir las clases reaccionarias
Solo las pueden realizar las clases revolucionarias y sólo puede conducirlas a la victoria final la clase obrera. La guerra popular es incompatible con los intereses de las clases reaccionarias porque ella es profundamente revolucionaria, se apoya en las masas, beneficia y está ligada a sus aspiraciones y objetivos. La guerra popular no puede separarse de las aspiraciones de las masas porque ese es el motor propulsor que las hace batirse hasta la muerte, y esos intereses, generalmente son antagónicos a los de las clases reaccionarias.
Pero además, la guerra popular jamás podrá ser dirigida por las clases reaccionarias porque implica la concepción proletaria del mundo y del papel de las masas en la historia que es contrario al de las clases reaccionarias. Ella concibe a las masas como las hacedoras y las protagonistas de la historia y la de las otras clases por el contrario parte de que son los grandes hombres. Una le apuesta todo a las masas, la otra le apuesta todo a los jefes o caudillos y a la técnica. Una exige la participación consciente de las masas en la guerra, la otra utiliza a las masas como carne de cañón.
Solo pueden entonces promoverlas las clases oprimidas y revolucionarias, y únicamente puede conducirlas a la victoria la clase obrera. Este hecho, confirmado por la historia, tiene su base en que todas las clases, a excepción del proletariado, tienen intereses mezquinos y defienden el privilegio de explotar a otros, lo que les da la particularidad de ser ambivalentes y de cambiar frecuentemente de acuerdo a cómo las afecte la situación general, es decir son firmes e incluso aventureras cuando su situación es desesperada y la revolución está en ascenso, y son cobardes cuando su situación económica y social mejora o cuando la revolución está en dificultades.
Necesita la dirección del proletariado y de su Partido
Por muchas pruebas de heroísmo y por muchos intentos que hagan las clases oprimidas en una guerra, fracasarán si no están dirigidas por el proletariado a través de su partido político. Esta es la historia de todas las guerras, insurrecciones y levantamientos de las masas.
Solo el Partido Proletario puede garantizar una conducción estratégica firme y serena, su concepción del mundo materialista, su método dialéctico, y su punto de vista proletario le permiten desprenderse del subjetivismo en la guerra y adelantar la lucha conscientemente.
Hoy cuando el mundo madura aceleradamente el estallido de la guerra popular en todos los rincones de la tierra, los proletarios revolucionarios debemos aprehender este arte, para estar a la altura y aprovechar las oportunidades que vendrán. La construcción del Estado Mayor de la Guerra Popular el Partido, tanto en cada país como a nivel Internacional es la tarea más urgente de los comunistas revolucionarios.
La Guerra Popular puede tomar distintas formas
La guerra popular como guerra de las masas puede adquirir diversas formas dependiendo de las contradicciones que pretenda resolver. La insurrección que dio el poder al proletariado en Rusia en 1917, la guerra prolongada defensiva contra los ejércitos blancos del 18 al 21 para sostener el poder de los soviets; la Guerra Popular Prolongada que en 1949 instauró la República Democrática Popular China, la guerra defensiva internacional de la clase obrera que le arrebató al imperialismo la mitad de Europa a mediados de los 40, todas ellas, hacen parte del arte militar proletario, son formas diversas de la guerra de las masas, de la Guerra Popular.
Si bien sigue siendo válido que la Guerra Popular tome el camino de cercar las ciudades desde el campo en los países semifeudales y semicoloniales, y la forma de insurrecciones en los países capitalistas, el proletariado revolucionario debe descubrir en cada país la importancia estratégica del trabajo de preparación de las masas para la guerra tanto del campo como de la ciudad; así mismo debe prevenir la intervención armada de los países donde la reacción domina, que, como lo constata la historia desde 1871 en la Comuna de París hasta nuestros días ha sido la constante, e incluso debe estar preparado para enfrentar la posibilidad de una guerra internacional.