«Día del Listón Negro» en Europa: hipócrita y sucia propaganda contra Stalin

«Día del Listón Negro» en Europa: hipócrita y sucia propaganda contra Stalin 1

Desde el año 2009, el Parlamento Europeo propuso celebrar cada 23 de agosto el «Día Europeo de Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y el Nazismo», también conocido como «Día del Listón Negro». Eligió el 23 de agosto para conmemorarlo, ya que ese día fue la fecha exacta en que se firmó el Pacto Molotov-Ribbentrop, en 1939.

El Pacto Molotov-Ribbentrop fue un hecho que marcó un punto crucial en las vísperas de la II Guerra Mundial. Este pacto se produjo después de tantos intentos de la Rusia soviética por formalizar una política exterior antifascista e internacionalista. Un ejemplo de ese internacionalismo fue el apoyo soviético a la República Española durante la Guerra Civil Española. Sin embargo, la caída de Madrid (1939) en manos de los franquistas, marcó un momento difícil para el Estado de los soviets en su búsqueda de alianzas antifascistas y democráticas en Europa occidental.

Ante la falta de apoyo efectivo por parte de los gobiernos de Francia y el Reino Unido para establecer un acuerdo con la Unión Soviética contra la Alemania nazi, el gobierno soviético ─con Stalin a la cabeza─ tuvo que reconsiderar su estrategia. La perspectiva de una guerra inminente llevó a la Rusia soviética a firmar un pacto con la Alemania nazi el 23 de agosto de 1939. Este pacto, conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, planteaba la no agresión entre la Unión Soviética y Alemania, además de la división de Europa del Este en esferas de influencia.

Ese pacto temporal representaba una medida importante para garantizar la seguridad del proletariado en la Unión Soviética, con el propósito de ganar tiempo y espacio para prepararse ante la amenaza inminente de la invasión a la URSS. La decisión de mantenerse fuera de la guerra mientras las potencias occidentales y Alemania se enfrentaban entre sí fue una táctica obligada para evitar una confrontación directa en ese momento y ganar tiempo para fortalecer sus defensas.

El pacto Molotov-Ribbentrop debe ser analizado a la luz de las circunstancias políticas y estratégicas en las que se firmó y los hechos que lo precedieron.

Es necesario recordar que dicho pacto se firmó a 3 años de la firma del Tratado de No Intervención (27 de agosto de 1936). En el contexto de la Guerra Civil Española (1936-1939) este fue un acuerdo internacional firmado por Francia, Reino Unido, la Unión Soviética, Italia y Alemania, entre otros. Este tratado supuestamente tenía como objetivo formal «Evitar la intervención extranjera directa en el conflicto interno español y preservar la no injerencia de otras naciones en los asuntos internos de España» no proporcionando armas, municiones ni apoyo militar directo a ninguna de las partes involucradas en la Guerra Civil Española.

El «conflicto interno español» era la Guerra Civil Española que enfrentó a las fuerzas republicanas, en su mayoría de orientación izquierdista, con las fuerzas sublevadas lideradas por el general Francisco Franco, que representaban una coalición de fuerzas conservadoras y fascistas.

Sin embargo, la «No Intervención» sólo fue cumplida por la Rusia soviética en lo referente a la provisión de armas al Gobierno español (las fuerzas republicanas), pero no por parte de los imperialistas. El tratado fue en la práctica una intervención contra la República, en beneficio del golpe fascista.

La Alemania nazi y la Italia fascista brindaron apoyo militar, financiero y logístico al bando sublevado dirigido por Franco. Por su parte, la Unión Soviética estuvo de acuerdo con la «No Intervención» si se le exigía a Portugal y a otros gobiernos que cesasen de ayudar a los franquistas, pero como la violación del acuerdo fue evidente, la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales (compuestas por proletarios voluntarios de distintos países) apoyaron a las fuerzas republicanas.

La ayuda por parte de la Unión Soviética inicialmente fue suministrar todo el combustible que necesitara el Gobierno de la República; en julio de 1936, la Internacional Comunista aprobó la creación de un fondo de mil millones de francos para ayudar al Gobierno republicano y orientó a los partidos comunistas de los diferentes países del mundo a la ejecución de una campaña antifascista solicitando víveres, vestido y medicamentos. En agosto, la Komintern recomendó a los partidos comunistas la realización de movilizaciones de masas en apoyo al Gobierno de la República. Así las cosas, hasta agosto de 1936 la ayuda de la URSS no tocaba el plano de lo netamente militar; fue hasta el 4 de octubre de 1936 que llegó a suelo español el primer envío de armas y consejeros militares por parte de la URSS.

Dicho tratado de la «No intervención» fue un duro golpe al pueblo español, más cuando fue aceptado por algunos ministros españoles en una reunión celebrada el 12 de diciembre de 1936 en Ginebra. Miguel Hernández hizo una crítica poética en su obra dramática Pastor de la muerte:

[…] que por ser menos hostil 
no se es más humanitario.
Yo me río ante mí mismo,
de una manera mordaz,
cuando se habla de la paz
y del humanitarismo.
Ginebra es una lección
del humanitarismo casto,
y el porvenir nuestro es pasto
de una buena digestión
y una mala diplomacia. 
España se halla invadida,
y a Ginebra se le olvida
en el vientre la desgracia.
¿Dónde están los paladines 
de la paz? En sus sillones, 
perfumando las naciones
con cañones y jazmines. 
Mucho ruido para nada:
una reunión, un banquete, 
y España, de ellos juguete,
cada vez más desangrada.

Así las cosas, es evidente y clara la hipocresía burguesa al imponer al mundo conmemorar su «Día del Listón Negro» ¿Por qué no tienen un día que conmemore los miles de muertos que sufrió el pueblo español por su firma del Tratado de No Intervención?

Que no se culpe al Estado soviético y a los comunistas, en cabeza de Stalin, por las víctimas del nazismo. Los comunistas no permitimos que se enlode al camarada Stalin, gran dirigente de la guerra que supo guiar al valiente pueblo soviético a la victoria sobre Hitler y ayudó a salvar a Europa de la barbarie nazi. Fue precisamente el pacto Molotov-Ribbentrop la única medida que dejaron los gobiernos occidentales ante su cómplice y falso humanitarismo; fue este pacto el que finalmente le permitió a la Rusia soviética crear las condiciones para derrotar al nazismo, aunque ello implicara sacrificar la vida de millones de proletarios soviéticos del glorioso Ejército Rojo.

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