LA GRAN REVOLUCION CULTURAL PROLETARIA (Parte 3)
El 26 de diciembre, hace 128 años, nació Mao Tse-tung un gran dirigente y maestro de la clase obrera. Una ocasión motivo de celebración del proletariado revolucionario de todos los países y oportunidad para destacar su legado y contribución al desarrollo de la ciencia de la revolución que hoy conocemos como Marxismo Leninismo Maoísmo.
En este día, reafirmamos la defensa de su magistral obra en la dirección del Partido Comunista de China, en la dirección de la Guerra Popular, de la Revolución de Nueva Democracia y Socialista, y de la Dictadura del Proletariado, cuyos alcances, siguiendo el rumbo señalado por la Revolución Socialista de Octubre en Rusia, traspasaron las fronteras nacionales, para convertirse durante la Gran Revolución Cultural Proletaria en el mayor avance logrado por la sociedad en su lucha contra el sistema capitalista mundial, y en un desarrollo teórico universal de la ideología científica del proletariado.
La agudización extrema de las contradicciones del capitalismo imperialista en la actualidad, destacan la vigencia del pensamiento del Presidente Mao y enaltecen su obra como maest1ro del proletariado internacional. La clase obrera y los pueblos solo podrán alcanzar la victoria sobre el imperialismo y la reacción si estudian y aplican creadoramente a las condiciones concretas de sus países sus inmortales enseñanzas.
Y a propósito de esas enseñanzas inmortales, continuamos con la serie de los 100 años del Partido Comunista de China, que hemos estado rescatando durante estos meses. En esta nueva entrega continuamos con la Gran Revolución Cultural Proletaria.
La táctica burguesa de los revisionistas dentro del Partido Comunista de China
El caso de Tao Zhu
La mayoría de los adversarios de la Revolución Cultural conservaban sus puestos de dirección en las provincias a excepción de Peng Chen 1
y Lu Ting Yi. Aprovechando esta situación en los lugares por donde pasaban los Guardias Rojos, ellos contraponían otro movimiento con el objetivo de dividir la alianza entre estudiantes y obreros; por otro lado, los Guardias Rojos cometieron errores (falta de información que hacía que se inmiscuyeran en asuntos donde no conocían los antecedentes) lo cual fue aprovechado por estos funcionarios para atacarlos incluso físicamente, escudándose siempre en la consigna de la defensa de la revolución.
1 Recordamos que Peng Chen fue miembro inicial de un grupo de cinco personas responsables del inicio de la Revolución Cultural, quien bajo una concepción conservadora desvió la iniciativa, por lo que fue criticado en la Circular del Comité Central del Partido Comunista de China el 16 de mayo de 1966 y por un informe presentado el 12 de febrero del mismo año titulado “informe esquemático del grupo de los cinco”.
Aprovechando su influencia, en los meses de agosto y septiembre Tao Zhu tuvo la idea de enviar a las universidades agentes de enlace (elementos de su confianza) que llevaran las orientaciones y dirigieran la crítica; con esta forma de trabajar procuraban desviar el movimiento evitando los ataques a sus compañeros de armas dentro del Partido entre ellos Liu Shao-chi (presidente de la República y vicepresidente del Comité Central) y Deng Xiaoping (Secretario General del Partido) y enfocarla contra Peng Cheng y Lu Ting-yi (director del departamento de propaganda). Esto lo llevó a reprimir de forma directa e indirecta cualquier tentativa de examinar críticamente el periodo de los Cincuenta Días. La política de Tao Zhu fue la de conformar comités en diferentes centros supuestamente siguiendo las directivas del Partido, pero constituyéndolos a su manera para que pudieran servir de dique a los elementos revolucionarios y poder desviar la lucha por otros derroteros.
Igualmente, como presidente de la Comisión de Pedagogía influenció a los dos cuarteles generales de Guardias Rojos 2
dándoles una orientación conservadora, concentrándose en atacar a los ya identificados. Tiempo después, en septiembre los Guardias Rojos cansados de las inhibiciones orientadas por Tao deciden crear un Tercer Cuartel General que critica el periodo de los Cincuenta Días, a Liu Shao-chi y a Deng abiertamente. Al ver esto, Tao quien era conservador encubierto decide hacerse ultraizquierdista para evitar llamar la atención sobre sí mismo y sus directivas, expresando públicamente que fuera de Mao y Lin Piao todos debían ser criticados; esa forma de hacer las cosas tenía en mente hacer lo que hicieron los Grupos de Trabajo: criticar a muchos para defender a pocos e iba intencionalmente dirigida a criticar al Tercer Cuartel General, al grupo dirigente de la Revolución Cultural y otros revolucionarios.
2 Los dos primeros cuarteles generales de Guardias Rojos se formaron en Pekín con el objetivo de coordinar acciones en agosto de 1966.
Durante este periodo varios hijos de los dirigentes del Partido deciden organizarse en un grupo llamado Comité de Acción Unida, quienes bajo la consigna “de padre heroico hijo valiente, de padre reaccionario hijo indigno” se consideraban a sí mismos revolucionarios de nacimiento reivindicando la teoría del “Linaje”. Este grupo actuó como elemento de choque contra el Tercer Cuartel General de los Guardias Rojos apoyándose en su supuesto seguimiento a Mao; esta organización conservadora se constituyó en fuerza organizada por los reaccionarios para luchar contra la Revolución Cultural en nombre del mismo Mao Tse-tung y de las tradiciones revolucionarias. Chen Po-ta luchó contra la idea de varios hijos de dirigentes que en un comienzo conformaron los Grupos de Trabajo y quienes se decían sucesores de los puestos de control y de poder por derecho de nacimiento, los hijos de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping participaron en estos grupos de trabajo, por ello no querían ser blanco de las críticas.
Los obreros y campesinos comienzan a unirse a la lucha
El 9 de septiembre de 1966 son publicados los Diez puntos sobre la industria donde se afirma el derecho de los obreros a unirse a la Revolución Cultural estableciendo sus propias organizaciones revolucionarias, insistiendo en que no se detuviera la producción y que en su tiempo libre (fuera del horario laboral) establecieran relaciones con otras organizaciones, esto debido a que se quería por parte de los revisionistas limitar el movimiento solo al ámbito estudiantil; con este llamado se clarificaba que la masa obrera era libre de participar y conformar sus grupos de debate y decisión.
El editorial No 13 de Bandera Roja (3 de octubre de 1966) lanzó la directiva decisiva. En este editorial se decía que, durante los Cincuenta Días, cuando los Grupos de Trabajo habían ejercido sus actividades, algunos dirigentes habían adoptado una posición reaccionaria y se habían esforzado por apagar la Revolución Cultural Proletaria; igualmente hacia un llamado a reexaminar todo lo que habían hecho los “grupos de trabajo”; bajo esta orientación los Guardias Rojos ocupan un lugar de primer orden en la dirección y ejecución del movimiento.
Un hecho local de repercusión nacional
El 6 de noviembre de 1966, en una reunión del Puesto de Coordinación de Shanghái, obreros rebeldes procedentes de 16 fábricas de toda la ciudad formaron lo que llamaron el Cuartel General de los Obreros Rebeldes Revolucionarios de Shanghái, cuyo representante era Wang Hongwen. El comité de Partido local en cabeza de Tao Zhu 3
rehusó reconocerlos como organización lo que provocó que se tomaran un tren para dirigirse a Pekín y expresar sus inconformidades; Chu En-Lai ordenó detener el tren y los obreros bloquearon las vías del ferrocarril, lo que ocasionó un traumatismo en el transporte; el enviado para resolver la situación fue Chang Chun-chiao, quien revocó la decisión del comité local del Partido, desautorizó los cargos que se les habían hecho a los obreros y estuvo a favor de sus demandas, lo que enfureció a los revisionistas dentro del comité local del Partido. Esto llevó a tomar decisiones de alcance nacional que fueron tratadas de echar atrás por los viceministros y ministros de ferrocarriles, industria metalúrgica, gestión de recursos hidráulicos y energía eléctrica, quienes pidieron la redacción de una disposición que afirmara explícitamente: “a estudiantes y obreros NO se les deben unir fuerzas en la rebelión”. Los revolucionarios aprendieron de estos sucesos y decidieron trabajar más firmemente para que la Revolución Cultural se diera en todas las esferas de la sociedad, abanderando esta lucha el Grupo Encargado de la Revolución Cultural, el cual lo integraban entre otros Cheng Po-ta, Kang Sheng, Chiang Ching o Kiang Sing, Wang Li, Mu Xin, Yao Wen-Yuan, Lin Piao y Chang Chun-chiao, con el apoyo práctico de Chou En-Lai (Primer Ministro) y Tao Zhu (Presidente de la Comisión Pedagógica del Comité Central).
3 Inicialmente para protegerse de los ataques, Tao Zhu había promovido la Revolución Cultural, posteriormente mostraría su verdadero interés. Tenía un historial militante siendo miembro del comité permanente del Buró Político e influencia en Kuangtung y Wuhan.
La revolución de enero
El papel de la clase obrera comenzó a crecer y consolidarse, el papel de los universitarios a declinar. De allí, que las actividades se hayan desplazado de Pekín (capital administrativa y centro académico) hacia las regiones industriales de Heilungkiang y Shanghái. Los dos miembros del comité municipal encargados de la zona industrial fueron Yao Wen-yuan y Chang Chun-chiao (elegido miembro del Comité Permanente del Buró Político después del IX Congreso), quienes consultando a las masas y sus criticas iniciaron la lucha contra el primer secretario de la municipalidad Chen Pa-Sien y su adjunto Sao Ti-sieu quienes imponían la línea de actuación de Tao Zhu y deseaban colocar límites a la Revolución Cultural, deshacerse de la crítica a los Grupos de Trabajo y desacreditar a los Guardias Rojos.
El Cuartel general de los obreros rebeldes revolucionarios de Shanghái desarrolló la lucha contra las posturas de los obreros más acomodados que habían constituido una Guardia Escarlata con el patrocinio de los líderes municipales burocráticos de Shanghái, que servía de contrapeso al Cuartel General. Estos líderes revisionistas implementaron un aumento salarial y ayudas económicas a los estudiantes y por otro lado, fomentaban paros en fábricas a través de líderes sindicales formados por Liu Shao-chi para suscitar divisiones entre los trabajadores. Ante estas maniobras los obreros rebeldes lanzaron llamamientos a no parar la producción y a enfocar la lucha, lo cual fue apoyado por el Comité Central y el grupo central de la Revolución Cultural, lo que brindó claridad a los trabajadores de qué lado se encontraban Chen y Sao Ti. Esta lucha en Shanghái se conocería como “la revolución de enero”.
La contracorriente de febrero
La derecha encubierta bajo palabrería revolucionaria con la agilidad para defender sus puestos de influencia y de control, aprovechó las circunstancias para desenfocar los esfuerzos de los obreros revolucionarios y procedió a un contraataque conocido como “la contracorriente de febrero”, aprovechando que las masas ante cualquier denuncia destituían de sus cargos a los cuadros del Partido hasta el punto de ir muy a la izquierda, quisieron aislar a los posibles contradictores. De tal forma que el ministro de Agricultura Tan Chen-lin restableció por su propia iniciativa a varios elementos de derecha que habían sido denunciados y separados de sus cargos, para poder socavar los resultados obtenidos si esta actitud se generalizaba.
Este ministro planteaba que las organizaciones, que eran revolucionarias, las dirigían gente de dudosa procedencia, que las organizaciones de trabajadores eran de nuevos burgueses con lo que procuraba eliminar su influencia y construir nuevas organizaciones bajo su mando, cuestión que se dio en Cantón y otras regiones. Una manifestación de ello se dio con el conflicto de los sellos (los cuales eran necesarios para avalar documentos oficiales) y que fueron esgrimidos para darle oficialidad a decisiones grupales e incluso personales, lo que ocasionó encuentros violentos entre diferentes organizaciones promovidas por los de derecha, pero nunca al grado de agudizarse al extremo de causar una guerra civil, como han planteado algunos periodistas extranjeros de la época; esta forma de actuar fue una contracorriente que se dio de forma limitada, en lugares definidos y en distinto grado. Al siguiente mes, se inicia un avance revolucionario contra estas medianas manifestaciones. El Partido afirmó que dichos enfrentamientos eran producto de apreciaciones de la situación, pero no de línea política abierta que criticara al Partido, a las masas o al Estado obrero y campesino. En este periodo existieron excesos izquierdistas del movimiento de masas, que a su vez fomentaban los excesos derechistas del centralismo, lo que demuestra que aprovechando los errores de izquierdismo, la derecha contraataca para desprestigiar los esfuerzos realizados o deshacer las conquistas adquiridas.
Para sortear estos problemas y de paso derrotar a los derechistas, se encomendó la tarea a Chu En-Lai con apoyo del Ejército Rojo para que pudiera permitir la continuidad de las tareas económicas esenciales impidiendo de esa manera que se saboteara la economía de varios sectores en algunas ciudades, de esta forma el ejército hizo presencia de forma no armada en fábricas, talleres etc., trabajando para continuar las labores y promoviendo la continuación del trabajo. Esto lo hicieron a través de los Equipos de Propaganda los cuales asistían a los debates en todo lugar para impedir que se desviaran hacia otros asuntos, estando no investidos de poder, sino de prestigio ya que trabajaban y seguían orientaciones precisas. Las condiciones de trabajo de estos equipos consistían en trabajar y vivir en las mismas condiciones que el pueblo, no estar armados y solo persuadir, se esforzaban no por apoyar grupos, sectores o alguna persona, sino apoyar las iniciativas correctas, señalaban la divergencia entre contradicciones antagónicas y no antagónicas para no perder de vista los objetivos de la Revolución Cultural Proletaria. Igualmente, se esforzaban por impedir que se sabotearan las reuniones de uno u otro grupo, siempre luchando contra el espíritu de pandilla.
Producto de esta experiencia y para restablecer la economía orientando a las masas dirigiéndolas en el terreno, se decidió crear una nueva forma de organización por su composición conocida como La Triple Unión o de Triple Integración, donde había representantes de las masas, del Partido y del ejército en iguales proporciones, dando la lucha ideológica en varios terrenos y en donde quienes persistieron en sabotear el movimiento y generar desordenes fueron detenidos lo que llevó a que se diera fin a la “contracorriente de febrero”.
Todas estas decisiones no fueron fáciles; a los revolucionarios se les presentaron situaciones nuevas que debieron sortear no sin cometer errores, pero siempre guiados por un objetivo más grande el cual era mantener cohesionado a los elementos proletarios para desembarazarse en la dirección del Estado de los elementos cuyas prioridades habían cambiado defeccionando en seguidores del camino capitalista; para ello contaron con su formación, su experiencia y ante todo con su punto de vista proletario para mantenerse firmes ante las dificultades.