LA GRAN REVOLUCION CULTURAL PROLETARIA (Parte 1)
El planteamiento de Mao Tse-tung de la “revolución cultural” era éste: en China todavía existen clases, principalmente porque la burguesía no fue degollada por la revolución comunista, sino incorporada al desarrollo económico e intelectual del país. Dentro del Partido Comunista, sobre todo después de 1949, muchos de estos elementos burgueses comenzaron a tener poder, y, por lo tanto, dentro del PC de China hay también clases. Si esa burguesía logra corromper al proletariado comunista, se apoderará del poder de China, y China será gobernada por una dictadura de la burguesía sólo de nombre comunista y no del proletariado comunista. Ahora bien, donde mejor se nota esta lucha de clases es en el modo de enfocar la cultura por eso, según Mao Tse-tung, había que comenzar una revolución “cultural” proletaria contra esos elementos burgueses intelectuales, para después seguir con la limpieza en el terreno político y el económico, y también militar. (Robinson Rojas)
En el anterior artículo se mencionaron las principales luchas de tipo ideológico que dieron origen a la necesidad de una revolución dentro de la revolución o como lo expresara Mao Tse-tung más adecuadamente, a la continuación de la revolución bajo la Dictadura del Proletariado. Recordamos cómo la lucha de clases se manifiesta de diversas formas y en todo momento ya que objetivamente existen intereses en pugna.
Lamentablemente por la extensión del artículo no podemos estudiar detenidamente varios sucesos, sin embargo, tomaremos algunos para mostrar cómo la burguesía disfrazada de revolucionaria y con discurso ambiguo y engañoso busca embaucar a las masas para estar segura mientras “pasa la tormenta”.
Para dar inicio a esta parte de los artículos sobre la historia del Partido Comunista de China en los cien años de su fundación, es necesario mostrar los hechos que dieron inicio a esta nueva etapa de la revolución proletaria.
Los objetivos de la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP)
Para contextualizar citaremos al periodista chileno Robinson Rojas quien se encontraba en China cuando inició oficialmente la Revolución Cultural Proletaria; su testimonio es muy importante porque conoció múltiples sitios, la mayoría de las provincias y centenares de personas, logrando un conocimiento multifacético de lo significó esta revolución. Su testimonio e impresiones fueron publicados en su libro La guardia roja conquista China:
Para terminar, quiero resumir, en seis puntos, lo que significa la revolución cultural:
1) En términos políticos, significa arrebatarles el poder a aquellos dirigentes comunistas y técnicos que se han “aburguesado”; es decir, en una frase chilena, a aquellos dirigentes comunistas y técnicos que le han tomado gusto al poder, y se quieren quedar allí, cumpliendo una especie de destino “de dirigentes”, aunque para ello tengan que renunciar a los planteamientos teóricos y morales de la revolución. Es decir, dejar de ser comunistas. Esta gente es la que ha formado un germen de costra dirigente en China, del mismo modo como se formó en Yugoslavia y Unión Soviética, que constituye, en términos de estructura económico-social, una “nueva clase”. Una nueva clase burócrata y tecnócrata que va olvidando los términos del juego revolucionario, y se encuentra, de improviso, con que está conspirando para continuar como clase dirigente, disfrutando del trabajo del pueblo al cual gobierna; en este caso, el pueblo chino.
2) En términos ideológicos, la revolución cultural es un intento de resolver en la práctica el problema que se les ha presentado a todos los países socialistas; la aparición de una nueva clase burócrata y tecnócrata. Los chinos intentan resolver el problema de eliminarla y de crear “sucesores” revolucionarios, que queden al margen de caer en el mismo círculo vicioso del “aburguesamiento”. Concurren factores muy variados para este fenómeno, como el hábito de siglos, la diferencia de salarios, la obligación de utilizar a la burguesía anterior, de intelectuales e industriales, para el desarrollo económico del país, y los factores de presión externa (en este caso el cerco militar norteamericano y soviético). Todo esto va gestando un proceso de creación de un tipo de dirigente corrompido, que acude al soborno y al engaño para mantenerse en su nivel o escalar mejores posiciones. (Es el caso de los actuales dirigentes soviéticos y de la camarilla china que pretendía un golpe de estado). Fundamental para combatir esto es la sublimación de los valores morales de la revolución.
3) Como este proceso es continuo y paralelo al desarrollo económico del país, los chinos plantean la necesidad de una revolución que no se detiene con el acceso al poder del Partido Comunista, porque las clases siguen existiendo después. La necesidad de educar políticamente a las masas para, llegado el momento, insurreccionarlas en la ciudad y el campo, para dislocar esta nueva clase, y romper los diques creados por ella para impedir la corriente de poder de abajo hacia arriba, que es la clave teórica del sistema comunista futuro, generando así un cauce sin escollos para la ocurrencia de la línea de masas. Es decir, de la democracia real y efectiva.
4) En términos administrativos, la revolución cultural quiere resolver el problema de crear nuevas superestructuras, adecuadas a un sistema económico-social socialista. Un sistema de superestructura que sea creación de la nueva realidad económica y social de un país socialista, en que el excesivo número de funcionarios, condición necesaria en los actuales organismos de poder heredados del pasado no socialista, sea eliminado. Una superestructura realmente democrática que sea fluida al acceso de las masas a ella.
5) En términos culturales, los chinos pretenden aprovechar esta “limpieza de la casa” hecha por todo el pueblo, para echar la semilla de un nuevo tipo de hombre, cuya escala de valores esté constituida por la generosidad y el sacrificio de sí mismo por los principios morales de la revolución, contra toda manifestación de individualismo y el ansia de poder que enferma a no pocos revolucionarios. Así, los chinos están tratando de borrar, en el menor tiempo posible, todo el lastre mental de una civilización de 40 siglos que se estructuró (como toda, la civilización occidental) sobre la base del individualismo como cima de la escala de los valores, creando una sociedad “devoradora de hombres”. A esta sociedad, los chinos quieren reemplazarla por la comunista.
6) En términos históricos, la revolución cultural china está dirigida a crear una nueva civilización: la civilización comunista. Es decir, que este proceso que está ocurriendo actualmente en China, y del cual se habla o en términos de crónica policial o en términos de repudio político, es mucho más importante, desde el punto de vista histórico, que la creación de la civilización sumeria, la egipcia, la griega, la romana, la cristiana o la norteamericana.
Como se puede observar la Revolución Cultural Proletaria lejos de no tener un blanco definido tenia claras sus metas, los historiadores burgueses y pequeño burgueses desconocen o tergiversan esto llegando a caracterizar, en medio de sus puntos de vista de clase y en apoyo a los beneficios que trae consigo el publicar libelos y mentiras, este periodo de la historia de China como un gran caos, el gran desorden o una época trágica, donde aumentan sin criterio los muertos, las detenciones y las arbitrariedades y en que resaltan errores concretos como hechos generalizados con lo que se busca desfigurar el avance en la construcción socialista, el papel del Partido y el protagonismo del pueblo chino; ejemplo de historiadores que usan estos métodos para publicar y vender sus publicaciones son los Montefiore, los Schoenhals, los MacFarquar y demás historiadores al servicio de la burguesía.
Antecedentes inmediatos
Los hechos concretos sirven de material para definir los intereses de las clases sociales; en el caso de China se evidenció, con la destitución del ministro de defensa Peng Dehuai (junio de 1959), el interés que escondían los pro-capitalistas de afianzar su dominio en el aparato estatal y en los órganos del Partido Comunista, para direccionar el país en interés de sus privilegios personales o en perspectiva de un país donde la lucha se evidenció en tres grandes temas: 1. minimizar la lucha ideológica y política con la Unión Soviética (país que ya había cambiado su rumbo y donde la burocracia estatal fortaleció su dominio) que finalmente se agudizó en 1962. 2. modernizar el ejército en detrimento de los planes económicos para la mejora de la producción campesina. 3. restituir a los viejos funcionarios que se mostraban reticentes y opositores a las iniciativas populares como el caso de Pen Dehuai.
Para lograr imponer sus puntos de vista los seguidores del camino capitalista en China no usaron una táctica de ataque frontal, sino la de minar la unidad generando descontento desde posiciones seguras y para ello utilizaron los medios de expresión del Partido, porque con fraseología revolucionaria querían atacar la revolución y las conquistas obtenidas, iniciando, como vimos en el artículo anterior, con la publicación de más de un centenar de escritos donde se promovían personajes históricos afines a los intereses de privilegio y la restitución de funcionarios retirados de sus puestos a través de la comparación histórica.
En apoyo de Pen Dehuai estaba un grupo de altos funcionarios entre ellos Peng Chen1
, Wu Leng-si2
, Liu Ting Yi3
y Luo Rui-ching4
quienes con ayuda de otros funcionarios como Wu Jan, vicealcalde del comité municipal de Pekín, autor de la obra La destitución de Hai Rui (1961) buscaban apoyar la restitución del anterior ministro de defensa; su labor de zapa en el movimiento no se limitó solo a la escritura, consistió también en elegir a título personal y mediante sobornos varios funcionarios en diferentes puestos estatales, con lo que garantizaban su fidelidad para promover una línea de actuación distinta en cada una de las entidades e instituciones del gobierno; parte de ello fue la promoción de viejos terratenientes, ex campesinos ricos y académicos con puntos de vista burgués para promover el Movimiento de Educación Socialista con lo cual disfrazados de revolucionarios e investidos de influencia comenzaron a direccionar en un sentido burgués la educación de miles de personas, igualmente conformaron un grupo propagandístico para difundir mensajes contrarios a lo que se buscaba con el Movimiento de Educación Socialista y para ello usaron varios medios de expresión como la revista Qianxian (Frente) de Pekín; el Beijing Ribao (Diario de Pekín) y el Beijing Wanbao (Vespertino de Pekín), los tres dirigidos por Teng Tuo. De igual forma consolidaron sus posiciones en los centros universitarios de Pekín; de allí que el punto inicial de resistencia ante esta línea política fuesen las universidades que en solo esa ciudad su número ascendía a 39 centros en los cuales estaban adscritos varios colegios de secundaria; de allí que los estudiantes fuesen en un primer momento la fuerza impulsora de la resistencia a esta línea de derecha en la educación.
1 Miembro del Buró Político del PC chino, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, vicepresidente del Comité Nacional del Consejo Consultivo Político del Pueblo Chino, y alcalde de Pekín hasta fines de 1965. Su influencia después de su destitución en el Comité Municipal de Pekín, en el de Shanghai, y en los gobiernos de 17 provincias chinas era considerable.
2 Director del Renmin Ribao (Diario del Pueblo), diario oficial del Gobierno, y director también de la Agencia Nueva China (Sinjuá Che), que controla todas las informaciones que se reparten en China.
3 Ministro de cultura y jefe de propaganda del Comité Central del Partido Comunista.
4 Luo Rui-ching, que en enero de 1965 había sido designado también viceprimer ministro del Consejo de Estado, por Decreto del Presidente de la República Popular China, Liu Shao-chi. Aliado de Pen Dehuai.
Los primeros pasos de la Revolución Cultural
Con la crítica a los tres escritores revisionistas Deng Tuo, Liao Mo-Sha y Wu Jan conocidos como la Aldea de las tres familias se comienza a dar una batalla en el terreno ideológico contra las posturas que reivindicaban el pasado, adulaban el enriquecimiento personal y promovían ideas individualistas en sus escritos; estos escritores tenían el control estatal en ciudades tan grandes como Pekín, la industrial Shanghái y en otras zonas, además de puestos de dirección en la nación y el Partido Comunista. Era inviable e improcedente tomar medidas administrativas para retirarlos de sus cargos, pues ello a la final no aclaraba el sentido de la lucha, no movilizaba a las masas y no resolvía el centro de la discusión.
Ante la crítica de los revolucionarios contra estos escritores revisionistas, el jefe de los opositores Peng Chen levanta cabeza y descubre su posición, ya que al considerar la discusión contra Wu Juan un asunto meramente académico donde no se tiene relación con los debates ni la vida política del país, se pone al lado de quienes no permitían publicar escritos en contra de su grupo en Pekín, con lo cual mostró sus intenciones; la crítica y batalla a tales posiciones no se hizo esperar y la decisión de despojarlos de sus cargos se hizo efectiva después de analizar su actuación, aclarando que no se les destituyó del Partido, solo se le retiraron sus funciones en Pekín.
En plena primavera
La circular interna del Partido del 16 de mayo de 1966 critica las posturas defendidas y ejecutadas por Peng Chen. Sus conclusiones fueron claves para darle un inicio diferente a la Revolución Cultural, ya que por medio de esta circular se insta a involucrar a las masas en el debate y descubrimiento de los elementos burgueses en las filas del Partido o en los puestos del Estado, tomando nuevos bríos la lucha contra la Aldea de las tres familias.
Este llamado es escuchado por las masas descontentas y se produce un ascenso de la Revolución Cultural en las universidades, apareciendo el 25 de mayo el Primer Dazibao (cartel de grandes dimensiones) marxista leninista en la Universidad de Pekín firmado por siete personas, en este se criticaba el actuar de tres altos dirigentes del Partido en la universidad, todos ellos involucrados con Peng Chen. El modelo de la denuncia fue un ejemplo para todo el país; la crítica se hace pública y se llama a rendir cuentas a los criticados para probar ante las masas si su actuar es correcto o errado.
El 29 de mayo se comienzan a juntar pequeños grupos de estudiantes de secundaria adscritos a la universidad de Pekín, de Tsinghua conocidos posteriormente como la guardia roja cuya finalidad consistía en organizar la denuncia, expresar su descontento y exigir cuentas. Ante los Dazibaos y las primeras manifestaciones de estos grupos, los seguidores del camino capitalista pasan a la ofensiva; se inicia un periodo de enseñanzas conocido como los cincuenta días donde los revisionistas toman la iniciativa para controlar el alcance y las miras del movimiento.