Hoy se celebran 55 años del X Congreso del Partido Comunista (ml), en el que se presentó el rompimiento con el revisionismo del Partido Comunista Colombiano; a ese propósito queremos presentar las memorias de algunos viejos militantes comunistas quienes tuvieron el honor de participar en la lucha al lado de los más destacados dirigentes del movimiento obrero en Colombia que hicieron parte de ese proceso de construir un Partido verdaderamente revolucionario, que defendiera los intereses de la clase obrera y no estuviera a la cola de los partidos burgueses, como había sucedido con el PCC.
Empezamos por las del camarada Alberto publicadas en los números de Revolución Obrera 123, 124,125 del año 2004. Aun cuando son las memorias de su participación personal y por tanto limitadas, las publicamos porque dejan ver aspectos de esa historia que está por escribirse, por rescatarse, para rehacerla como parte de la construcción del Partido Comunista Revolucionario que tanto necesita el proletariado en Colombia.
RECORDANDO GRANDES CAMARADAS
Personalmente y a la edad de 16 años participé al lado de las masas en las duras y continuas jornadas contra la dictadura militar de Rojas Pinilla, tanto en la plaza pública como en los barrios donde violábamos el toque de queda apedreando las volquetas y camiones cargados de policías y soldados. En el año 1957 empecé a conocer el periódico Voz Proletaria y materiales marxistas. Con el triunfo de la Revolución Cubana me vinculé como militante en el Partido Comunista Colombiano. No obstante, mi voluntad de lucha por esa época, me encontré con una organización integrada por personas muy mayores y por su composición de clase no proletaria, pues el PCC en esta localidad lo integraban pequeños comerciantes, artesanos, agiotistas, intelectuales de diferentes profesiones y muy pocos obreros. Solamente en la Juco se aglutinaban estudiantes de universidades, de bachillerato y algunos obreros.
La Juco era utilizada por el PCC como un grupo de agitación y propaganda que giraba en torno a su máxima aspiración: participación en las elecciones burguesas en alianzas con grupos disidentes del partido liberal burgués. De hecho, ya en el partido y en la Juco se cuestionaba el pacifismo y el electorerismo, pues también a nivel internacional había surgido una lucha ideológica entre líneas y contra los oportunistas.
Recuerdo que aún se discutía sobre la traición al Marxismo Leninismo por parte de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, bajo la dirección de Tito, que renegó del Internacionalismo Proletario abrazando el nacionalismo y la defensa de la sacrosanta propiedad privada, lo cual confirmó el XX Congreso del PCUS en su línea de LAS TRES PACIFICAS Y LOS DOS TODOS.
En la célula No. 1 del PCC donde yo militaba se libraba una aguda lucha ideológica contra las elecciones y el pacifismo del partido. Tal era el ambiente cuando conocí a varios destacados dirigentes marxistas leninistas que darían vida al Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista.
El Camarada Francisco Garnica
Fue convocada una Conferencia ampliada de la Juco y el PCC con delegados de varias regiones del país. Temario: próxima campaña electoral y la participación de los comunistas. El Salón de la Federación de Caldas (Fedecaldas) donde fue realizada, fue pequeña para tanta gente; había llegado del Valle el camarada Garnica con otros compañeros. Yo me encontraba al fondo del escenario, hubo varias intervenciones, pero defensoras de la línea del IX Congreso donde se hablaba de las alianzas para participar en las elecciones acorde con la Dirección del Comité Central.
Al Camarada Garnica no obstante pedir la palabra, se la iban relegando para darle paso a los incondicionales. Fue entonces cuando él saltó al escenario y entonó una enérgica oratoria que hizo temblar la audiencia: apasionadamente se refirió al electorerismo y al pacifismo como negativos para la lucha de las masas, proclamó la necesidad de la huelga para dirimir los conflictos obrero patronales, de encadenar estos conflictos hacia una huelga general (huelga política de masas). En ese momento, un mamerto pidió la palabra para rebatir a Garnica argumentando que el Partido también apoyaba la revolución, pero que no había condiciones, sustentando su interpelación al orador con las «famosas» autodefensas campesinas de Pato, Guayabero, Marquetalia y Rio-Chiquito. Lo cual Garnica denunció como una futura masacre, por su aislamiento de las masas, la falta de organización e independencia política, donde el Partido no tenía injerencia.
Para rematar su discurso, poniendo como ejemplo la Revolución Rusa de 1905, donde huelgas aisladas fueron ligadas por el Partido Bolchevique en una gran huelga política de masas, donde se creció la organización legal y hubo enfrentamientos armados en varias ciudades, destacando la actitud de los bolcheviques frente a mencheviques y oportunistas, como frente al renegado Plejánov quien dijo «no se debió haber empuñado las armas».
Su discurso fue cortado y la mesa directiva cedió la palabra a otro mamerto, pero el camarada Garnica recibió aplausos de la mayoría de los asistentes. Los otros oradores mamertos continuaron sus arengas contra Pacho tildándolo de divisionista, chinista, etc. y de estar contribuyendo a la división del PCC y la Juco en el Valle y en el Departamento del Magdalena y otras regiones.
Como no le permitieron más el uso de la palabra, se retiró, no sin antes agitar consignas como: ¡Viva el Marxismo-Leninismo! ¡Viva la Revolución! ¡Abajo el pacifismo y las elecciones! Creo que fue la última intervención del camarada en este regional en un acto de masas.
Posteriormente, al año o año y medio siguiente, se hizo la convocatoria para el X Congreso del Partido, citado por la mayoría de los comunistas, donde personalmente participé empapelando con afiches alusivos a la convocatoria, tanto en sindicatos, sitios de residencia de los mamertos y lugares públicos; la célula No. 1 mamerta donde yo militaba, como ejemplo, de seis integrantes de ese organismo y tras varias discusiones, cuatro camaradas nos separamos en apoyo a la convocatoria al X Congreso, donde se reestructuró el Partido en el Marxismo-Leninismo, se aprobó una línea política revolucionaria y se eligió nuevo Comité Central, donde quedó como Secretario General el inolvidable camarada Pedro Vásquez Rendón.
Inmediatamente pasado el Congreso, a los pocos meses, 2 o 3, volví a ver al inolvidable Pacho. Fui citado por un miembro del Comité Regional (yo militaba en un organismo de base) para que sirviera de «campanero» porque llegaba un importante camarada en una camioneta por la vía al Magdalena y el Comité Regional de aquí lo esperaba para una comida en un restaurante que en ese tiempo se ubicaba al frente del Instituto Universitario (creo que era La Fonda), pues el camarada viajaba con armamento para un sector del Valle del Cauca. Mi actividad era cuidar el vehículo e informar cualquier acto sospechoso, pues Pacho continuaría esa misma noche a su destino en el Valle.
Cuando llegó el vehículo, se bajaron dos camaradas, entre ellos, Pacho, me relacionaron como militante y de confianza. Me estrechó la mano y más o menos ocho personas ingresaron al restaurante. La sola entrada a ese sitio causó un gran alboroto que casi pone en riesgo la vida o la libertad de los camaradas. No sabíamos que los mamertos se encontraban esa noche en una gran parranda de comilonas y alcohol, pues festejaban «otro aniversario» de la fundación del partido originado en 1930.
Nuestros amigos trataron de retroceder para evitar estas malas y policiacas compañías, pero Pacho con ironía fue retenido por los mamertos, creo que fue así según me informaron: «no se devuelva ex-camarada, usted se avergüenza del aniversario del Partido»… alguien más dijo: «no, es que ya se sienta con los divisionistas chinos». Pacho respondió verbalmente a la agresión, pero como trataron de retenerlo a la fuerza, se vio obligado a sacar un arma de fuego y los mamertos quedaron petrificados. Inmediatamente, sin comida, ni acompañantes, excepto quien viajaba con él, emprendieron la retirada sin probar un bocado y continuaron su marcha saliendo de Manizales. Fue la última vez que lo vi, pues en diciembre de ese año fue brutalmente torturado y asesinado en una brigada militar.
El camarada Garnica se graduó de bachiller en un colegio de Cali, desde allí ya participaba en la actividad revolucionaria, estaba presente en todas las luchas, agitando, haciendo discursos. Se ganó el cariño de los obreros, campesinos y destechados de Cali. A él, se le debe haber bautizado al viejo Partido como mamerto.
Alguna vez le pregunté a Carlos Alberto Morales (otro inolvidable camarada del cual les cuento más adelante), por qué el remoquete de mamertos a los revisionistas y me respondió: «mamerto es un nombre propio de la lengua española, muy conocido en algunos países, este personaje lo asimilan a un tipo ingenuo, achapado a la antigua, muy pacífico, etc. Y en el caso del PCC de remate, por haberse mamado de la lucha. Pero además por un hecho curioso del cual sacó partido el ingenio de Pacho, pues en el Comité Central del PCC se encontraban algunos burgueses, como Gilberto Vieira, Filiberto Barrero, nombres todos terminados en bertos y en ertos a los cuales se enfrentó el camarada Pedro Vásquez Rendón; cualquier día, en medio de un agudo debate, un compañero le preguntó a Garnica: «¿Por qué se alejó de la organización, si Ud. ha sido muy apreciado por los camaradas Gilberto, Filiberto… dirigentes del Partido?» y éste respondió: «No quiero ser amigo de ningún Gilberto, Filiberto… ni de ningún mamerto…»
El Camarada Carlos Alberto Morales
Fue el camarada que más contacto tuvo conmigo, pues permanecía en Manizales durante varias semanas, se ausentaba al trabajo revolucionario y volvía a estar pendiente de la construcción del Partido en este Regional. Con él, participamos en charlas de carácter político en varios sectores obreros sobre la reestructuración del Partido y sobre la plusvalía, sobre el materialismo histórico, etc. (yo continuaba militando a nivel de célula). Él era más bien partidario del trabajo clandestino a nivel de grupo, pues nunca lo vi participar en oratoria o agitación a nivel de masas, pero eso sí, muy convincente, estructurado políticamente y muy convencido de la revolución proletaria.
Escuchaba a las masas, tomaba apuntes, hacía claridad, preguntaba y orientaba. No quedaba satisfecho si persistían las dudas. El camarada Carlos Alberto Morales, es un ejemplo de paciencia, tenacidad, consagración a la causa revolucionaria. Era alumno antes que maestro, muy diferente a otros camaradas que se toman la palabra en una reunión y limitan la participación o expresión de los demás contertulios.
Yo trabajaba al servicio de una compañía imperialista y allí inicialmente se formó un Círculo de Estudio con 5 obreros; el camarada Carlos estaba antes de la hora, si faltaba por casualidad un compañero de los cinco, me delegaba para que lo visitara en su casa y lo invitara recordando la cita prevista y me recomendaba: «Primeramente salude muy fraternalmente a su familia, no recrimine al compañero inasistente, preocúpese por su estado de salud o de ánimo y haga lo posible por traerlo personalmente. Si es que no puede, comprométalo para próxima fecha». Así actuaba el camarada. Unas veces se alojaba en residencia de algún camarada, otras en mi apartamento. Cuando teníamos oportunidad de comer, él lo hacía muy frugalmente y comparaba la escasa comida de los proletarios con los manjares burgueses y me decía: «Cuando compartas un humilde plato con un obrero, jamás hagas malos gestos, o desistas diciendo que te hace daño, esto ofende al anfitrión, saborea un plato de arroz con el mismo gusto que unos langostinos o comida exquisita». Más o menos es lo que recuerdo de este gran camarada.
Cuando fue a partir me obsequió como recuerdo una boina vasca, nuevecita que me fue hurtada por un amigo y al cabo de los años me la regresó ya ajada. La última vez que traté con él personalmente, fue mes y medio antes de su trágico asesinato en diciembre de 1965.
El Camarada Ricardo Torres
No tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, solamente tengo conocimiento que fue un proletario que se desempeñaba como profesor, que se consagró a la causa y lucha revolucionaria de la clase obrera en el Valle del Cauca como miembro del Partido Comunista de Colombia (ml) y que también fue vilmente asesinado con Francisco Garnica y Carlos Alberto Morales.
El Asesinato de Tres Titanes
Los tres camaradas, Carlos Alberto Morales, Francisco Garnica y Ricardo Torres, se encontraban haciendo un trabajo político en una vereda del Valle por los lados de Guacarí. Venían de regreso, acompañados de un campesino que como escolta se encontraba armado, era la época en la cual el presidente Guillermo León Valencia se había empeñado en «pacificar» el país a sangre y fuego.
Los cuatro fueron detenidos por un inspector de policía, que los entregó a la Brigada. Cuentan que les fracturaron los huesos a golpes (hoy son motosierras), les reventaron el rostro, a uno le sacaron los ojos, a otro le abrieron el vientre, pues según los militarotes, tenían tragados documentos secretos, los castraron (todo ello estando vivos los camaradas). FUERON VALIENTES MÁRTIRES DEL PROLETARIADO, negaron todo, no conocían enlaces, ni armas, ni documentos. Por ello se saciaron en la tortura. Ya como estaban inútiles, los remataron a bala. Como a los tres días aparecieron sus cuerpos tirados en la carretera e irreconocibles por la tortura y la bala recibida.
El asesinato de los camaradas ocasionó graves daños al Partido, dado que todavía en la región no existían organismos consolidados y sólo después de varios años logró constituirse el Regional Carlos Alberto Morales en homenaje al inolvidable camarada. Yo quedé vinculado a una de sus células de base.
La Liquidación del Partido y mi Reencuentro con el Marxismo Leninismo Maoísmo
En la década del 70, cuando se agudizó la lucha de líneas en el Partido, entre la Línea Oportunista de «Izquierda» y la Línea Proletaria, una compañera del Comité Central me visitó en dos ocasiones, querían que acatara las directrices de la LOI en contra de la orientación correcta que la Línea Proletaria llevaba adelante, y en contra de reconocidos camaradas. Me negué rotundamente y continué participando al lado de las masas en las Brigadas Patrióticas Populares y muy cerca de varias organizaciones sindicales.
A finales de los 80 se había liquidado el Partido debido a las diferentes fracciones en el PCC (ML) y a su desnaturalización por parte de la Línea Oportunista de «Izquierda» -LOI-; me fui a trabajar a Venezuela, regresando nuevamente en agosto de 1990 ¡Cuál fue mi alegría cuando un amigo me ofreció la revista Contradicción! desde ahí empecé nuevamente a estudiar y participar en la lucha de clases activamente ¡Volví a encontrarme con el marxismo-leninismo-maoísmo!