María Cano: la voz de la insumisión

María Cano: la voz de la insumisión 1

«María Cano es la única mujer, de Colombia y de América, que ha logrado encarnar, en un momento de la historia, toda la angustia y todos los anhelos de un pueblo. De mar a mar y del macizo andino del sur hasta la Sierra Nevada de Santa Marta, llevó su voz como campana de oro, despertando a las gentes del largo sueño de la colonia española y del nuevo coloniaje del imperialismo yanqui».
Ignacio Torres Giraldo

En tiempos en que Colombia estaba ideológicamente dominada por fuerzas reaccionarias, cuando la hegemonía conservadora corroía los precarios aparatajes institucionales, cuando la iglesia guiaba al pueblo hacia el oscurantismo, cuando la precariedad de los medios de comunicación sumía al país en el aislamiento, levantar la mirada para vislumbrar futuros diferentes era un acto de audaz rebeldía.

En medio de esta atmósfera opresiva, una mujer emergió. Menudita y ágil, de manos y pies pequeñitos, blanca aperlada y adornada de unos grandes ojos castaño oscuro; poseedora de una voz vibrante y de una amplia cultura que enriquecía sus discursos, esa mujer desafió las normas establecidas para agitar el panorama político y social de Colombia. Esa mujer fue la camarada María Cano.

María de los Ángeles Cano Márquez nació el 12 de agosto de 1887, en Medellín. Fue la menor de siete hijos dentro del hogar de Rodolfo Cano Isaza y Amelia Márquez Cano.

Cuando la estrella roja destelló en el cielo de la Rusia de 1917 su brillo se extendió hasta Colombia y dio claridad a muchos jóvenes intelectuales de aquella época, entre ellos a Miguel Ángel Agudelo y Abel Farina, quienes hicieron parte del Centro Prosoviético Claridad, y con los que se relacionó la treintañera María Cano.

El 25 de julio de 1925 inició el 2.º Congreso Nacional Obrero, importante evento proletario con el cual se fundó la Confederación Obrera Nacional (CON) y en el que participó el camarada Ignacio Torres como secretario y el indígena Quintín Lame como vicepresidente. En ese congreso los obreros aprobaron que se invitara a todas las organizaciones sindicales a la lucha en contra del uso de bebidas embriagantes, que se creara un libro negro donde la CON llevase un registro de las personas que fueran enemigas o traidoras de la lucha obrera y formara una comisión de estudio para las problemáticas agrarias. Igualmente, fue en este congreso que el proletariado colombiano decidió adherirse a la Internacional Sindical Roja (ISR), federación sindical internacional que funcionó entre 1921-1937, bajo la tutela de la III Internacional.

Gracias a su trabajo en la promoción de la educación entre los obreros y a su activismo en las causas sociales en favor de los pobres en la ciudad de Medellín, el 21 de noviembre de 1926, María Cano fue nombrada como parte de la mesa directiva del 3.er Congreso Obrero, que fue en el que se creó el Partido Socialista Revolucionario (PSR). Aunque dicho partido se adhirió a la III Internacional, programáticamente no adoptó el marxismo y, por tanto, no hubo una ruptura significativa con el liberalismo radical, aunque ello no implicó que existieran intelectuales que asumían las posiciones proletarias y los métodos de organización proletaria.

En ese mismo 3.er Congreso Obrero, María Cano fue proclamada como la «Flor del Trabajo»; en aquel tiempo era usual que a las flores del trabajo se les nombrara una junta asesora para que se dedicaran a realizar labores benéficas y asistencialistas, pues se creía que esa era la vocación de las mujeres. Pero, como era de esperarse, María Cano asumió el cargo y fue una «Flor del Trabajo» totalmente diferente, caracterizándose por su irreverencia, rebeldía y progresismo, pues emprendió acciones populares que daban al traste con los esquemas sociales establecidos y dominantes acerca del papel marginal de la mujer; por el contrario, María Cano estímulo la participación cultural, social, organizativa y política de las mujeres colombianas.

Y no podía ser de otra forma, pues como responsabilidades dentro del PSR, la camarada María Cano debía organizar conferencias, publicar artículos de diversos temas, organizar manifestaciones, visitar cárceles para dar aliento a quienes se encontraban privados de su libertad a través de la conformación de comités pro presos políticos, por ello participó en la defensa de Quintín Lame, el gran dirigente indígena que se hallaba preso en Ibagué. Además, debía visitar fábricas y talleres para enterarse de las condiciones en que se encontraban los trabajadores y vigilar de cerca a los patronos; esta tarea era de vital importancia en un tiempo en el que en las fábricas de Medellín laboraban cerca de 2000 niños y las mujeres obreras trabajaban largas jornadas con un salario equivalente al 40 % del que devengaban los hombres. La camarada María Cano también debía recaudar fondos con destino a la construcción de la Casa del Obrero de Medellín y organizar juntas seccionales en todos los barrios obreros de Medellín con el objetivo de que sirvieran de comunicación entre el Comando central y los obreros de los barrios, de tal forma que, dio inició a sus famosas giras donde en coordinación con los comités obreros de las localidades que visitaba reunían a cientos de trabajadores para exigir mejores condiciones laborales, llevar las directivas del congreso y establecer lazos de solidaridad y apoyo entre las diversas regiones.

María Cano fue y es símbolo de la lucha política partidaria, quien realizó siete giras políticas por diferentes pueblos y ciudades, desde Buenaventura, en el mar del Pacífico, hasta Santa Marta en el mar del Atlántico. Tuvo contacto directo con la vida difícil de los trabajadores y su voz de mujer combativa encendió llamas de inquietud revolucionaria hablando del problema de las tierras, de los salarios, del derecho a una vida realmente humana, de la existencia del gran movimiento de masas de Colombia, del ejemplo de liberación del pueblo ruso; de la necesidad de levantarse para exigir los tres ochos (888): 8 horas de trabajo, 8 horas de estudio y 8 horas de descanso, al igual que luchó contra la pena de muerte que quería reimplementar el partido conservador, contra el papel pasivo que le era otorgado a la mujer y contra la ignorancia en que sumían al pueblo a través de la bebida y la desinformación.

Para 1927, María Cano ayudó a preparar la segunda huelga de los obreros de la Tropical Oil Company (Troco); además, junto a sus camaradas socialistas crearon la Cooperativa Obrera Tipográfica en Medellín, con la que lograron adquirir una antigua imprenta para publicar La Justicia, un periódico dirigido por María Cano y con el que se difundieron las ideas del socialismo revolucionario en Antioquia.

Hoy más que nunca, la realidad nacional e internacional necesita la participación decidida de la mujer en la vida social y política, urge que la voz rebelde de María Cano continúe resonando fieramente, que se sepa que su legado perdura y que las mujeres nos seguimos organizando dentro del movimiento obrero y dentro de su vanguardia para conquistar un mundo mejor.

María Cano, abandonando el papel de simple ama de casa, de madre inagotable, irrumpió en los espacios que le eran vedados a la mujer para integrarse a la lucha obrera y popular; abrió la brecha y marchó hombro con hombro junto a sus camaradas que reconocieron en ella el poder, la fuerza y la capacidad de las mujeres revolucionarias que asumen la gran tarea socialista.

María Cano, una combativa mujer que reconoció la importancia de que el proletariado y el campesinado colombiano cuenten con una organización dirigente de la revolución y por ello contribuyó al nacimiento de una de las primeras organizaciones de partido proletario en Colombia.

Sabemos que, en calles, barrios, fábricas, talleres, universidades, colegios, hospitales, almacenes, restaurantes, veredas… hay decenas de mujeres que se esfuerzan por seguir el ejemplo de la camarada María Cano y las demás revolucionarias que abrieron el camino hacia el porvenir de una sociedad organizada en la igualdad, la justicia y la paz que solo podrá alcanzar la dictadura de los oprimidos.

Las llamamos a ustedes, compañeras, a sumarse a la tarea iniciada por nuestra Flor del Trabajo, a construir la organización que guie ─con sabiduría proletaria─ a hombres y mujeres por el camino de una auténtica revolución socialista en Colombia, una revolución que ponga fin a las verdaderas causas de la opresión a la mujer: la propiedad privada sobre los medios de producción y el sistema capitalista.

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