El 26 de abril de 1967 murió la insigne dirigente de la clase obrera colombiana María Cano o mejor conocida como la flor del trabajo, a sus 79 años su corazón dejo de latir dejando un valioso legado de lucha que aun hoy recordamos con efusión.
Nacida del seno de una familia culta e intelectual en el año 1887 en la ciudad de Medellín, María Cano creció en un ambiente marcado por la disputa y la influencia de las ideas liberales de la época, participó en ediciones de revistas y periódicos de corte liberal, acogiendo además la pluma, la cual la comienza a familiarizar con la problemática de la mujer. Hasta el momento, toda su actividad se podría decir que la preparaba y maduraba políticamente para la auténtica participación de la lucha política y obrera en el país.
Su acercamiento con el mundo obrero se da por el año 1924, cuando con mucho esfuerzo logró crear una biblioteca popular gratuita en la cual invitaba a los obreros a adiestrarse en la literatura y las letras, convidando cálidamente a los trabajadores de la región con la siguiente frase “para que gustéis conmigo el placer exquisito de leer”. Ya para el siguiente año se destacó como dirigente comprometida y capaz de la región, pues para el 1 de mayo de 1925 fue proclamada por artesanos y obreros con el seudónimo de “la flor del trabajo”. Participó además en la edición del periódico Rebelde. Inició su lucha por la organización del movimiento obrero participando en recolectas solidarias para los mineros en huelga. Se fogueó por primera vez en la lucha de clases en las huelgas mineras de los municipios de Remedios y Segovia, en el departamento de Antioquia. Allá defendió acérrimamente los intereses de más de 5 mil mineros sublevados contra las compañías imperialistas, luchando por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
Jugó un importante rol en el III Congreso Nacional Obrero en el año 1926, en el cual se fundó el Partido Socialista Revolucionario (PSR); por aquel entonces, muchos intelectuales se habían unido al movimiento obrero en auge y radicalización, destacándose insignes dirigentes como Ignacio Torres Giraldo, Tomás Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha y otros.
María Cano en aquel periodo se encontraba en el apogeo de su carrera política, era una impecable y aguerrida oradora, participaba en las tarimas y llevaba las ideas revolucionarias a las masas populares, convirtiéndose en una piedra en el zapato para las reaccionarias clases dominantes, que en varias ocasiones la llevaron a la cárcel; su gran aporte al movimiento obrero fue haber generado la conciencia de la lucha por los 3 ochos (ocho horas de trabajo, ocho horas de libre albedrio y ocho de descanso). También se preocupó por el movimiento campesino, tal fue su experiencia con los campesinos de Viotá, a quienes les ayudó a fundar el Socorro Rojo, una organización para luchar por sus tierras.
En 1928 realizó un intenso trabajo entre los proletarios agrícolas en huelga en el departamento del Magdalena en contra de la imperialista United Fruit Company; cerca de 30 mil trabajadores en condiciones miserables se declararon en huelga, las llamas de la rebelión se extendieron en toda la región bananera y pueblos aledaños. El 5 de diciembre de 1928 la huelga fue aplastada por el Ejército Nacional bajo la orden del entonces presidente Abadía Méndez. Dicha derrota del movimiento, llevó al traste al PSR, muchos de sus dirigentes entraron en bancarrota y se apartaron de la lucha. Las causas de la derrota en la huelga de las bananeras residen en que el movimiento político obrero aún se encontraba en su periodo de infancia, sumada a la fuerte influencia de los intelectuales que defendían ideas erróneas como el putchismo, el menosprecio del papel de las masas, y en confiarse en demasía de las fuerzas liberales “radicales” quienes supuestamente liderarían la revolución. Después de la derrota se fundó el Partido Comunista de Colombia (PCC) en el año 1930, bajo las orientaciones y ayuda de la Tercera Internacional tratando de expiar y condenar los errores del pasado, pero a tan solo 5 años de su constitución, pasó a ser el partido furgón de cola del partido liberal, un partido de reformas y de renuncia a la lucha de clases.
Posteriormente a la derrota de la huelga de las bananeras, María Cano se marginó de la lucha política, retornando a su vida intelectual. Aun así, el legado de María Cano es recordado hasta nuestros días por participar activamente en la lucha del movimiento sindical en un periodo denominado como periodo heroico, tiempo en el que incluso cualquier tipo de organización obrera estaba prohibida por ley, un tiempo de adversidades que fue roto por la movilización y organización de los trabajadores por encima de la represión y las leyes prohibitivas. Los grandes dirigentes del siglo pasado, demuestran cuán grande ha sido la maduración y desarrollo del movimiento obrero en Colombia, y dentro de él, María Cano ocupa un lugar al lado de grandes dirigentes como Ignacio Torres Giraldo, Raúl Eduardo Mahecha, Francisco Garnica, Libardo Mora Toro y Pedro Vázquez Rendón entre otros.