«Un fantasma recorre Europa: El fantasma del Comunismo…», así comenzaban a escribir Karl Marx y Friedrich Engels uno de los textos más trascendentales y determinantes para la Historia de la humanidad: El Manifiesto Comunista, publicado un 21 de febrero como hoy, en el año 1848.
El proceso de industrialización de Europa en el siglo XIX y después en todo el mundo, consolidó el capitalismo como el sistema económico, y por ende de poder, dominante y hegemónico en todo el planeta, basado en la propiedad privada de los medios de producción, cuya fuente de riqueza es la explotación asalariada de las y los trabajadores. En este contexto y ante la monopolización del mercado internacional, es decir, con la conversión del capitalismo en un sistema imperialista, la Clase Obrera Mundial se vio homogenizada en tanto los obreros de todo el planeta eran explotados por el mismo sistema, y por ende, se hacía necesaria una herramienta que les sirviera para romper con ese sistema de opresión. En aquellas condiciones y con una base filosófica y antropológica increíble, Marx y Engels redactaron un manifiesto que recogía los análisis y consignas más inmediatas y viables para la lucha proletaria, un Manifiesto Comunista que en manos de los obreros se constituyó en un arma letal para la burguesía.
La imperialista Primera Guerra Mundial (1914-1918) generó, junto con otra serie de acontecimientos, un ambiente propicio para el surgimiento de partidos comunistas en toda Europa, el mas fuerte y exitoso en su lucha fue el Partido Bolchevique de Rusia, que tras años de una intensa lucha de obreros y campesinos contra el poder zarista lograría conquistar violentamente el poder en un frío octubre de 1917, y esto sentaría un precedente histórico que serviría como referente para la Clase Obrera Mundial en la lucha por su emancipación. Se desataron movimientos revolucionarios en todo el mundo, antes de la imperialista Segunda Guerra Mundial tuvo un papel particular el movimiento revolucionario español en el que los comunistas españoles entregarían sus vidas combatiendo el fascismo, fascismo que sería vencido definitivamente en 1945 mientras una bandera roja con la hoz y el martillo, la bandera del comunismo se alzaba en el centro de Berlín.
En el contexto de la postguerra alcanzaría su punto más álgido otro importantísimo proceso inspirado por el Manifiesto Comunista: la Revolución China, que bajo la dirección del Partido Comunista y el gran dirigente Mao Tse-Tung alcanzaría logros invaluables para los trabajadores chinos, su mayor aporte al Movimiento Comunista Internacional fue la Gran Revolución Cultural Proletaria.
En la Guerra Fría el Manifiesto Comunista atizó movimientos revolucionarios en todo el mundo, desde Asia Oriental hasta el Mar Caribe, desde Europa Oriental hasta el Cono Sur Americano, desde las colonias africanas hasta las nacientes repúblicas del Medio Oriente, y desde la caída de la Unión Soviética surgirían muchos más, hasta nuestros días, ahora inspirados por la avanzada ideológica más efectiva que se basó en el Manifiesto Comunista: El Marxismo-Leninismo-Maoísmo. India, Filipinas, Nepal, Perú, Turquía, entre muchos otros países cuentan con procesos revolucionarios que tienen a la mano el Manifiesto, pues su aporte para la ideología de nuestra clase es incalculable.
Hoy más que nunca, si de verdad queremos un cambio real en nuestra sociedad, debemos volver a este tipo de textos, estudiar las propuestas que los seguidores de Marx y Engels nos han legado desde hace décadas y concienciarnos sobre nuestra realidad más inmediata, pues por algo es que la burguesía le teme a este fantasma comunista, porque sabe que la indoblegable lucha inspirada por el Manifiesto y la ideología comunista en general es realmente poderosa y puede tener la fuerza para acabar con su dominio de pobreza y explotación.
El Manifiesto y demás textos redactados por revolucionarios de todos los países hoy nos dan herramientas para organizarnos y luchar efectivamente contra la burguesía y el capitalismo que la sostiene en el poder, pues tal y como termina el mismo Manifiesto, La clase dominante puede temblar ante una Revolución Comunista, los trabajadores no tienen nada que perder en ella, más que sus cadenas, tienen, en cambio, un mundo entero por ganar…