Apuntes sobre los aportes de Lilina Zlata al movimiento obrero y femenino

Apuntes sobre los aportes de Lilina Zlata al movimiento obrero y femenino 1

«El año 1919 fue para las mujeres trabajadoras de Europa occidental un año de lucha activa, feroz e incansable por la igualdad política. Este año de lucha fue al mismo tiempo un año de victoria. Las mujeres de Alemania, Austria, Inglaterra, Italia, España y Holanda han obtenido reconocimiento a su favor, reconocimiento legal al menos, de la totalidad o parte de los derechos reservados para los hombres. Las mujeres ganaron, pero esta victoria es ficticia, porque los derechos políticos son un arma poderosa para construir una sociedad libre cuando todo el poder está en manos de los trabajadores y los campesinos. Y este año de lucha ha demostrado a los trabajadores europeos y americanos la evidencia de esta verdad. Les demostró que, mientras la burguesía permanezca en el poder, ni el derecho al voto, ni las instituciones parlamentarias pueden abolir la explotación capitalista. Les demostró que, en un período de feroz guerra civil, lo importante no es el derecho de elegir o ser elegido para tal o cual gobierno burgués, sino la toma del poder por las masas trabajadoras, la dictadura del proletariado. Hasta que esta dictadura sea firmemente establecida, todas las mejoras parciales en el campo económico o político solo serán castillos de naipes que se derrumbarán al primer choque de la burguesía».

Con este párrafo, y con toda la claridad política que aporta, inicia el artículo: Un año de lucha de las mujeres trabajadoras en Europa y América, de autoría de la Lilina Zlata. Lo cito aquí porque yo, como mujer y proletaria, me sentí recogida en sus palabras, porque desvanece falsas esperanzas, mientras conjura auténticas expectativas.

Tras ese párrafo, Lilina hace un balance de lo que fue la lucha del movimiento de las mujeres obreras entre 1919 y 1920 en países como Alemania, Austria, Checoslovaquia, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza, España, Países Bajos y EE. UU.

Para mí, este artículo de Lilina tiene la importancia de mostrarme reivindicaciones auténticamente femeninas y proletarias que las mujeres de nuestra clase han peleado desde hace ya más de un siglo; reivindicaciones que iban mucho más allá de la lucha sufragista a la que pretendía limitarlas el feminismo burgués, tal como hoy siento yo que lo hacen al pretender reducir las reivindicaciones de las mujeres solo a la lucha por el aborto (como decisión sobre los cuerpos y dejando de lado las situaciones económicas que muchas veces impulsan esa decisión) o contra los feminicidios (como si el asesinato fuese la única forma de «matar» mujeres, dejando de lado la vida no vivida a la que cada día las condena el capital).

En Un año de lucha de las mujeres trabajadoras en Europa y América, Lilina señala como, tras el alarde por la conquista del voto para la mujer, nada había cambiado en la vida cotidiana de las trabajadoras y, por tanto, las mujeres comunistas continuaban haciendo propaganda, no para llamar a la colaboración con las mujeres burguesas, sino para incitar a la clase obrera ─hombres y mujeres─ a la lucha por la obtención de la plenitud del poder y la implantación del socialismo; así como a la lucha inmediata contra el alto costo de la vida que hacía insoportable la situación de la gran familia proletaria mundial, «por el derecho al trabajo, por sus hijos hambrientos, por el derecho al pan […], contra la guerra y contra la paz de los bandoleros, contra la carga aplastante de los impuestos, el despilfarro de los fondos públicos y la especulación». Estas consignas, más allá de reivindicaciones netamente femeninas, tienen un marcado sello de clase proletaria, por tanto, como en aquellos tiempos, deben ser peleadas por hombres y mujeres sin distingo de sexo, pues ─como explotados─ luchamos contra un mismo enemigo y marchamos hacia una misma meta.

Igualmente, en su artículo Lilina señala cómo las mujeres comunistas, junto con la clase obrera, organizaron una vigorosa agitación impulsando la lucha por la equiparación del salario de las mujeres con el salario de los hombres, por el mejoramiento de las viviendas, la regulación de los precios de los alimentos, la organización de comedores públicos y comida gratuita para los ciudadanos pobres, porque el gobierno asegurara el empleo y la protección de las mujeres despedidas de las fábricas, así como también luchaban a favor de la protección a la maternidad y la infancia exigiendo «para las trabajadoras embarazadas un período de descanso de 8 semanas antes y después del parto, con retención del salario habitual, más asistencia médica gratuita para las mujeres que han dado a luz y para las madres que amamantan a sus hijos».

De todos estos derechos, que la clase obrera en su conjunto conquistó con lucha revolucionaria o con la toma del poder en Rusia y China, ahora fanfarronea la burguesía mostrándolos como dádivas de su parloteada democracia; tergiversando que fue el proletariado quien se las arrebató y la obligó a hacer tal reconocimiento a la clase que produce toda la riqueza que los parásitos burgueses acaparan.

Y Lilina continúa contándonos cuál era la tarea que asumía un movimiento femenino realmente revolucionario: «aliviar la miseria de las mujeres trabajadoras y de los niños hambrientos», tarea por la que hoy por hoy también es preciso pelear en lo inmediato, pero sin olvidar que, como bien lo señalaba Lilina en su texto: «Solo la dictadura del proletariado y el comunismo pueden crear para los trabajadores, en este dominio como en los demás, condiciones de vida humana».

Lilina también aborda el tema de cómo en aquellos tiempos la vanguardia del proletariado discutía acerca de la organización del trabajo entre las mujeres y sus relaciones con el Partido, de cómo se declararon a favor de la cooperación de los trabajadores y las trabajadoras en una sola organización, pero exigiendo, igualmente, la creación de un grupo especial para la agitación entre mujeres y para velar por los intereses de las mujeres trabajadoras.

Nos habla de las medidas que desde las organizaciones obreras se tomaron a favor de la mujer: la organización de diversos cursos profesionales especialmente para mujeres y se ocupaban de encontrarles trabajo al finalizar los estudios; la lucha porque las mujeres tuvieran libertad de cinco horas semanales para asistir a cursos de educación primaria, costura, etc.

Pese al título del artículo, es muy poca la información que brinda Lilina respecto a la lucha de las mujeres en América, lamenta que la compañera Kate Richards O’Hare fuera condenada a 5 años de prisión por su actividad socialista, por sus continuas protestas contra la criminal guerra y sus demandas de libertad para todos los trabajadores.

Bueno, eso fue un poco de lo que podemos aprender a través del texto de Lilina Zlata, ahora podemos pasar a ver algo acerca de su vida:

Lilina nació en una familia judía pobre, el 15 de enero de 1882, en el pueblo de Druya (Bielorrusia). Recibió en casa la educación elemental y completó el bachillerato en el Liceo de Mitava (Letonia). En 1902 empezó a trabajar como institutriz, y en ese mismo año se unió a la Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR).

Poco tiempo después se trasladó a Berna y tomó cursos de medicina, mientras colaboraba con los exiliados socialistas. Allí conoció a Lenin y, tras la escisión del POSDR en 1903, se volvió bolchevique.

Para 1905 Lilina volvió a Rusia y se estableció en San Petersburgo, donde trabajó como maestra y participó en la revolución democrática-burguesa de ese año. Tres años después, a principios de 1908, inició una relación amorosa con Grigori Zinóviev 1 y para el mes de noviembre tuvieron un hijo al que llamaron Stefan Radomyslsky.

En los primeros meses de 1914, desde el exilio, asesoró la revista Rabotnitsa, que había sido fundada por Konkordia Samoilova y otras bolcheviques de Petersburgo.
Junto a la gran Inessa Armand, Lilina formó parte de la delegación de mujeres que representó la posición bolchevique en la Conferencia de Mujeres Socialistas Contra la Guerra. La conferencia fue convocada por Clara Zetkin y se celebró en Berna, en abril de 1915. Pese a la participación de las bolcheviques, la conferencia aprobó un manifiesto pacifista sin el voto de la delegación bolchevique. Cuando el proletariado ruso tomó el poder en 1917, Lilina trabajó en asuntos relacionados con la educación y el bienestar infantil. El año siguiente (1918), ayudó a organizar el I Congreso Panrruso de Obreras y Campesinas, y en ese año también publicó su libro Soldados de la retaguardia–Trabajo femenino durante y después de la guerra.

En 1919, Lilina participó en las dos batallas victoriosas de defensa de Petrogrado frente a la amenaza del general blanco Yudénich, llamado por Stalin como «testaferro de la Entente».

En abril de 1920 participó como delegada en el Congreso Mundial de la Internacional Comunista Femenina y fue elegida para formar parte de su comité ejecutivo.

Aunque en 1925 participó en la Oposición de Leningrado, y en 1926-27 en la Oposición Unificada, que defendían la tesis trotskista que planteaba renunciar a la construcción del Socialismo en Rusia hasta que no triunfara la revolución proletaria mundial. En diciembre de 1927, el XV Congreso del Partido resolvió expulsar a todos los miembros de la Oposición, incluyendo a Lilina, ella inmediatamente se retractó y a principios de 1928, fue readmitida.

Una vez reinstalados en el Partido, Lilina y Zinóviev dejaron Leningrado y se trasladaron a Moscú, donde ella se hizo cargo del departamento local de Literatura Infantil. Al poco tiempo enfermó de cáncer de pulmón y volvió a Leningrado, donde murió el 28 de mayo de 1929, a los 47 años.

Lilina, como cualquier revolucionario, cometió errores que supo corregir gracias al correcto método de la crítica y autocrítica; indudablemente, su trabajo y ejemplo pesan mucho más y constituyen para las mujeres un arsenal de aprendizaje, para las revolucionarias un ejemplo de valentía y entrega a su clase, y para la lucha del movimiento femenino, una base que nos impulsa a trabajar tenazmente por el Movimiento Femenino Revolucionario, que junto con sus hermanos de clase aporte a la construcción de la sociedad socialista.

¡Abajo el capitalismo y los horrores infames que engendra contra la mujer!
Todo el dolor femenino terminará: ¡Adelante con la revolución!
¡Abajo las desigualdades, la falta de derechos y la opresión de la mujer: horroroso legado del mundo burgués!
1 Grigori Zinóviev fue uno de los cuadros del Partido Bolchevique y dirigente de la Internacional Comunista en su primero período. Fue expulsado del Partido por respaldar las teorías trotskistas.  

Una camarada

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