El 5 de marzo de 1953 falleció el gran dirigente del proletariado internacional José Stalin de un derrame cerebral. La noticia llenó de dolor a los obreros y campesinos, no solo de Unión Soviética sino del mundo entero: el corazón del genio continuador de la obra de Lenin, el defensor intransigente de los intereses de la clase obrera y de la dictadura del proletariado, había dejado de latir. Para los imperialistas y sus secuaces revisionistas, la muerte de este dirigente fue motivo de alegría por cuanto desaparecía con él un gran obstáculo para sus planes de restaurar el capitalismo en el país de los soviets.
En homenaje al camarada Stalin y con motivo del Día Internacional de la Mujeres reproducimos el mensaje escrito por él en Pravda (La Verdad) el 8 de marzo de 1925. En éste, Stalin resume con claridad el significado del Día Internacional de la Mujer para el proletariado revolucionario, y cuya validez tiene gran importancia por cuanto delimita fronteras con el feminismo en su esfuerzo de separar la lucha por la liberación de la mujer de la lucha general por la abolición de toda forma de explotación y de opresión; es decir, de la lucha de clases y de la emancipación de la clase obrera.
Con Motivo del Día Internacional de la Mujer
Ningún gran movimiento de los oprimidos ha transcurrido en la historia de la humanidad sin la participación de las mujeres trabajadoras. Las mujeres trabajadoras, las más oprimidas de todos los oprimidos, no quedaron nunca, ni podían quedar, al margen del gran camino del movimiento de liberación. El movimiento de liberación de los esclavos destacó, como es sabido, cientos y miles de grandes mártires y heroínas. En las filas de los luchadores por la emancipación de los siervos hubo decenas de miles de mujeres trabajadoras. No es extraño que el movimiento revolucionario de la clase obrera, el más poderoso de todos los movimientos de liberación de las masas oprimidas, haya atraído bajo su bandera a millones de mujeres trabajadoras.
El Día Internacional de la Mujer es un exponente de la invencibilidad del movimiento de liberación de la clase obrera y un presagio del gran futuro de este movimiento.
Las mujeres trabajadoras —las obreras y las campesinas— son una reserva importantísima de la clase obrera. Esta reserva constituye una larga mitad de la población. La suerte del movimiento proletario, la victoria o la derrota de la revolución proletaria, la victoria o la derrota del Poder proletario dependen de si la reserva que constituyen las mujeres está con la clase obrera o contra ella. Por eso, la primera tarea del proletariado y de su destacamento de vanguardia, el Partido Comunista, es desplegar una lucha enérgica por librar a las mujeres, obreras y campesinas, de la influencia de la burguesía, por la educación política de las obreras y las campesinas y por su organización bajo la bandera del proletariado.
El Día Internacional de la Mujer es un medio de ganar para el proletariado la reserva que representan las mujeres trabajadoras.
Pero las mujeres trabajadoras no son sólo una reserva. Pueden y deben ser —con una política acertada de la clase obrera— un auténtico ejército de la clase obrera que actúe contra la burguesía. La segunda tarea de la clase obrera, tarea decisiva, es forjar, de la reserva que constituyen las mujeres trabajadoras, un ejército de obreras y campesinas que actúe hombro con hombro con el gran ejército del proletariado.
El Día Internacional de la Mujer debe ser un medio para convertir a las obreras y campesinas, de reserva de la clase obrera, en ejército activo del movimiento de liberación del proletariado.
¡Viva el Día Internacional de la Mujer!
Publicado el 8 de marzo de 1925 en el núm. 56 de Pravda.