El periodismo independiente (el que no hace parte de ningún monopolio de la información o ningún empresario dueño de la verdad) y más precisamente el periodismo revolucionario es, sin ninguna duda, una de las más poderosas herramientas que pueda tener el pueblo; de por sí, el periodismo es gran influyente en las ideas que circulan en la sociedad, pero si este se ejerce con gran pasión, seriedad, mucha responsabilidad, sentido ético y anteponiendo la verdad como condición única para difundir la información, podría decirse entonces que el periodismo revolucionario es un poder inmenso, y tan serio, pero a la vez tan peligroso para las clases en el poder, que lo atacan incansablemente, y lo convierten en un objetivo militar; si no logran acallarlo, desatan una campaña de tergiversación constante, desatan todo el poder para opacar al periodismo revolucionario, invierten millones de dólares para difundir ideas que oscurezcan el pensamiento de las masas de explotados, lo que sucede hoy con la prensa burguesa como Semana, El Tiempo, El Espectador y todos los noticieros al servicio de los grandes monopolios de la información, quienes tergiversan constantemente la información haciendo ver malo al periodista decente, aquel que está al lado del pueblo y a la vez apoyando y protegiendo a periodistas que se prestan para todo tipo de trabajo sucio que les piden los jefes de prensa y TV.
El periodismo revolucionario batalla diariamente contra el poder burgués, tratando de llevar la verdad a las grandes masas; lucha para que la realidad que se manifiesta diariamente y de miles de formas quede expuesta ante los ojos de todos, para aclarar la conciencia y aportar en la toma de decisiones sobre todo cuando se presentan las grandes jornadas como el histórico estallido social del 28 de abril del 2021; un verdadero periodismo independiente y revolucionario ayuda mucho a diferenciar, en esas situaciones, quienes son los amigos del pueblo y quienes sus enemigos.
Muchos periodistas revolucionarios han caído, derramando su sangre por llevar la conciencia a las masas, pues entregar la verdad es entregar la vida misma, porque claridad y razón ayudan a pensar, a analizar, ayudan a luchar, por eso son atacados ferozmente y por eso mismo es que su labor debería ser protegida por las masas y sus organizaciones; no se puede permitir que acallen esta gran arma para el pueblo, pues se caería en el oscurantismo, es como tender un manto de silencio a la sociedad misma; la información que se genera solo para la defensa de los intereses burgueses y el mantenimiento del moribundo sistema capitalista imperialista, no es información y hay que rechazarla, hay que combatirla.
En esa batalla, por decir la verdad, es que desarrolla su actividad el joven periodista norteamericano John Reed, quien nace un 22 de octubre de 1887 en la ciudad de Portland, en el Estado de Oregón, EE.UU. curiosamente varios meses después de los acontecimientos obreros de Chicago de 1886, donde se instaura el Primero de Mayo como día mundial de la clase obrera.
John Reed hombre apasionado por la crónica periodística, quien desde muy joven se destacó describiendo los aconteceres diarios que lo rodeaban, estudio en Harvard egresando de allí en 1910 como periodista.
Poco a poco ganó reconocimiento, trabajó en 1911 para The Masses una publicación socialista, su entusiasmo e iniciativa juvenil acompañado de un excelente estilo narrativo lo llevaron a viajar a México como corresponsal de dicha prensa socialista, para enterarse directamente de los acontecimientos revolucionarios que agitaban las masas; allí conoció a Pancho Villa y Emiliano Zapata, quienes le permitieron acompañarlo a sus campañas militares.
Entregado enérgicamente a su labor, cubre los hechos que se sucedían día tras día, ve con indignación como los EE.UU. intervienen directamente, manipulando la política interna, y apoyando los partidos pro norteamericanos; Reed indignado, expresa públicamente su rechazo a la política intervencionista de su país.
Esta experiencia es plasmada en su primera obra de gran reconocimiento, México Insurgente, en la cual, mediante una serie de crónicas, narra magistralmente, y con gran viveza y agudeza, las situaciones allí vividas, es en esta obra donde plantea claramente su rechazo a la política norteamericana de intervencionismo mostrándose en favor de una sociedad justa e igualitaria.
Escribió una serie de crónicas de la vida norteamericana, particularmente aquellas referidas a las huelgas de los mineros de Colorado (Estados Unidos) en 1914.
El Joven periodista John Reed es reconocido entre los diferentes periódicos de Norteamérica, por lo que es enviado como corresponsal de guerra para Europa a cubrir las batallas que iniciaron en 1914 con la Primera Guerra Mundial.
Con la experiencia adquirida en México, las luchas obreras en EE.UU., su labor como periodista, y como dirigente político, además del ambiente que reinaba en su país en apoyo a la guerra contra Rusia, John Reed y su compañera, la también periodista revolucionaria norteamericana, Louise Bryant (defensora del control de la natalidad, del amor libre, del sufragio y la independencia económica de las mujeres) viajan a Rusia en septiembre de 1917 a cubrir los acontecimientos que allí se estaban sucediendo.
Tiempo después, John Reed refiriéndose a la revolución mexicana, dice «La revolución mexicana, al contrario de la rusa de 1917, carecerá de hecho de bases teóricas, de sustentación definidas y vendrá dada por las mismas circunstancias imperantes en el país».
Reed, fue periodista con buen conocimiento de las causas de las guerras que cubrió, con una aguda posición crítica de los diferentes problemas y dificultades imperantes y con un excelente estilo narrativo para expresarlas.
El periodista Reed logró amistad con muchos revolucionarios mexicanos, hombres y mujeres del pueblo y dirigentes del proceso revolucionario, entre estos Emiliano Zapata, quien luego diría sobre el libro México Insurgente: «Reed comprendió nuestra lucha como pocos extranjeros lo han hecho. Su libro es una valiosa contribución a la historia de nuestra Revolución y al reconocimiento de nuestras demandas de tierra y justicia».
John Reed ya dirigente en el partido comunista de su país, defensor de la Rusia Bolchevique y en contra de la guerra, sufre la estigmatización y aislamiento de la policía política norteamericana, es llamado a los estrados judiciales en repetidas ocasiones, queda preso y sufre la persecución del gobierno por expresar abiertamente sus ideas políticas, no ya como periodista sino como ser humano que deseaba una sociedad justa para todos.
En Rusia, encontrará una sociedad en plena efervescencia, una masa viva, activa, revolucionaria, donde había aprendido verdaderamente la ciencia misma de la revolución proletaria.
Apasionado por describir directamente cada acontecimiento en esa nueva sociedad que se estaba gestando, escribe con energía, pasión, y entrega total Diez Días que Conmovieron al Mundo la cual se convirtió en la máxima obra que existe, escrita en el terreno mismo de los acontecimientos, es un auténtico guion periodístico con excelente narrativa en primera persona, ubica con total precisión los diferentes actores, acontecimientos, partidos políticos y discursos más determinantes de esos pocos días donde millones de obreros, campesinos y soldados toman la decisión de asumir las riendas de la sociedad dando un golpe de Estado certero al gobierno provisional de Kerenski y llevando a cabo la política del partido de Lenin, en fiera lucha política e ideológica contra los diversos partidos de derecha que luchaban por retomar el poder.
Sobre la obra de John Reed dice Nadiesda Krupskaya: no fue un observador indiferente. Revolucionario apasionado, comunista, comprendía el sentido de los acontecimientos, el sentido de la gigantesca lucha. De ahí esa agudeza de visión, sin la cual no habría podido escribir un libro semejante. John Reed está inseparablemente unido a la revolución rusa. Amaba la Rusia soviética, y se sentía cerca de ella.
El gran periodista norteamericano John Reed muere a muy temprana edad, el 19 de octubre de 1920, apenas comenzando la revolución bolchevique; sin embargo, sus artículos y las dos grandes obras escritas en primer plano desde el campo de batalla, han quedado como un gran legado a la clase obrera y revolucionarios en general para que se animen a continuar el camino de la lucha, también desde el terreno de la escritura, la publicación de crónicas, artículos, ensayos, cuentos, historias y todos los géneros literarios que aporten a las masas conocimiento y claridad para que también decidan un día cualquiera tomar el cielo por asalto.
Palabras de Lenin al prefacio a la edición norteamericana:
Después de haber leído, con inmenso interés e inalterable atención hasta el fin, el libro de John Reed, Diez días que conmovieron al mundo, desde el fondo de mi corazón, lo recomiendo a los obreros de todos los países. Quisiera que este libro fuese distribuido por millones de ejemplares y traducido a todas las lenguas, ya que ofrece un cuadro exacto y extraordinariamente vivo de acontecimientos que tan grande importancia tienen para comprender lo que es la revolución proletaria, lo que es la dictadura del proletariado. Estas cuestiones son hoy objeto de discusión general; pero antes de aceptar o rechazar las ideas que encarnan, es indispensable comprender toda la significación del partido que con relación a ellas se tome. El libro de John Reed, sin duda alguna, ayudará a esclarecer este fundamental problema del movimiento obrero universal. Finales de 1919.
Abatido por el tifus, John Reed muere a la edad de 32 años. Reposa al pie de la muralla roja del Kremlin.
2 respuestas
«La verdad no siempre prevalece ,más aún,cuando las personas y las intituciones que propagan ideas falsas e incorrectas tienen a su disposición la maquinaria y el poder del estado para difundirlas e imponerlas».
Informar la verdad de la vida de la sociedad ya es de por sí una gran contribución para el desarrollo y esclarecimiento de las mentes.
Muy buen artículo ,felicitaciones.
Compañero, gracias por leernos. Lo invitamos a compartir y a escribirnos a contacto@revolucionobrera.com. Saludos.