Bautizo de Sangre de la Clase Obrera
El 5 y 6 de diciembre se conmemoran 88 años de la Huelga de las Bananeras; fecha que recuerda uno de los episodios más importantes de la lucha de la clase obrera en Colombia. En la madrugada del 5 y 6 de diciembre de 1928 fueron asesinados entre 1.000 y 3.000 trabajadores de las plantaciones de banano por acuerdo directo entre la United Fruit Company y el Estado colombiano.
La noche del 5 de diciembre el General Cortés Vargas se reunió con los agentes de la Compañía a emborracharse hasta la media noche, luego reunió a los soldados y se dirigió a la plaza de Ciénaga donde se encontraba congregada la masa de huelguistas en actitud pacífica, esperando que les resolvieran su situación. Cortés Vargas leyó el decreto sobre el estado de sitio y sin esperar un minuto dio la orden de ¡Fuego! Por 5 minutos las ametralladoras dispararon en todas las direcciones asesinando a hombres, mujeres y niños desarmados sin ninguna compasión; y no siendo esto suficiente, el criminal ordenó rematar a los heridos a punta de bayoneta. Los muertos fueron subidos a los vagones del tren y arrojados al mar… no debía quedar rastro del atroz asesinato.
La Masacre de las Bananeras dejó en claro que el Estado colombiano está en manos de la burguesía, los terratenientes y sus socios imperialistas, como máquina de opresión y dominación al servicio exclusivo de sus intereses de clase, y como arma de explotación de las clases oprimidas. Es un Estado que durante toda su existencia ha utilizado la violencia reaccionaria para defender los intereses de la minoría explotadora, ahogando en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras
Hoy a pesar de la dura lección enseñada con sangre, algunos que se dicen amigos del pueblo e incluso comunistas, traicionan al pueblo desarmándolo para la lucha contra sus sanguinarios enemigos, llamándolo a conciliar y a respaldar la mentirosa paz de los ricos que sigue siendo guerra contra el pueblo.
Para alcanzar la paz que quiere y necesita el pueblo colombiano, debe destruir con la violencia revolucionaria de las masas, el Estado opresor y explotador, destruirlo con todo su ejército –militar y paramilitar–, con toda su policía, con todo su aparato gubernamental de politiqueros y funcionarios, con todos sus jueces y carceleros, con todos sus curas, brujos y pastores.