Los meses de noviembre y diciembre son propicios para recordar a Dolores Ibárruri, secretaria general de los comunistas españoles y la figura política femenina española de mayor impacto internacional en toda nuestra historia contemporánea. Dolores fue una ferviente marxista y oradora talentosa, autora de algunos de los discursos más vibrantes y de las frases más rotundas de la resistencia republicana, por ello adquirió gran renombre dentro y fuera de España como símbolo de la revolución.
Dolores Ibárruri Gómez nació el 9 de diciembre de 1895 en Gallarta (Vizcaya), cuenca minera bilbaína. Fue la octava en una pobre y numerosa familia minera y católica devota. Su padre, carlista no militante, la mandaba a los mítines del partido siendo aún niña, fue allí donde se despertó y se empezó a formar el talento oratorio de la futura Pasionaria.
Comenzó estudios de magisterio, pero la penuria económica de su familia y los perjuicios de la época hicieron que los abandonara para trabajar en un taller de costura, y después en una casa realizando labores domésticas. En 1916, se casó con Julián Ruiz Gabino, minero socialista; entre ese mismo año y 1929 dio a luz 6 hijos: Ester, Rubén, Amagoya, Azucena, Amaia y Eva. De ellos solo sobrevivieron dos: Rubén y Amagoya, dado que la familia conoció la pobreza y el dolor, pues Julián Ruiz frecuentemente era encarcelado debido a sus actividades políticas.
Su comprensión de la lucha de clases la llevó a participar en las movilizaciones de las esposas de los mineros bilbaínos en 1917, año en el que se afilió al PSOE. Es precisamente en la lucha obrera que se da a conocer con el seudónimo de Pasionaria en su primer escrito político publicado en El Minero Vizcaíno durante la Semana Santa de 1919, y así sería conocida, años más tarde, en el mundo entero.
Su convicción revolucionaria la llevó a abandonar el PSOE e ingresar en las filas de un partido más revolucionario el Partido Comunista de España (PCE) en 1920. Once años más tarde, en septiembre de 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del periódico Mundo Obrero, órgano de expresión del PCE; en marzo de 1932, fue nombrada miembro del Comité Central una distinción que era insólita para una mujer en la burguesa sociedad de aquella época. También se la asignó como responsable de la Comisión Femenina.
La vinculación de Dolores a las filas de los revolucionarios abrió paso al máximo desarrollo de sus capacidades como una dirigente que, así como participaba en la organización de la lucha de los obreros y campesinos de España, tenía clara la tarea de la unidad con la lucha internacional y del papel fundamental de la organización de la mujer en ella. Es por esto que en 1933 viajó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como parte de la delegación española para asistir al XIII Pleno de la Internacional Comunista; allí participó en la fundación de la sección femenina del Comité Mundial Contra la Guerra y el Fascismo. En 1934, también participó en el I Congreso de la Internacional de Mujeres y en la creación de la Organización Internacional de Mujeres Antifascistas.
Sus fuertes y punzantes discursos, su activa militancia comunista, la llevaron a ser detenida tres veces entre noviembre de 1931 y enero de 1936; en una ocasión pasó nueve meses en la cárcel; pero eso nunca fue impedimento para llevar la organización de las mujeres al nivel de la lucha de clases que requería el proletariado, así lo hizo en octubre de 1934 cuando colaboró en la defensa de los mineros asturianos a través de la Organización de Mujeres Contra la Guerra y el Fascismo. Esa dedicación y capacidad como dirigente la llevó a ser elegida diputada por el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
Durante la Guerra Civil Española adquirió gran popularidad tanto por su actividad en el frente y los cuarteles, como por sus viajes al extranjero en busca de apoyos para la causa republicana. Durante este período se hizo famosa por sus arengas a favor a la causa republicana y popularizando lemas durante la defensa de Madrid: «No pasarán», «Es mejor morir de pie que vivir de rodillas», «Es mejor ser viudas de héroes que mujeres de cobardes».
Tras finalizar la Guerra Civil Española se exilió en la URSS, donde se le encargó la coordinación de la emigración de comunistas españoles. En 1940 se publicó su folleto La socialdemocracia y la actual guerra imperialista, en el cual apoyó el pacto de no agresión entre la URSS y la Alemania nazi, pacto que le sirvió al pueblo ruso para ganar tiempo y desplazar empresas industriales lejos de la frontera para evitar que cayeran en manos de los invasores fascistas cuando tuvieron que enfrentarse en los campos de batalla para detener el avance del monstruo fascista en Europa.
Para 1941, Dolores asumió la dirección de La Pirenaica, de Radio España Independiente, la emisora clandestina del PCE desde donde la propaganda comunista contra el franquismo trataba de promover una alianza nacional española, tanto de derechas como de izquierdas, contra Franco.
En octubre de 1942, su hijo, Rubén Ruiz, joven oficial del Ejército Rojo soviético, murió en la batalla de Stalingrado. Para ese mismo año la Pasionaria fue elegida Secretaria General del PCE clandestino, cargo que ocupó hasta el año 1960, cuando fue aceptada su dimisión. Con el fin de la II Guerra Mundial se trasladó a Toulouse y luego a París, para dirigir las actividades del partido, que intentaban derrocar al dictador Franco.
En 1960 publicó su autobiografía, El único camino, y dirigió la preparación de Historia del Partido Comunista de España, y los cuatro tomos de Guerra y revolución en España, 1936‑1939.
Volvió a España en mayo de 1977, tras la muerte del Francisco Franco, a la edad de 81 años y tras 38 años de exilio. Su último artículo apareció en Mundo Obrero en 1986; en ese mismo año se inauguró en Gallarta una plaza con su nombre y se le entregó la primera medalla de oro del municipio.
Dolores Ibárruri murió en Madrid el 12 de noviembre de 1989, a punto de cumplir los 94 años, hoy la recordamos y llamamos a todos los revolucionarios, que tienen la ambición y el deber de formarse como oradores y tribunos populares, a leer los combativos discursos de la Pasionaria y aprender de su temple de mujer comunista y entregada a su pueblo y a la revolución.
UNA PASIONARIA PARA DOLORES
¿Quién no la mira? Es de la entraña
del pueblo cántabro y minera.
Tan hermosa como si uniera
tierra y cielo de toda España.
¿Quién no la escucha? De los llanos
sube su voz hasta las cumbres,
y son los hombres más hermanos
y más altas las muchedumbres.
¿Quién no la sigue? Nunca al viento
dio una bandera más pasión
ni ardió más grande un corazón
al par de un mismo pensamiento.
¿Quién no la quiere? No es la hermana,
la novia ni la compañera.
Es algo más: la clase obrera,
madre del sol de la mañana.
Rafael Alberti