El 13 de enero se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, una fecha con la que se pretende concienciar sobre la relevancia de la salud mental y la imperiosa necesidad de prevenir y afrontar esta enfermedad.
La depresión afecta a 280 millones de personas en el mundo y resulta peligrosa por cuanto, en el peor escenario, puede desembocar en el suicidio. De allí que sea urgente la necesidad de que el movimiento obrero aborde este problema.
Las estadísticas revelan que aproximadamente el 3,8 % de la población mundial experimenta depresión, afecta al 5 % de los adultos, con una prevalencia del 4 % en hombres y del 6 % en mujeres.
Un estudio publicado en la revista Terapia Psicológica resalta que, aunque las mujeres reportan puntajes más altos de depresión, los hombres experimentan significativamente más sufrimiento psicológico, independientemente de sus puntajes de depresión. Esto sugiere que el machismo, que impone roles y expectativas específicas para hombres (deben ser fuertes y no mostrar vulnerabilidad) y mujeres (discriminación en el ámbito laboral, violencia de género e inequidad en la distribución de responsabilidades domésticas), contribuye a agravar los problemas de depresión, siendo una de las causas de que las mujeres reporten puntajes más altos y los hombres sufran más psicológicamente.
Aunque anualmente se registran más de 800.000 suicidios, siendo la depresión la segunda causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años, la depresión y otras enfermedades mentales son infravaloradas por la sociedad, pese a su gravedad y de la necesidad de una supervisión constante por parte de profesionales de la salud. De allí que aproximadamente la mitad de las personas depresivas nunca son diagnosticadas ni tratadas adecuadamente.
A pesar de existir tratamientos conocidos y efectivos contra los trastornos mentales, más del 75 % de las personas afectadas en países oprimidos no reciben tratamiento alguno. La privatización de la salud, la falta de inversión en atención de salud mental, la escasez de profesionales capacitados son obstáculos para una atención eficaz.
Además, la burguesía pretende que pasemos por alto que factores como, la carestía de los productos de primera necesidad y los servicios públicos, la inestabilidad laboral, la pobreza, y la desigualdad —males propios del sistema capitalista— exacerban la depresión; a tal punto que eldesempleo debió ser reconocido como uno de los dos principales desencadenantes de esta enfermedad.
Por otro lado, existe una conexión entre la depresión y la salud física, pero sabemos que el deterioro de la salud física está intrínsecamente ligado a la superexplotación laboral. La clase obrera se enfrenta a la dura realidad de trabajar cada día más, para recibir cada día menos salario. Esta situación no solo impide cubrir las necesidades básicas de subsistencia del trabajador y su familia, sino que también contribuye significativamente a la creciente prevalencia de condiciones mentales como la depresión.
En un contexto marcado por la desigualdad económica y la concentración de la riqueza, la clase obrera se ve sometida a una carga laboral desproporcionada; la lucha diaria por la supervivencia genera el ambiente propicio para el deterioro de la salud mental. De allí la estrecha relación entre las condiciones laborales adversas y el aumento de casos de depresión.
La superexplotación —característica inherente al sistema económico actual— perpetúa la alienación y la precarización de la clase obrera; así, los trabajadores se ven obligados a sacrificar su bienestar físico y mental en aras de la maximización de las ganancias para un grupo de parásitos burgueses.
Como clase obrera reconocemos que la depresión no es un problema individual, sino un síntoma de las contradicciones fundamentales del sistema capitalista, donde la búsqueda desenfrenada de beneficios a expensas de los trabajadores tiene consecuencias directas sobre su salud. Por ende, para luchar efectivamente contra la depresión hay que redoblar los esfuerzos de lucha contra la superexplotación laboral y la transformación profunda de un sistema de miseria dividido en clases sociales antagónicas que perpetúa estas condiciones.
En un artículo de EFE Salud se proyecta que la depresión será la principal causa de discapacidad en jóvenes y adultos para el año 2030. Ante esto, las mujeres y los hombres más revolucionarios del movimiento sindical en Colombia deben ponerse al frente de la lucha contra la precarización de las condiciones sociales que viven los trabajadores, disponerse a restructurar el movimiento sindical, organizar al proletariado no sindicalizado en nuevos sindicatos independientes de base y unir a los sindicatos en Federaciones Sindicales Independientes. Estas organizaciones deben estar dispuestas a dirigir la huelga, el paro para enfrentar y frenar temporalmente a los capitalistas que con su superexplotación someten a la clase obrera a la degradación moral y física.
Asimismo, la clase obrera mundial debe asumir con urgencia la labor de construir Partidos Comunistas en cada país y una fuerte Internacional Comunista que garantice la dirección ideológica, política y militar que necesita el proletariado y el campesinado mundial para enterrar este sistema de opresión y explotación y construir el Socialismo, en vía al Comunismo donde se conquisten mejores condiciones de vida para la clase obrera en todo el mundo.