34 años de Chernóbil

La más grande catástrofe nuclear originada por los socialimperialistas

34 años de Chernóbil 1

El 26 de abril de 1986 a la 1:24 am explotó el reactor N° 4 de la planta nuclear de Chernóbil, ubicado en Pripiat, un pueblo ucraniano de la extinta República Soviética. El reactor tipo “RMBK” explotó en el marco de una “prueba de seguridad”, lo cual dejó el núcleo expuesto y liberó grandísimas dosis de radioactividad a la atmósfera en una tasa equivalente al doble de la radiación de la bomba de Hiroshima por cada hora después de la exposición; una catástrofe sin igual en la historia.

Para entender el cataclismo es necesario enfocarlo desde los factores sociales y técnicos que se vivían en los años 80´s en la Rusia socialimperialista, un país que años atrás había desarrollado el socialismo por varias décadas.

Desde el factor social es necesario señalar que en el desarrollo del socialismo en la URSS no se había logrado frenar la diferenciación salarial derivada de la división social entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, creando una tendencia a la diferenciación de clases y a la creación de una capa “tecnocrática” que tomó el mando de la producción después de la restauración capitalista del año 1956; esa capa “tecnocrática” estaba compuesta por ingenieros, encargados, gerentes de plantas industriales y burócratas de gabinete anidados dentro y fuera del partido, quienes constituyeron una de las bases de la burocracia y de la nueva burguesía “roja” que desvió el socialismo para implantar un monopolio capitalista administrado por el Estado.

El Estado, en los tiempos de Lenin y Stalin, fue construido y soportado por el poder de los Soviets a la manera de la dictadura proletaria, después de reestablecerse el poder del capital en forma de capital monopolista de Estado, éste había dejado ya de ser un servidor de la sociedad, para ser nuevamente su amo, con la administración de toda la riqueza social bajo una fachada “socialista”. La riqueza en ese Estado era parasitada por esa burocracia que se la repartía en dádivas y en altos salarios. Por ejemplo, para la década de los 80´s, la diferencia salarial entre un obrero raso soviético y esa tecnocracia rondaba alrededor de las 100 veces.

Los soviets ya no ejercían el control de cuanto existía en la sociedad, contrario como sí ocurría en los años 30´s, tiempo en el que no se movía una hoja de un árbol sin la aprobación y consentimiento del soviet, tiempo además en el que la sociedad se movía por los cánones del desarrollo armónico socialista con una completa responsabilidad ambiental (con el cero vertimiento de productos industriales a los ríos, con el cuidado del medio ambiente, etc.) y la meticulosa planificación económica; a su vez, en los años 80´s ya no quedaba nada de ese control y supervisión; esa tecnocracia erigida por encima de la sociedad y regida por la lógica del “desarrollo de las fuerzas productivas”, fue la que irresponsablemente ocasionó la catástrofe, la que se resguardó en su Estado “socialimperialista” para contener la crisis, inculparse y engañar al mundo sobre Chernóbil.

Desde el factor técnico, se puede apreciar que pese al gran desarrollo dado en los años 30´s, 40´s e incluso con la increíble recuperación después de la Segunda Guerra Mundial bajo el periodo socialista, los revisionistas soviéticos operaban bajo la lógica capitalista para competir, rebajando los costos al máximo, tanto así que irresponsablemente las instalaciones nucleares habían sido construidas bajo esa lógica, violando muchas veces las normas de seguridad mínimas al respecto. Por ejemplo, en Chernóbil, las instalaciones físicas no contenían placas de hormigón para evitar la exposición del núcleo. Los reactores tipo “RMBK” usados en todas las plantas nucleares en Rusia estaban construidos bajo la premisa de reducir costos al máximo con diseños bastante inseguros y con la utilización de uranio no enriquecido, material bastante inestable como combustible.

Para que todo reactor entre en funcionamiento debe pasar por una serie de pruebas de seguridad, donde se garantice que en una situación adversa como la suspensión de energía, ataque enemigo o fallas técnicas, el personal pueda operar sistemas alternos para mantener el equilibrio del reactor y así evitar una fusión del núcleo, ya que de fallar tales sistemas podría ocurrír una grave catástrofe nuclear. En Chernóbil, el reactor N° 4 había sido irresponsablemente puesto en funcionamiento sin antes haber pasado las pruebas de seguridad, y los jefes de la planta y encargados del “partido revisionista” habían fallado ya en tres oportunidades para cumplir “formalmente” con el requisito. En la cuarta oportunidad se generó la catástrofe de Chernóbil.

La Trágica Cadena de Sucesos y la Lucha por Contener la Catástrofe

Aquel 26 de abril, los responsables de la prueba fueron los encargados del “Estado y del partido” Nicolai Fomin, Victor Bryukhanov y quien supervisó la prueba fue el ingeniero Anatoly Dyatlov. Ellos habían previsto realizar la prueba para horas de la mañana, pero por la demanda de energía desde el sector fabril, decidieron posponerla para horas de la noche, el núcleo había sido puesto en un estado de baja radioactividad por varias horas, lo que facilitó su “envenenamiento”. Ya con ese hecho había comenzado la cadena de sucesos que desembocarían en la catástrofe. El personal de la noche desconocía que iban a participar de una prueba de seguridad, pero la presión de sus superiores los obligó a practicarla. El núcleo envenenado fue sometido a la prueba, se bajó la intensidad en el mismo y se cortó el suministro de energía para simular una situación adversa y probar los sistemas alternos, allí ocurre una falla que da como resultado la explosión del reactor.

Un fuerte incendio se apodera de la planta, todos a su interior luchan por salvarse entre sí y evacuar las instalaciones, pero ya para casi todos los trabajadores de la planta era demasiado tarde, pues se habían expuesto a dosis letales de radiación, morirían días después. Todos los bomberos que acudieron inmediatamente a sofocar el incendio también se expusieron a elevadas dosis de radiación y sufrieron graves quemaduras, a pesar de ser hospitalizados y tratados. Tras la catástrofe, el “partido local” se convierte en un verdadero obstáculo para actuar urgentemente; lucha por ocultar la catástrofe y evita hasta el último momento la evacuación de Pripiat. Los revisionistas ordenan aislar la ciudad y evitar que la información escapara al exterior cortando las líneas telefónicas y militarizándola con pie de fuerza, bajo el supuesto de evitar la difusión del “pánico”; una actuación criminal, inepta e irresponsable.

Los esfuerzos por contener la catástrofe fueron inmensos y heroicos de parte de la comunidad científica y de los cientos de obreros movilizados para contenerla. El profesor en física nuclear Valery Legasov, lideró tales esfuerzos acompañado por una docena de científicos. En dicha lucha pasaron por muchos momentos críticos que casi desembocan en una explosión nuclear. Por ejemplo, luego de haber “tapado” el núcleo con miles de toneladas de arena y boro lanzadas desde helicópteros militares, se debió correr contra reloj y drenar las piscinas de burbujeo para evitar que el material radioactivo en fusión entrara en contacto con el agua y ocasionará una explosión. Tres buzos voluntarios se sacrificaron para abrir las compuertas, literalmente nadaron en el agua radioactiva y heroicamente cumplieron su objetivo; así mismo se generó una lucha contra reloj para estabilizar el material nuclear en fusión con la construcción de una cámara de enfriamiento que sería llenada con nitrógeno líquido debajo de la planta nuclear, para tal fin se movilizaron 400 mineros para construirla, ellos valientemente trabajaron día y noche en la peor situación imaginable, pero gracias a su esfuerzo se pudo estabilizar el material. Después de ello vino la lucha por remover los escombros radioactivos de los techos de la planta nuclear. En el último piso, los robots usados se averiaron por la radiación y se vieron obligados a usar soldados dotados con trajes especiales para limpiarlo. Los limpiadores ingresaban al techo y removían cuanto podían en un espacio de 90 segundos, tiempo que debían salir para ingresar nuevo personal. Varios meses duró la dura batalla por controlar la grave catástrofe. Sólo en el año 2017, se terminó la construcción del nuevo aislamiento de seguridad, que costó cerca de 2 billones de dólares y que está diseñado para durar sólo 100 años.

Tras superar el grave incidente, se dio a la tarea de buscar y juzgar a los culpables, el Estado montó una farsa de juicio para negar su culpabilidad ante el accidente. Los responsables Nicolai Fomin, Victor Bryukhanov y el ingeniero Anatoly Dyatlov fueron condenados a “10 años de trabajos forzados”, una medida leonina y mediática frente a la grave responsabilidad de los acusados, quienes sin lugar a dudas merecían la pena de muerte. La defensa de la verdad llevada a cabo por la comunidad científica con el fin de dar a conocer los hechos y “corregir” una falla grave en todos los reactores rusos, les hizo mérito de una fuerte campaña de intimidación, “despidos” y en algunos casos hasta de prisión. El profesor Legasov fue reprimido duramente, prohibiéndosele participar en cualquier debate científico y a la vez fue suspendido definitivamente de todas sus funciones. Transcurridos exactamente dos años del accidente en Chernóbil, se suicida dejando una buena cantidad de material donde daba a conocer las causas del accidente, dicha información fue difundida en la comunidad científica soviética, la cual presionó para que se corrigiera la falla fatal en todos los reactores rusos.

Consecuencias del Accidente

La cifra oficial amañada de las autoridades socialimperialistas de la para ese entonces extinta URSS fue de 31 muertos, hoy todavía tal cifra no se ha modificado. Según algunas estimaciones las víctimas rondan entre los 4 mil a 93 mil muertes. Además desde la catástrofe ha habido un crecimiento dramático de las tasas de cáncer en Bielorrusia y Ucrania, especialmente en niños.

Un total de 300 mil personas fueron evacuadas de sus hogares, con el argumento que era una evacuación temporal, creándose igualmente la denominada zona de exclusión que abarca 2600 kilómetros cuadrados de Ucrania y Bielorrusia.

Un total de 600 mil personas trabajaron para contener la catástrofe, se desconoce el impacto que tuvo la radiación en esa población, pues el gobierno revisionista borró todos los registros al respecto. De los 400 mineros que trabajaron día y noche por un mes en condiciones adversas, fallecieron al menos 100 de ellos antes de cumplir los 40 años por enfermedades relacionadas con la exposición radioactiva.

Se sabe que los 3 buzos que arriesgaron sus vidas en las piscinas de burbujeo, viven dos de ellos luego de haber luchado varios días hospitalizados, aún hoy se les recuerda como héroes.

Chernóbil demostró cuan heroicamente fueron los esfuerzos de la comunidad científica y los trabajadores por detener el accidente, mientras que el Estado Soviético a mano de los revisionistas demostró su completa ineptitud y su criminal actuación para inculparse de la catástrofe, actuación propia de un Estado capitalista como lo fue Rusia a partir de 1956. Tales hechos traídos hoy a colación, recuerdan cuantos peligros acechan a la humanidad bajo la sociedad capitalista, la cual pone en riesgo la vida misma en el planeta. Sólo como un dato curioso, hoy existen las armas nucleares para destruir el planeta 5 veces.

Tras el incidente nuclear en Fukushima en el 2011 y la misma catástrofe de Chernóbil, se demostró cuan insegura es la energía nuclear en el capitalismo por la incapacidad de la burguesía para controlar las potentes fuerzas productivas que ha desatado, pues al colocar la ganancia por encima de la seguridad, inevitablemente crea las catástrofes.

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