Desde antes de la pandemia se venían imponiendo medidas antipopulares y estaban sobre la mesa una cantidad de reformas como la pensional, la laboral y la tributaria, que obligaron al pueblo colombiano a parar y salir a la calle masivamente el 21 y 22 de noviembre del año pasado, que estremeció al gobierno y a sus acólitos y por ello su respuesta con el terrorismo de Estado. A la vez al amparo de la crisis sanitaria causada por la privatización de salud, las clases dominantes impusieron algunas de las medidas de las reformas antiobreras como los despidos masivos, licencias no remuneradas, teletrabajo, rebaja de salarios, etc. y la implementación de medidas absurdas como confinar al pueblo sin garantizar sus medios de subsistencia, llevándolo a escoger entre la muerte por el Coronavirus o la muerte por hambre como está sucediendo en todo el país.
Para al capitalismo y los explotadores, para quienes en su ADN solo está satisfacer su sed de ganancia, no hay ningún interés en tomar las medidas que corresponderían a una sociedad diferente que de verdad se preocupara por su bienestar. Por eso en esta pandemia solo se han preocupado por beneficiar a los sectores financieros, a las empresas que manejan los fondos del negocio de la salud, como las EPS, a los fondos privados de pensiones, a las grandes empresas como Avianca, a los grandes pulpos como el grupo Sarmiento Angulo…
Así mismo, con el nombre de Colombia Agro Produce el gobierno le entregó a los pobrecitos capitalistas, a través de Finagro, 226 mil millones con la mentira de subsidiar a los campesinos, y de los cuales 213.566 millones de pesos han parado en los bolsillos de los grandes comercializadores y agroindustriales, 8.300 millones para los medianos y apenas 4.200 millones de pesos para pequeños productores, y esos 4.200 millones de pesos son para miles de campesinos, lo que significa que les llegará apenas limosnas.
Todas esas políticas criminales han sido ejecutadas por el Estado y el régimen mafioso y paramilitar encabezado por Duque, con la anuencia de los politiqueros que han apoyado este Estado podrido que no les presta ningún servicio a los obreros y a los campesinos.
No quedando contentos con el robo a manos llenas de las riquezas que han generado los productores del campo y la ciudad, hoy uno de sus representantes corrupto y arrogante, Vargas Lleras, llama al gobierno títere de Duque, a enfrentar la crisis económica y la gran recesión económica en que ya se encuentra su sistema, haciendo que los trabajadores entreguen todo lo que han conquistado con lucha, dizque porque todas las “pobrecitas” empresas han perdido en estos días.
Hoy Vargas Lleras le plantea al gobierno declarar una segunda emergencia económica para legalizar lo que ya están haciendo, obedeciendo las órdenes de la OCDE, el FMI y el Banco Mundial antes de la pandemia; la reforma pensional ya la venían imponiendo, reformas como el teletrabajo igual, ahora vienen por una rebaja más profunda del salario: quitando los dominicales y todos los festivos, las primas de junio y diciembre, los intereses sobre las cesantías, el subsidio de transporte y las dotaciones obligatorias, y de sobremesa flexibilizando los gastos de los despidos, con el argumento cínico de evitar masacre laborales.
Este es el zarpazo más grande en la historia reciente que pretende devolver la sociedad a más atrás del Siglo XX en los inicios del surgimiento de la clase obrera, trabajando más de 14 horas, como ya está sucediendo con el teletrabajo, hacerlo por la comida y con una muy mala alimentación, sin seguridad social, sin derecho a una pensión, sin vacaciones ni primas, sin dominicales ni festivos, sin dotación siquiera… en fin, peor que los esclavos de la época antigua, a quienes al menos los esclavistas les garantizaban la alimentación, la casa y el vestuario. Los obreros y el pueblo no pueden permitirle al capitalismo, que ya está en decadencia y descomposición, avanzar en esa dirección, porque terminaría por destruir las dos únicas fuentes de riquezas existentes: la fuerza de trabajo y la naturaleza.
Pero además, contrario a lo anunciado por Vargas Lleras, ninguna de las medidas resolverá el problema de la recesión porque ella tiene su base en la crisis de sobreproducción, cuyas consecuencias son las quiebras de empresas, sobre todo de las medianas y pequeñas; también se sabe que es épocas de crisis cuando más ganancias tienen los grandes monopolistas financieros y otros holgazanes y no solo porque el gobierno se haya encargado de mantener a flote sus negocios entregándoles dadivas a montones como ha hecho Duque. Y en todo caso, la clase obrera no tiene por qué pagar los platos rotos de la crisis creada por la anarquía del sistema, ni permitir que sea descargada sobre sus hombros, ni dejarles las manos libres a los capitalistas para que hagan lo que les dé la gana con quienes han creado sus riquezas.
Hoy tienen en confinamiento el pueblo dizque preocupados por él. ¡Falso! lo tienen encerrado y ellos aplicando todos los decretos y medidas para seguir cabalgando en sus espaldas. Y con la declaración de otra emergencia económica, lo único que harán es agudizar las contradicciones de clase, atizar la lucha de la clase obrera y el pueblo con mayor beligerancia y contundencia que la demostrada en el paro nacional de noviembre; donde ya no bastarán los bomberos oportunistas y el papel conciliador y desmovilizador de las direcciones de las centrales sindicales, empotrados en el Comité Nacional de Paro para contener la justa rebeldía de todos los explotados y oprimidos, que se levantarán en nuevos paro y huelgas políticas, que saldrán a las calles y vías principales a pararlo todo, a bloquearlo todo y a decir: ¡Basta Ya! Si los parásitos capitalistas no garantizan la quincena, los obreros están llamados a derrocarlos y dirigir la sociedad.
Debe quedar claro para la clase obrera y el pueblo en general que ante la situación, urge luchar con independencia de los politiqueros y del Estado para poder avanzar ya no solo por las reivindicaciones inmediatas sino por el poder. La crisis generada por el capitalismo en todo el mundo pide a gritos una nueva sociedad, y los mismos capitalistas con su ansia de ganancia, ponen a los trabajadores frente a la posibilidad y la necesidad de destruir el Estado podrido y corrupto que defiende los privilegios de los parásitos explotadores y construir un Estado dirigido por los obreros en alianza con los campesinos; solo así se podrán tomar las medidas efectivas para enfrentar la crisis sanitaria del Covid-19 y resolver los demás problemas del pueblo trabajador, donde la ganancia no esté de por medio sino el bienestar de la sociedad.
Pero esto solo se logrará si la clase obrera se organiza en su propio partido independiente; un Partido marxista leninista maoísta como una sección de la nueva Internacional Comunista; las condiciones en el mundo están dadas para avanzar en la construcción de esos instrumentos que son la garantía para avanzar en la lucha y desatar las fuerzas de la Revolución Proletaria Mundial que acabará con todos los horrores que genera este sistema moribundo.
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)
Mayo 6 de 2020