¡Concertaron una nueva rebaja del salario!

El presidente Petro anunció con bombos y platillos un aumento del 16% al salario mínimo y un 20% al subsidio de transporte, quedando en un total de $1’300.606. En medio del “gobierno del cambio”, un anuncio de estos porcentajes da la apariencia de un gran logro, pero en esencia los $183.434 de aumento (incluyendo el subsidio de transporte) no son más que un sofisma para los asalariados, quienes en muy poco tiempo verán como el supuesto aumento se esfuma como el viento ante la carestía en la canasta familiar. En los hechos, se repitió la farsa de los últimos decenios, donde cada año supuestamente se eleva el salario, pero los precios de los medios de vida necesarios para la supervivencia de los proletarios aumentan en mayor proporción.

Y es que para noviembre de este año la inflación ya andaba en el 11.72%, con una variación del 0.77% mensual, es decir que, para el cierre del año, el IPC estará cerca del 13%, lo que muestra un aumento ya no del 16% sino del 3%. Ahora bien, si la variación del IPC mensual en 2022 fue del 0.27 % más que en 2021, con el aumento de la inflación en 2023 será mayor la rebaja del salario; lo que se traduce en aumento de la superexplotación de la clase obrera, en un sistema sumido en una profunda crisis económica.

Los asalariados saben de sobra que el mínimo no alcanza. Entienden la desproporción existente entre el aumento de 183.434 pesos para quienes trabajan de sol a sol y los 2.500.000 pesos para los holgazanes politiqueros congresistas que solo “trabajan” 2 días a la semana y tienen 3 meses de vacaciones. Pero no basta con que el obrero sienta en carne propia la desigualdad, el oprobio, la miseria y el hambre, se requiere de la conciencia de clase, la cual está en lucha en un ambiente soporífero y esperanzador hacia el “gobierno del cambio”, que en realidad es el actual representante en el poder de los dueños de medios de producción, a quienes defiende, porque según el presidente Petro, hay que “desarrollar el capitalismo” y es posible conciliar los intereses entre las clases antagónicas de la sociedad.

Los defensores de esclavitud asalariada alegan que un aumento “exagerado” del salario produce inflación y desestimula la creación de empleo y por eso están felices con el “aumento” para el año entrante. Sin embargo, lo que esconden es el hecho exacto, analizado por Marx, según el cual:Una mercancía tiene un valor por ser cristalización de un trabajo social. La magnitud de su valor o su valor relativo depende de la mayor o menor cantidad de sustancia social que encierra, es decir, de la cantidad relativa de trabajo necesaria para su producción. Por consiguiente, los precios de las mercancías no dependen del aumento o la rebaja del salario. Contrario al argumento de que el aumento del salario causa inflación, el hecho es que el tiempo socialmente invertido en la producción de las mercancías es cada vez menor con el avance en los medios de producción.

En cuanto al valor de la fuerza de trabajo, éste se determina por lo que necesita el obrero para reproducir su fuerza de trabajo y la de su familia, valor que en Colombia los capitalistas pagan muy por debajo, sometiendo además a los trabajadores a jornadas productivas intensas y extensas, lo que se llama simple y llanamente superexplotación. Dicho esto, un obrero en Colombia podría obtener un “súper salario” en menos de la mitad del tiempo de trabajo sin dejar de ser explotado, pues en el capitalismo, al decir de Marx … no debéis perder de vista que la retribución del trabajo y la cantidad de trabajo son cosas completamente distintas.

Ahora bien, la tendencia en el capitalismo es a rebajar los salarios, por cuanto la ganancia es el Dios de los capitalistas, y esta se obtiene directamente de la explotación del trabajo de la clase obrera: prolongación de la jornada de trabajo, aumento de la productividad e intensificación del trabajo mismo, disminución literal del salario (salarios por debajo del mínimo legal). Esta es una relación inversamente proporcional: entre más bajos sean los salarios, más altas serán las ganancias de los capitalistas y viceversa; esta relación está además determinada por la lucha que desarrolle la clase explotada para arrancar a los capitalistas un aumento en su salario.

Esa lucha por el alza general de salarios es deformada y adormecida por el reformismo, el oportunismo y los jefes de las centrales sindicales representantes del sindicalismo burgués. Deformada por la idea reaccionaria de conciliar los intereses entre explotados y explotadores, y ahora adormecida además por las promesas de cambio desde el gobierno; cambio que no será posible mientras se defienda el capitalismo imperialista, causante de todos los problemas de la sociedad colombiana; un sistema que es capaz incluso de acabar con la humanidad porque su único móvil es la ganancia.

La lucha por alza general de salarios es una necesidad que algunos revolucionarios desprecian y tildan de economicismo y los jefes de las centrales sindicales se encargan de apagar. Tales posiciones sirven a la burguesía y a los imperialistas porque contribuyen a desligar la necesidad que tiene la clase obrera de impedir su degradación física y moral e incluso mejorar sus condiciones materiales, haciendo a la vez que esta misma lucha sirva para elevar la conciencia de los trabajadores frente al antagonismo social y a unir y organizar mejor sus fuerzas para combatir y enterrar este sistema de explotación. Por eso no son gratuitas las declaraciones de los capitalistas, los gobernantes ―incluida la ministra “comunista”― y los jefes vende-obreros de las centrales sindicales, sembrando la esperanza en la conciliación de clases y en las “bondades del capitalismo, si hay una buena administración”.

Nuevamente concertaron una nueva rebaja del salario. Pero las pretensiones de los enemigos, capitalistas, reformistas y oportunistas se estrellan con la realidad objetiva de la rebaja del salario real a pesar del “aumento”, que en un santiamén sentirá toda la clase obrera, incluida la que se encuentra en la informalidad y la desempleada. El hecho es que el poder adquisitivo de la clase obrera disminuirá, la situación de hambre y miseria no se solucionará, por el contrario, se agravará y ocasionará nuevas luchas y confrontaciones.

No obstante, la lucha de los trabajadores requiere conciencia, que no se adquiere por sí sola, sino que debe ser llevada por el elemento consciente. Esa es la tarea de los comunistas y revolucionarios: fundir el socialismo con el movimiento de las masas. Lo cual exige desenmascarar la farsa de concertación del salario mínimo, explicar las relaciones de producción e intereses de clase y aclarar la perspectiva respecto a la necesidad de luchar por el poder político para la clase obrera, destruyendo el Estado burgués e instaurando la dictadura proletaria, que ejerza la democracia para obreros y campesinos, que garantice su bienestar y atienda sus necesidades y que conduzca a la sociedad a un mundo sin clases y sin esclavitud asalariada.

Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)
19 de Diciembre de 2022

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