Con la muerte del presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT) Julio Roberto Gómez, varios obreros, ilusionados con el fin de las traiciones de los viejos dirigentes vende-obreros, circularon expresiones como “por fin se acabó el sindicalismo burgués”; pero se encuentran confundidos con la idea de que el problema actual del movimiento sindical es de personas o de dirigentes malos o buenos y no de la ideología y la política liberal y socialdemócrata que ha predominado en este movimiento durante los últimos 40 años, la política de conciliación y concertación de clases.
Los jefes de la CGT han adoptado una política abiertamente patronal —llegando al extremo de convertir los sindicatos en empresas para la explotación (“contratismo sindical”) usufructuando la plusvalía de los trabajadores como cualquier patrón capitalista—; lo que explica que Julio Roberto Gómez apareciera en los medios de comunicación abrazado con criminales como Uribe, y que a los congresos de la CGT se invitara a enemigos de la clase obrera como Juan Manuel Santos o Iván Duque. Por ello el dolor de los burgueses con su pérdida; perdieron a un amigo de las clases explotadoras dominantes, ya que con su política, las frases en contra de decretos como el 1174 solo eran un saludo a la bandera, pues en el fondo estaba de acuerdo con ellas, incluso aplicando las medidas antiobreras contra sus propios trabajadores, como bien fue denunciado por uno de los propios directivos de esa central. Ha sido un gran favor de estos dirigentes a los dueños del capital, porque mientras por un lado se muestran a favor de los trabajadores, por el otro le clavan la daga de la traición y desmovilización, logrando finalmente diezmar la lucha contra los capitalistas.
Por otro lado, hace pocos días, en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) hicieron cambios burocráticos en el Comité Ejecutivo, sobre los cuales no han dado ninguna explicación, pues se trata de maniobras politiqueras y de un reacomodamiento de fuerzas en preparación para las elecciones del 2022 como bien lo dice la propia central en comunicación del 11 de febrero al referirse a su nuevo presidente, el señor Francisco Maltés: “Su proyección al frente de la CUT será el cumplimiento de las decisiones del VII Congreso Nacional Ordinario de la CUT realizado en mayo de 2019, las decisiones de la Junta Nacional, el fortalecimiento de la Central, la oposición a las políticas del gobierno de Duque y contribuir a la conformación de un frente amplio sin exclusiones de cara a las elecciones del 2022, que sea alternativa de poder”. El nuevo presidente de la CUT, Francisco Maltés, es un liberal representante de los explotadores incrustado en el seno del movimiento sindical, fue un verdugo para los trabajadores de Colsubsidio cuando hizo parte de su Junta Directiva y hoy es premiado por sus compinches vende-obreros con la presidencia de la central. Las disputas en la central son por el reparto de puestos burocráticos en la dirección y por ascender al parlamento y las demás instituciones del Estado burgués. La CUT es un trampolín para llegar al establo parlamentario, al Ministerio del Trabajo y para aspirar a la presidencia de la República, como atestiguan los hechos desde que fue fundada.
¡No más política burguesa en el movimiento sindical!
La CUT no es diferente de la CGT o la CTC, como creen algunos compañeros, por cuanto sus dirigentes defienden la misma política de conciliación y concertación de clases, para la cual lo principal no es la defensa de los intereses de los trabajadores, sino salvaguardar la ganancia de explotadores a cambio de prebendas y favores.
Ese es el sindicalismo burgués que hemos denunciado desde estas páginas, esa es la política burguesa que le ha hecho tanto daño al movimiento sindical sumiéndolo en una larga crisis, porque llama a la conciliación con los enemigos de clase y porque sirve directamente a los terratenientes, burgueses e imperialistas.
La crisis actual del movimiento sindical no se resuelve cambiando unos cuantos dirigentes, porque no se trata de personas, sino de la ideología y la política que mayoritariamente lo dirigen. Por eso las pretensiones de reestructurar la CUT y de rescatar o “retomar el sindicalismo clasista” al interior de ella, como proponen los oportunistas es un engaño, la CUT fue fundada para concertar y conciliar con los enemigos y para defender la democracia burguesa o dictadura de los capitalistas.
Un claro ejemplo del carácter de la dirección de las centrales CTC, CGT y CUT (para no referirse a la abiertamente uribista CNT) ha sido su actuación meramente parlamentaria frente a la arremetida del régimen con su andanada de leyes antiobreras y antipopulares (reformas laboral, a la salud, pensional, tributaria y judicial) orientadas por los gremios empresariales y las agencias del imperialismo; y frente a la continua matanza y desplazamiento en la guerra contra el pueblo.
Solo por la presión de la base y de los sectores populares se vieron obligadas a hablar de Paro Nacional; cuando ya era inevitable y se les impuso por la fuerza de la movilización de las masas desde abajo, se autoproclamaron Comité Nacional de Paro e hicieron todo lo posible por reducirlo a uno de los acostumbrados desfiles y mal llamados “jornadas nacionales de protesta”; cuando el Paro se hizo efectivo el 21 y 22 de noviembre de 2019 llamaron a la cordura y se unieron a los reaccionarios tildando de vándalos a los combatientes que enfrentaron las provocaciones del escuadrón asesino ESMAD; posteriormente y de nuevo ante la presión general de quienes realmente organizaron e hicieron efectivo el Paro, se vieron obligadas a convocar la Asamblea o Encuentro Nacional en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, en el que pretendieron impedir la entrada de los verdaderos dirigentes del Paro porque sabían que serían denunciados por traidores y desplazados de la dirección del Paro General Indefinido, exigido desde la base como única forma de vencer la intransigencia del régimen criminal; respondieron entonces con la maniobra de “clausurar” el evento dividiendo a los dirigentes y activistas, haciendo una reunión de los sindicalistas aparte del Encuentro realizado en la Concha Acústica de la Universidad Nacional.
Finalmente, la pandemia se encargó de dejar aún más clara su complicidad con el régimen al reducir el Pliego del Paro Nacional a un miserable “pliego de emergencia” que le enviaron muy comedidamente al títere Duque y a canjear el Paro por el llamado a “sentarse a charlar con él”; hoy nuevamente, ante el avance de la indignación y la rebeldía popular llaman a realizar un Paro el 28 de abril, pero como siempre, no han hecho ni harán nada para prepararlo; la CUT por ejemplo, se encuentra adelantando la campaña inútil “chao Duque” propuesta por el politiquero liberal Roy Barreras, las otras, ni suenan ni truenan.
Tal es la actuación que hace necesario reestructurar el movimiento sindical en la independencia de clase, con respecto al Estado y a la iglesia, a los capitalistas y al imperialismo, a los partidos burgueses y pequeñoburgueses, interesados en defender la explotación asalariada y mantener la dominación ideológica y política de la burguesía sobre los trabajadores. Los sindicatos deben ser escuelas de socialismo, de organización y de lucha de todos los asalariados, y no solamente para resistir a los abusos de los capitalistas y el gobierno, por cuanto la lucha sindical es parte inseparable de la lucha general por la emancipación de la clase obrera.
¡Que el movimiento sindical sirva a los trabajadores, no a sus enemigos!
Se necesita reestructurar el movimiento sindical en la independencia de clase, también en los métodos de dirección y de trabajo, en oposición a los acuerdos burocráticos por arriba y de las maquinarias en que se han convertido las cúpulas de las centrales sindicales donde, al igual que en el Estado burgués corrupto, se presenta la compra de conciencias, la pugna por los viajes al exterior y los viáticos… donde la democracia directa de las asambleas obreras fue sustituida por las campañas politiqueras y las elecciones al mejor estilo burgués y en manos de la Registraduría.
Los obreros conscientes, los verdaderos dirigentes y representantes de los trabajadores deben tener claro que la forma de reestructurar el movimiento sindical es luchando por su independencia, no solo en lo ideológico y político sino también en lo organizativo. La reestructuración real del movimiento sindical debe realizarse desde abajo difundiendo y aprehendiendo del sindicalismo independiente de nuevo tipo y, sobre todo, practicándolo con el objetivo de marchar hacia una central sindical, cuya unidad sea forjada por la base y al calor de la lucha en defensa de los derechos de los trabajadores, juntando sus esfuerzos para enfrentar al capital con la unión de las organizaciones de base y la organización de comités de activistas, para avanzar en la construcción de las federaciones regionales como parte de una central sindical independiente.
Hoy la lucha por la independencia de clase en el movimiento sindical no puede estar aislada de la necesidad que tiene el pueblo colombiano de preparar y hacer efectivo el Paro General Indefinido para echar atrás todas las medidas antiobreras y antipopulares del régimen uribista de Duque. El movimiento sindical debe marchar unido con los demás trabajadores, especialmente los hermanos campesinos, para enfrentar a los enemigos comunes del pueblo colombiano.
Es decisivo e imprescindible para avanzar en las conquistas de los trabajadores y el pueblo, avanzar en la preparación y organización del Paro General Indefinido que desde la base en rebeldía, se está preparando con independencia de los politiqueros, de las camarillas y de los jefes traidores de las centrales sindicales. Un Paro General Indefinido que contribuya a preparar las condiciones para la revolución social y política que pide a gritos el pueblo colombiano.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Febrero 26 del 2021