Después de 15 meses del innegable genocidio al pueblo palestino, por parte del Estado sionista de Israel patrocinado por los imperialistas yanquis, donde han sido asesinadas más de 45 000 personas, destruida gran parte de la Franja de Gaza a través de bombardeos sistemáticos, y sometido este heroico pueblo a falta de acceso al alimento y agua potable, ningún acceso a tratamientos y medicinas para los heridos y enfermos, se realizó un acuerdo entre el Estado sionista de Israel y el grupo Hamás, luego de varios meses de negociaciones que contaron con la mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos.
El acuerdo cuenta con tres fases: la primera es una tregua de seis semanas, donde se espera por parte de Hamás la liberación de los 33 retenidos desde el ataque del 7 de octubre, así como la liberación de detenidos palestinos que Israel mantiene en sus cárceles, que más que eso, son centros de tortura; en esta etapa se supone que también se permitirá la entrada de combustible, la retirada de algunas tropas israelíes de Corredor Filadelfia, y el regreso de miles de desplazados palestinos a lo que queda de sus hogares. La segunda fase contempla el fin de la guerra, se dice que a partir del 16 de enero comenzará a realizarse esta negociación para «un final permanente de la guerra» dice Biden, frente a lo cual, decimos los pueblos del mundo, ¡no es una guerra! ¡es un genocidio lo sufrido por el hermano pueblo de Palestina durante más de un año! Genocidio, además patrocinado por su gobierno; en esta fase se espera la liberación de la totalidad de rehenes vivos y de cadáveres por parte de Hamás, así como la liberación por parte de Israel de presos palestinos incluyendo a quienes tengan largas condenas. Y la tercera fase contempla la reconstrucción de Gaza, donde seguramente los imperialistas ofrecerán «todo su apoyo» para hacerlo.
Ese fue el acuerdo, sin embargo, no es la primera vez que se establecen acuerdos que no solucionan en definitiva la intervención sionista israelí en territorio palestino. De hecho, el mismo acuerdo menciona que luego de cumplidas las dos primeras fases se mantendrán zonas tapón 800 metros de ancho en el oriente y norte de Gaza y, en la tercera fase, existen puntos que siguen en pugna. Por ejemplo, quién gobernará en Gaza, pues Israel mantendrá el control de la «seguridad» en Gaza y por ende se opone a un gobierno en cabeza de Hamás o de la Autoridad Palestina (AP) y sí, aquí también está la mano gringa, quien junto con Emiratos Árabes Unidos, están trabajando por una «administración provisional que dirija Gaza mientras se reforma la AP».
No se puede olvidar que la agresión al pueblo palestino ha sido permanente y sistemática desde 1948 con la instauración del Estado de Israel, cuando los sionistas emprendieron una campaña permanente de exterminio contra el pueblo palestino, apropiándose de su territorio, de sus riquezas, etc. Desde entonces Israel se convirtió en perro de presa del imperialismo estadounidense principalmente, actuando no solo como verdugo del pueblo palestino, sino además llevando a cabo constantes agresiones a los países vecinos.
Por consiguiente no se puede confiar en tal acuerdo. Los imperialistas no dan puntada sin dedal, y seguramente, después de que el pueblo palestino ha sido reducido y su territorio destruido, llegarán las «manos salvadoras» para ayudarlos a levantar de los escombros de su criminal ataque. Una táctica infame con la que irán garantizando el control económico, político y militar en una zona que ha sido centro de tensiones geopolíticas en los últimos tiempos.
Si bien el acuerdo representa un respiro y una alegría momentánea para las masas palestinas, su causa sigue vigente y por ello la solidaridad internacionalista y la movilización del proletariado y los pueblos del mundo no deben parar; por el contrario, se necesita aumentar el apoyo material e intensificar las acciones para obligar a los sionistas e imperialistas a sacar sus garras criminales de Palestina y a que cesen sus agresiones contra los países vecinos.
El acuerdo firmado no significa el fin del conflicto ni el cese de la carrera guerrerista de los imperialistas; al contrario, sus bombas y balas seguirán sonando tanto en el Medio Oriente como en otras latitudes, como en Europa por Ucrania, o en el sudeste asiático por Taiwán y posiblemente en América Latina por Venezuela, para afianzar la influencia por parte de los imperialistas encabezados por Estados Unidos y sus socios de la OTAN de un lado y Rusia, China y sus aliados del otro.
Los preparativos de guerra imperialista, siguen al orden del día, empujada por la crisis capitalista que no se ha resuelto, confirmado la premisa de Lenin frente a que el capitalismo imperialista «ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las “grandes” potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de opresión nacional».
Las tensiones geopolíticas en el mundo, lejos de atenuarse seguirán agudizándose, el proletariado no puede centrar sus esperanzas en las promesas de los imperialistas y sus protegidos, como el Estado sionista de Israel. Debe luchar por su unidad internacional independiente y revolucionaria, como única forma de hacer frente a sus preparativos de guerra reaccionaria. en ese sentido la importancia de acelerar el trabajo por la unidad de los comunistas en el mundo materializada en una nueva Internacional Comunista que organice y dirija al ejército del proletariado para enterrar de una vez por todas con capitalismo imperialista y se instaure en el mundo una nueva sociedad, el socialismo.
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)