Dos hechos relacionados con los preparativos de guerra por parte de las potencias imperialistas movieron la escena internacional. De un lado, el imperialismo estadounidense activó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) el cual fue apoyado por once gobiernos socios y lacayos de Estados Unidos, entre los cuales se encuentran el de Colombia, Brasil y Venezuela, esta última representada por el títere Juan Guaidó. El TIAR establece un compromiso de defensa mutua entre los países firmantes ante ataques militares y esta vez fue activado como parte de los preparativos de una intervención militar contra Venezuela, país que cuenta con las mayores reservas de crudo en el mundo. Inmediatamente esto fue rechazado como una “política irresponsable de Washington” por los imperialistas chinos y rusos, quienes han brindado apoyo económico y militar al gobierno bolivariano de Venezuela.
Por otro lado, los recientes ataques con drones y misiles contra la mayor refinería del mundo ubicada en Arabia Saudita, fueron atribuidos por los imperialistas estadounidenses a Irán; pues según ellos, los iraníes respaldaron a los hutíes ubicados en Yemen, desde donde se lanzó el ataque. Esto, se suma al anuncio de maniobras navales conjuntas entre Rusia, China e Irán en el Golfo de Omán, como respuesta a los planes yanquis de conformar una patrulla naval de 55 barcos para patrullar el Estrecho de Ormuz cerca a Irán como parte de la denominada “Operación Centinela”, apoyada actualmente por Australia, Bahréin, Reino Unido y Arabia Saudita.
Parafraseando a Lenin, los tiempos de paz entre los imperialistas son épocas de preparativos de guerra, y esta no es la excepción. Las coaliciones y alianzas entre países imperialistas son expresiones de la contradicción existente entre las potencias imperialistas en el mundo y las establecen para ganar posiciones geoestratégicas de importancia militar en una próxima guerra; medio a que se ven abocados los imperialistas y grandes monopolios para destruir fuerzas productivas que les permitan resolver temporalmente la crisis económica de sobreproducción, como en la que actualmente se encuentra ahogado el capitalismo mundial. Además, la guerra reaccionaria que están preparando es manifestación de la exacerbada y encarnada lucha que las clases parásitas de diferentes latitudes tienen entre sí, por repartirse nuevamente un mundo ya repartido.
Irán y Venezuela son semicolonias que formalmente gozan de independencia, pero que en realidad, son países dependientes financiera, política y militarmente del imperialismo liderado por China y seguido por Rusia. Sin embargo, en el caso venezolano no siempre fue así, pues hasta hace poco dependía principalmente del imperialismo yanqui. En medio de dicha puja se encuentra el pueblo, no solo de ambos países, sino también, los propios de las potencias imperialistas y sus aliados, es decir, que en caso de una guerra instigada y preparada por los monopolios económicos imperialistas para fortalecerse, los muertos y desplazados los pondrán los pobres, no solo de los países directamente afectados por la carnicería humana que es la guerra reaccionaria, sino también los que pertenecen a los países imperialistas, como sucedió en el pasado con los soldados estadounidenses enviados a Vietnam, a Irak, o Afganistán, o los soldados rusos usados como carne de cañón en la Primera Guerra Mundial imperialista, solo por poner unos ejemplos.
La burguesía de las semicolonias que apoyan la intervención militar yanqui en Venezuela, como Brasil y Colombia por ejemplo, llaman al pueblo de sus países a defender la democracia en Venezuela por medio de la guerra. Igualmente lo hace la boliburguesía bolivariana con sus connacionales y en ambos casos usan los medios de comunicación a su servicio para engañar a los pueblos de cada uno de sus países, exhortando a los obreros y campesinos a defender intereses ajenos a los de su clase, llamando a izar las banderas de guerra entre los pueblos, en beneficio de los intereses de los imperialistas americanos y asiáticos.
El proletariado revolucionario llama a los obreros y campesinos, a los intelectuales progresistas y demócratas a la unidad en contra de las intervenciones imperialistas en el mundo. Exhorta al proletariado consciente y a los intelectuales revolucionarios a construir cuanto antes fuertes partidos comunistas, que dirijan la lucha de los pueblos en contra de los imperialistas y de las clases reaccionarias socias y lacayas de los imperialistas en cada país. Así mismo, considera urgente avanzar en la unidad de los comunistas revolucionarios del mundo y ello exige clarificar en lo ideológico para derrotar el revisionismo avakianista y las ideas erróneas del “izquierdismo” que nublan las perspectivas de los revolucionarios e impiden la construcción de una nueva Internacional Comunista, imprescindible para dirigir los combates de la clase obrera y los pueblos del mundo por su liberación definitiva.
En ese propósito de contribuir a cimentar las bases ideológicas y políticas de la nueva Conferencia Internacional de los marxistas leninistas maoístas, que permita la unidad de organización en la nueva Internacional Comunista, la Unión Obrera Comunista (mlm) puso a consideración de los partidos y organizaciones marxistas leninistas maoístas de todos los países una Propuesta de Formulación de una Línea General para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional. Un documento de gran importancia para el avance de los comunistas, llamados a desatar las fuerzas de la Revolución Proletaria Mundial que avanza en cada rincón del planeta e impedir con la guerra revolucionaria la destrucción del planeta a causa de una nueva guerra mundial imperialista.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Septiembre 24 de 2019