El Macabro Negocio de las Vacunas Contra el Coronavirus
Las distintas agencias del imperialismo han creado una gran expectativa respecto a que las vacunas contra la Covid-19 son la esperanza para vencer la pandemia y salir de la crisis económica mundial. Ocultan que la pandemia es un fenómeno extraeconómico y, por consiguiente, con o sin pandemia la crisis económica continuará.
Los móviles de los grandes laboratorios farmacéuticos no son los fines altruistas y humanitarios que proclaman para engañar a los pueblos, sino las jugosas ganancias que obtendrán. De hecho los cinco principales productores de la vacuna (Johnson & Johnson, Pfizer, GSK, Sanofi, AstraZeneca) ya han vendido 10.300 millones de dosis de la vacuna, según los cálculos de Cinco Días elaborados en base a los datos públicos de los contratos, en Duke Global Health Innovation Center y Bloomberg; han obtenido ganancias por 55.872 millones de euros en este año y calculan una ganancia neta para el siguiente de 60.381 millones de euros, según las mismas fuentes.
Ante la voracidad del capital y los móviles de las grandes farmacéuticas, es apenas natural que gran parte de las masas se pregunten si las vacunas realmente servirán; un escepticismo justificado que pone en evidencia la crisis de la ciencia en manos privadas y al servicio de la ganancia. Aunque en general y por principio, las vacunas son algo muy positivo desde el punto de vista sanitario para la humanidad, en el caso de la presente pandemia, la calificación y producción de las vacunas están ancladas al dominio, condiciones y precios de los monopolios farmacéuticos, donde el negocio de la salud se encuentra en manos de grandes monopolios imperialistas, no queda otro camino que despojarlos del interés de la ganancia, lo cual conlleva la necesidad de abolir la propiedad privada para restaurar la confianza en la ciencia.
El drama con la vacunas no acaba allí, por cuanto los monopolios farmacéuticos tienen su sede y se encuentran al servicio de un puñado de países imperialistas que explotan y oprimen a la inmensa mayoría de los pueblos del mundo; de ahí que más del 80% de las vacunas que han vendido son para ese tipo de países, exceptuando India, de tal suerte que el 14% de la población mundial ya cuenta con la vacuna mientras el 85% restante apenas tendrá un 20% de las vacunas.
Es tan aberrante el hecho que los países de la Unión Europea cuenta con 1.885 millones de dosis para una población de 446 millones de personas, Estados Unidos adquirió 1.210 millones para una población de 329 millones de personas, Reino Unido 376 millones de dosis para 67 millones de personas, Canadá 340 millones de vacunas para una población de 37 y medio millones de personas, mientras para América Latina solo llegarán las dosis para vacunar el equivalente a la población de Brasil 210 millones. Y de remate, todos los países imperialistas han determinado que no dejarán exportar la vacuna a otros mientras no hayan adquirido lo comprado. Un hecho que hace más visible la abominable división mundial entre países imperialistas dominantes y países pobres oprimidos, y la escandalosa división social mundial: vacunas para los ricos y muerte para los pobres.
A esta política criminal de los monopolios y países imperialistas se suma la no menos criminal y antisocial de los gobernantes en los países oprimidos como Colombia, donde la negligencia del régimen ha propiciado la muerte de alrededor de 60 mil personas por el coronavirus, y no solo porque el sistema de salud fue entregado al capital parásito financiero a través de las EPS desde 1993 con la Ley 100, sino además porque no hizo nada de lo que debía hacer y ha desechado todas las recomendaciones de los expertos y trabajadores de la salud.
Por estos días, los gobernantes se ufanan de haber adquirido 61,5 millones de dosis para vacunar a 35.250.000 personas por un costo de 2 billones de pesos; es decir, cada dosis costó más de 32 mil 500 pesos, porque gestionó tardíamente y porque gran parte de ese dinero se lo robarán o ya se lo robaron los intermediaros amigos del régimen. Desde el principio mismo, el gobierno fue duramente criticado porque únicamente le apuntó a los acuerdos bilaterales con 2 monopolios farmacéuticos; solo meses después de que se cuestionara la gestión y se pusiera en evidencia su ineptitud y la corrupción al entregarle los negocios a Miguel Uribe, quien realmente no había comprado nada, logró el milagro, a la cola de muchos países.
Ahora anuncia que la fecha de inicio de la vacunación será el 20 de febrero. Sin embargo, ya se sabe que el tal inicio solo será la aplicación de unas cuantas dosis, para la foto, porque los monopolios farmacéuticos no garantizan la producción y la entrega oportuna de las vacunas pues su compromiso prioritario está con los países imperialistas.
Igualmente, anuncia que el Estado se encargará de la vacunación y elaboró un plan al respecto. Pero la verdad es que el Estado solo servirá para “programar” y distribuir la vacuna porque toda la estructura existente para tal fin fue desmantelada pues la salud se le entregó como negocio al capital financiero. Por consiguiente serán las EPS quienes llevarán a cabo la vacunación cobrando lo que les dé la gana, haciendo de la vacunación otro lucrativo negocio. A lo cual se agrega que solo tendrán acceso a las vacunas, cuando lleguen, los ricachones, clientes privilegiados de las EPS.
En resumen, las vacunas terminan siendo solo una esperanza para el lucro económico de la burguesía y para que los laboratorios farmacéuticos llenen sus arcas en medio de la crisis económica. Un gran negocio internacional en el cual no importa la vida ni la salud de la población.
Una esperanza para que los gobiernos se roben los fondos públicos y saquen nuevas partidas económicas para beneficiarse mediante los contratos con sobrecostos y la corrupción, además de los acuerdos públicos-privados que benefician a otros monopolios.
En un mundo dividido entre los países que tienen vacunas y los que no, se profundiza la contradicción entre los países imperialistas y los oprimidos, y la contradicción inter-imperialista, dado que han encontrado un mercado inmenso para comercializar las vacunas sin mayor competencia.
Para la clase obrera, las vacunas en lugar de una esperanza es una nueva exigencia para poder acceder a un empleo, para viajar de un país a otro y se convierten en una nueva barrera para el acceso a derechos y servicios en el capitalismo.
La vacuna contra el coronavirus y la posibilidad de que realmente llegue a los pueblos y a los pobres, como todos los grandes problemas de la sociedad en la actualidad, se encuentran con el obstáculo de la propiedad privada en general, con el capital monopolista financiero y en este caso en particular además, con los monopolios farmacéuticos. Que en Colombia se hace por añadidura más dramático por la evidente ineptitud y negligencia del régimen solo interesado en defender la ganancia de los monopolios y entregar beneficios a sus amigotes.
Ante tan tremendo despilfarro y discriminación, se debe intensificar la denuncia a la corruptela surgida tras el negocio de las vacunas, así como la denuncia al paquidérmico trámite estatal en su adquisición. La desconfianza frente a la efectividad de la vacuna, no es impedimento para exigir su entrega gratuita a toda la población y que cada quien decida si se la aplica. Y lo más importante: que todo el desgobierno con las vacunas, sirva para comprender más a conciencia que la única esperanza real de bienestar para la clase obrera y de las masas trabajadoras en general es la sociedad socialista dirigida por un nuevo Estado de Dictadura del Proletariado, donde la salud no sea el negocio de los monopolios, sino un derecho universal, y para avanzar a ese nuevo mundo basado en la cooperación, es necesario acabar con el parasitismo imperialista que succiona toda la energía vital de la sociedad.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
12 de febrero de 2021