Contra la represión, los despidos y los salarios de hambre: ¡FORTALECER Y GENERALIZAR LA LUCHA!

La crisis económica tiene funestas consecuencias para la clase obrera y el pueblo colombiano: despidos masivos, cierres de empresas, suspensión temporal de los contratos de trabajo, persecución a las organizaciones sindicales, nuevas medidas antiobreras promovidas por el Gobierno como el proyecto que legaliza el despido de los obreros lisiados (contra la estabilidad laboral reforzada), nuevo Censo Sindical que busca ilegalizar la mayoría de sindicatos («acabar con el libertinaje sindical» dice el traidor Luis Eduardo Garzón), nuevas reformas pensional y tributaria, nueva farsa de negociación del salario mínimo para seguirlo rebajando, cierre de hospitales y privatización de la salud y la educación, aumento de las tarifas de los servicios públicos… con las cuales los explotadores descargan el peso de la crisis sobre los hombros del pueblo, generalizando el hambre y la miseria, agravando la crisis social.

Son más de 40 mil los obreros despedidos en los ultimes meses en la industria del petróleo, en Michelin, Bayer, Adams… suman otros miles los arrojados a la calle con el pretexto de las dificultades económicas, pero en verdad para destruir las organizaciones sindicales como en Productos Ramo, Nutresa, Colsubsidio… a ellos se agregan los más de 8 mil despidos anunciados por el propio Ministerio del Trabajo en Hyundai, Archies y Pacific… que son apenas el botón de muestra de los que ya han sido despedidos, más los otros tantos que serán lanzados a la calle y se sumarán a los millones de desempleados y desplazados por la guerra contra el pueblo.

Además, el Gobierno prosigue con el cierre de hospitales para entregarlos como negocio a los capitalistas, continúa con su política de privatizar y desmejorar la educación, engaña a los desplazados con la mentira de la restitución, asesina reclamantes de tierras, encarcela dirigentes obreros y populares, persigue las organizaciones de las masas, criminaliza la protesta popular, reprime violentamente a quienes se deciden a luchar, aumenta el presupuesto de guerra y las fuerzas represivas…

Así, mientras el Gobierno, los capitalistas, los jefes de todos los partidos reformistas y los dirigentes vendeobreros hablan de paz y postconflicto, de reconciliación y justicia social, se intensifica la guerra contra quienes sostienen la sociedad con su trabajo. Ante esta infamia de los explotadores y sus cómplices, los obreros y el pueblo en general responden con la movilización y la lucha, con manifestaciones, bloqueos y asonadas, con el paro y la huelga, con huelgas de hambre y toma de fábricas e instituciones…

Pero esta respuesta valerosa, sostenida y heroica de los explotados y oprimidos no es todavía lo suficientemente contundente, porque los jefes de los partidos reformistas y las camarillas dirigentes de las centrales sindicales, se encuentran atravesados en las organizaciones del pueblo y se oponen a la unidad de los trabajadores, mantienen sus luchas aisladas y dispersas, pues su función es proteger la ganancia de los capitalistas y no los intereses de los obreros y campesinos. Por ejemplo, en lugar de organizar la lucha de los obreros para frenar los abusos de los explotadores en los ingenios, los llaman a unirse a sus enemigos y los movilizan en defensa de la «industria y la producción nacional» de los ricachones con la mentira de defender los puestos de trabajo.

Los alegatos que esgrimen los capitalistas -como la competencia extrajera- para justificar los despidos, la rebaja de los salarios y el empeoramiento de las condiciones de trabajo, no pueden ser tomados en cuenta. Los obreros no son los responsables de la feroz competencia entre los explotadores de los distintos países, ni deben proteger los negocios de los capitalistas del país, sino sus propios intereses. No pueden sacrificarse para que sus enemigos mantengan o abulten sus ganancias.

Los trabajadores no son los responsables de la situación actual. El capitalismo está en crisis porque el carácter social de la producción, el trabajo cooperado de millones de trabajadores, se opone violentamente a la apropiación privada de la burguesía y los terratenientes; pero además, porque la anarquía general de la producción, la competencia entre los distintos capitalistas, se opone también violentamente a la producción planificada en cada fábrica, plantación y explotación minera. Por eso la crisis económica demuestra que el capitalismo es un sistema irracional, por cuanto su producción no obedece a un plan para satisfacer las necesidades de la mayoría trabajadora, sino para agrandar la ganancia de unos cuantos parásitos explotadores.

El capitalismo es un sistema moribundo que debe ser enterrado y reemplazado por el socialismo, para que la inmensa mayoría se beneficie de la riqueza creada por el trabajo social; mejor dicho, se necesita abolir la propiedad privada de los capitalistas y planificar la producción para satisfacer las necesidades del pueblo.

Por ello, la crisis económica, a pesar de los terribles padecimientos que ocasiona al pueblo trabajador, pone de relieve la necesidad del socialismo y empuja a los obreros a cumplir con esa, su misión histórica. La indignación y lucha creciente de los trabajadores del campo y la ciudad es una manifestación espontánea de la rebelión de la fuerzas productivas contra el orden social existente y los obreros deben ser conscientes de esto, pues nunca como antes es posible, no solo resistir y poner freno a la avaricia sin límite de los holgazanes explotadores, sino poner fin a la misma explotación asalariada.

Pero el desenlace de la lucha depende de si los obreros revolucionarios son capaces de organizarse como partido político independiente y de derrotar la influencia que ejercen los partidos reformistas (liberales, socialdemócratas, «progresistas», falsos comunistas y falsos revolucionarios) sobre las grandes masas obreras y campesinas.

En tal sentido, el proletariado revolucionario, los verdaderos representantes de los obreros y campesinos, los activistas comprometidos en la defensa de las reivindicaciones populares, encabezan la lucha para enfrentar las consecuencias de la crisis con la fuerza de todos los obreros mancomunados con sus hermanos desempleados y en alianza con los campesinos, y todos los pobres de la ciudad y del campo. Llaman a todo el pueblo trabajador a persistir en el camino de la lucha directa e independiente de los politiqueros y el Estado, uniendo y generalizando los combates, en un plan de batalla inmediato:

Los obreros de cada fábrica deben unirse en un solo sindicato para luchar contra los despidos, contra la suspensión de los contratos de trabajo, por impedir el cierre de empresas, conquistar la contratación directa y mejorar las condiciones de salario y trabajo. La división en varios sindicatos debilita la lucha y sirve a los intereses de los explotadores. Pero tal unidad debe ser para la lucha y no para la conciliación con los enemigos, para defender los intereses de los trabajadores y no los de los explotadores.

Los trabajadores que están creando comités y organizaciones para coordinar la lucha ante la traición y pasividad de los jefes vendeobreros de las centrales, necesitan marchar a la creación de federaciones sindicales regionales independientes, como parte de una nueva central sindical que sí represente los intereses de la clase obrera y sirva a la causa de su emancipación definitiva. Tales organizaciones solo pueden forjarse unidas alrededor de una Plataforma que exprese los principios e intereses de la clase obrera, con participación de las bases, y en medio de la movilización y la lucha en defensa de las reivindicaciones obreras.

Los sindicatos y federaciones deben luchar por impedir los despidos. Si se presentan, exigir que los obreros despedidos sean sostenidos por la empresa. Esta exigencia obliga a organizar no solamente a los obreros que trabajan en la empresa sino también a los despedidos, explicándoles al mismo tiempo que el problema de los despidos y el desempleo no puede ser resuelto definitivamente en el capitalismo.

Además, necesitan estar atentos pues el cierre de empresas y la suspensión de los contratos de trabajo son otros medios empleados por los capitalistas para destruir las organizaciones obreras y despedir a los dirigentes y activistas que sí representan a sus hermanos. Por eso deben luchar contra la suspensión de los contratos exigiendo el pago completo del salario a los obreros licenciados y oponerse al cierre de las empresas. En caso de cierre, deben realizar con independencia la investigación sobre las causas, hacer el inventario y el control sobre las mercancías en existencia, las maquinarias, las materias primas, las demandas, y los recursos depositados en los bancos, e impedir, incluso con la toma de la empresa, que sean desmanteladas las instalaciones y robadas sus acreencias laborales.

Para responder a las medidas de los monopolios imperialistas, los sindicatos y federaciones deben tomar la iniciativa y proponerse como tarea práctica inmediata la organización de acciones internacionales por empresas e industrias. Por ejemplo, la respuesta a la ofensiva de Coca-cola, Hyundai, Sab Miller, etc., no se frenará con demandas ante la imperialista OIT1 sino con la lucha mancomunada de los obreros de todos los países. De esta forma también se fortalecen los lazos y la unidad internacional de los trabajadores para la lucha contra sus enemigos comunes.

Las organizaciones sindicales deben prestarle apoyo a los desempleados que necesitan organizarse, haciéndolos también partícipes de las federaciones sindicales, para luchar unidos por las reivindicaciones comunes y por un subsidio al desempleo, equivalente por lo menos al salario mínimo, para impedir que estos hermanos sean llevados al límite de la degradación física y espiritual.

Los trabajadores sindicalizados están obligados a contribuir en la organización de los desplazados y estos a arreciar la lucha por la restitución de las tierras usurpadas, por la reparación integral y el cumplimiento de las obligaciones estatales inmediatas como el subsidio -«ayuda humanitaria»-, el derecho a la salud, la educación y la vivienda digna, uniéndose a la lucha general de los trabajadores, pues el Gobierno no resolverá su situación y en cambio sí, son utilizados por los capitalistas como presión sobre el salario y para desmejorar las condiciones de trabajo.

Los hermanos campesinos e indígenas están llamados a proseguir en el empeño por impedir el despojo de sus tierras y conquistar con el paro y la movilización la condonación de las deudas, asistencia técnica y mercadeo a sus productos; pero sabiendo que mientras exista el capitalismo, la ruina de la pequeña y media producción agraria serán inevitables.

Los trabajadores y usuarios de la salud, los maestros, estudiantes y padres de familia, todo el pueblo, debe persistir en la lucha por la salud y educación públicas y universales, contra el aumento de las tarifas de servicios públicos, contra la carestía de los productos de primera necesidad y por alza general de salarios, para frenar la voracidad de los explotadores y garantizar sus condiciones mínimas de existencia.

Trabajar con tenacidad e ímpetu por unir y generalizar los combates que libran los distintos sectores del pueblo por separado, en cada vez más amplias y extensas movilizaciones y combates; organizar los Comités de Lucha o Comités de Paro o de Huelga capaces de coordinar las acciones comunes, locales, regionales y nacionales, para generalizar la lucha en Huelgas Políticas de Masas que obliguen al Estado, como representante de todos los explotadores -burgueses, terratenientes e imperialistas- a otorgar las reivindicaciones inmediatas al pueblo trabajador. Tales son las tareas inmediatas de los verdaderos representantes de las masas populares

De esta forma, a la par que los trabajadores del campo y la ciudad arrancan sus reivindicaciones inmediatas a las clases dominantes y las obligan a aplicar la legislación social, los obreros revolucionarios hacen ver claramente a las masas que sólo derrotando el capitalismo e instaurando el nuevo Estado de obreros y campesinos, será posible sacar la sociedad del atolladero a que la han llevado los explotadores. Esto permitirá también avanzar en la unidad y organización de los mejores hijos del pueblo en el Partido que se necesita para el triunfo de la Revolución Socialista.

Así, uniendo en un solo y poderoso movimiento las fuerzas invencibles de las masas trabajadoras a la conciencia socialista de los obreros de vanguardia, se acercará el día de las batallas decisivas y la victoria sobre los enemigos del pueblo colombiano, despejando el camino para construir la verdadera paz.

Por las Reivindicaciones Inmediatas del Pueblo Trabajador y la Revolución Socialista: ¡Fortalecer la Lucha, Generalizar las Huelgas Políticas de Masas!

Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)

Noviembre de 2015


  1. La OIT fue creada en 1919 por acuerdo de los imperialistas para comprar y corromper a un sector de los dirigentes sindicales, comprometiéndolos en la defensa de la explotación. Es un organismo tripartido compuesto por representantes de los capitalistas, los gobiernos (también capitalistas) y los jefes vendeobreros -al estilo de Angelino Garzón y Julio Roberto Gómez- para engañar a los obreros de todos los países y frenar su lucha a cambio de «convenios» y «recomendaciones» que no son obligatorios para ningún gobierno ni patrón. 

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