Hace poco más de un mes se celebró la segunda versión de la Asamblea Nacional Popular (ANP). Con hostigamiento y persecución estatal “la gente de bien” pretendió impedir su realización, pero la denuncia y la presión de los luchadores les permitieron finalmente llegar a Cali para su desarrollo.
Si bien, la primera versión de la ANP del 5, 6 y 7 de junio en Bogotá, reconoció de manera importante la necesidad de continuar el paro multiplicando los puntos de resistencia y fortaleciéndolos con la movilización popular, también es cierto que se quedó corta en el llamado generalizado que hizo el pueblo: “tumbar el régimen de Duque”. Consigna ya resaltada en elPrograma Inmediato propuesto por la Unión Obrera Comunista (mlm) a finales de mayo, en el cual se plantea la necesidad de un gobierno transitorio, que implica fortalecer desde ahora los embriones de poder popular que representan las Asambleas.
También en la ANP de junio, se evidenció la pugna entre los dos caminos, concretada en dos salidas a la crisis política: por vía constitucional, es decir por arriba, o por la vía revolucionaria, es decir por abajo, con la lucha directa y organizada del pueblo colombiano. En la segunda versión de la ANP (del 17 al 20 de julio), esa pugna se agudizó.
La artillería de los politiqueros se enfiló en esa segunda versión de la ANP, a imponer un erróneo método de trabajo, que impide la participación democrática y desde abajo, escamotea las conclusiones de la Asamblea (inexistentes hasta el momento), dilata el plan de trabajo (todavía en veremos) y da al traste con el llamado general al pueblo colombiano, que de una u otra manera hace presencia en las calles, con la juventud al frente. En tanto, las actuales versiones mayoritariamente virtuales de la ANP, repiten una y otra vez los mismos análisis, esquivan las discusiones de plan de trabajo y atraviesan convocatorias e invitaciones del odiado CNP, más conocido como Comité Nacional de No Paro, acogiéndolas ahí sí con el método de la votación, inconveniente cuando las decisiones a tomar van en contra de sus intereses, porque ahí sí se impone el método burocrático del consenso.
Contra la posición de escuchar al CNP y acoger el camino electoral, se opuso la de generalizar las Asambleas Obreras, Populares, Campesinas, Indígenas, Estudiantiles, Juveniles. En algunas mesas de trabajo se defendió el método de la democracia directa para decidir las exigencias comunes del pueblo colombiano y las tareas que permitan darle continuidad y generalizar el Paro Indefinido; considerar las Asambleas de abajo hacia arriba como órganos decisorios y con comités elegidos y con iniciativa para llevar a cabo las decisiones asamblearias.
A la tendencia a conducir la ANP hacia la farsa electoral, se contrapuso la necesidad de ligar los procesos asamblearios con las nuevas formas de lucha que las masas y especialmente la juventud han impulsado en las calles durante el paro, coadyuvando a su generalización. Nuevas ideas, nuevas formas de protesta y rebeldía, actos de solidaridad, nuevos combates de la juventud, huelgas de hambre, paros en fábricas, movilizaciones y confrontación a los perros asesinos del Esmad… son apenas una muestra de lo que el pueblo colombiano puede hacer, siendo capaz incluso de calmar el hambre de sus hermanos con las ollas comunitarias, y de dar techo a los luchadores, con sus campamentos organizados y funcionando hasta hace algún tiempo.
A la pretensión de querer “imponer un poder popular alterno”, como lo predica el llamado Congreso de los Pueblos, sin cambiar en nada la base económica y sin destruir el poder del Estado burgués, se opone tenazmente la lucha callejera y el odio al gobierno narcoparamilitar de Duque, lucha que para resolver realmente los problemas vitales del pueblo y construir su nuevo poder, no puede tener otra dirección inmediata que el derrocamiento del régimen mafioso y paramilitar con la fuerza de la lucha revolucionaria de los obreros, campesinos y demás sectores democráticos, y siempre con la aspiración de una sociedad distinta.
La ANP, no puede ser un trampolín para las elecciones de 2022, máxime cuando el movimiento de masas demostró su capacidad de organización y de lucha; los recursos de los trabajadores afiliados a sindicatos, no pueden seguir financiando campañas electoreras, ni apoyar pactos o coaliciones politiqueras, mientras el pueblo sigue cargando con la crisis económica, que seguramente se agravará mucho más. Las Asambleas no pueden convertirse en reuniones de discutidores que no resuelven nada, dilatando y desgastando a los luchadores que aunque en medio de este paro estén en un momento de relativa calma, sobradamente saben que es con la organización y lucha directa que se ganan los derechos, se tumban gobiernos y se construyen nuevas formas de poder.
He ahí la diferencia entre los dos caminos: el reformista que apela a la politiquería, con la idea de salvarle el pellejo a Duque para que termine su mandato (léase salvarle el pellejo a la burguesía), para resolver todo con las elecciones de 2022; y el revolucionario, que apela a la fuerza organizada de las masas, que confía en la capacidad del pueblo colombiano para retomar su lucha generalizada y no solo tumbar en pocos meses el gobierno de Duque, sino derrocar todo el régimen de la mafia uribista. Camino que requiere sintetizar la experiencia desde el 28A, reorganizar las fuerzas combatientes, avanzar en armar sus cabezas y sus brazos, buscar la unidad de los revolucionarios que están dispuestos a luchar por un gobierno transitorio, para transformar los embriones de poder, que ahora son las Asambleas, en potentes órganos que decidan todos los asuntos de la sociedad.
Quienes estén por el camino revolucionario deben trabajar mancomunadamente en las Asambleas Populares, en la ANP y en todos los sectores de luchadores, pugnando por que se adopten los métodos realmente democráticos, un programa revolucionario y sus consecuentes plan de trabajo y consignas revolucionarias, para impedir que quienes no representan los intereses del pueblo, se sigan montando en la dirección de su lucha directa, y la conviertan en prenda de cambalache por sus traidores pactos con los enemigos a muerte del pueblo colombiano.
¡NI EL ESTADO NI LOS POLITIQUEROS, SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO!
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Agosto 26 de 2021