ESTADO ESPAÑOL: Miles de trabajadoras del hogar en la calle y sin prestaciones

ESTADO ESPAÑOL: Miles de trabajadoras del hogar en la calle y sin prestaciones 1

Despedidas, sin derecho a prestación y fuera del decreto: las trabajadoras del hogar y cuidados

Tomado de Dazibao Rojo, 20 de marzo 2020.

Marisol Ruberte / La Haine

Muchas de esas mujeres se han quedado en la calle sin techo, sin comida, y sin dinero por hacer en condiciones miserables el trabajo por el que ahora pagan, aplauden y ensalzan esas sociedades de la opulencia, la doble mirada y la trastienda de buenas palabras.

Quiero escribir unas líneas y poner algunas palabras sobre aquellas mujeres de las que nadie escribe ni habla. De todas esas mujeres que sin virus, ni alarmas, ni cuarentenas ya estaban encerradas. Hablaré de las que ya estaban en silencio, sin palabras, sin miradas, sin aire y sin alas; y no son las presas, ni las enfermas, ni las muertas, hablaré sobre las INTERNAS. Hablaré de las que más saben de estos temas, de las que llevan años cuidando a los que enferman, protegiendo a los que la edad -por ley de vida- se lleva, hablaré de todas esas mujeres que conozco, a las que pongo cara y piernas, corazón y poemas. Cómo es la vida y sus vueltas, cuando los perros son los que reinan y todo el mundo se encierra, es el momento en el que todas esas mujeres vuelan.

-!!VENGA A VOLAR!! – pero sin alas y sin un lugar en el que aterrizar. No nos engañemos, salir y entrar, despegar y aterrizar, gritar o callar, ser y estar, también es una cuestión de clases, de colores, de papeles y sobre todo de intenciones.

Qué paradojas nos traerá este confinamiento. Durante años hemos invisibilizado a miles de mujeres que gritaban con delantales por sus balcones:

-“Quiero vivir, quiero salir, quiero sentir y quiero decidir” -y ahora salgan cada cinco minutos a sus balcones a aplaudir.

A ellas habría que dedicarles aplausos, gritos, vítores, besos, agradecimientos, cartas… A ellas habría que decirles GRACIAS, gracias por estar confinadas durante años cuidando a los que ahora queremos salvar, gracias porque sin vosotras esas vidas que ahora todo el mundo se afana en proteger no existirían.

¿Despedimos a las médicos, enfermeras, auxiliares, cajeras de supermercado…?, ni se nos ocurriría, porque ellas son las que están en primera línea de batalla, porque esas mujeres y hombres se juegan su propia salud y la de los suyos por el bien común.

¿Pero qué estamos haciendo con esas mujeres que han estado dando la cara por esos cuidados durante años y que ahora están siendo despedidas en masa, sin derecho a ERTES, prestaciones por desempleo, reducciones de salario, vacaciones, sin ni siquiera en muchos casos tener un lugar al que poder ir a vivir?

Muchas de esas mujeres se han quedado en la calle sin techo, sin comida, y sin dinero por hacer en condiciones miserables el trabajo por el que ahora pagan, aplauden y ensalzan esas sociedades de la opulencia, la doble mirada y la trastienda de buenas palabras.

Revisemos los códigos de ética y solidaridad bien intencionada, porque amigas… ALGO FALLA, cuando las expertas en cuidarnos, las expertas en videollamadas para amar al que la ausencia puso en falta, son las más maltratadas y las menos valoradas.

Luchemos contra el virus que más mata, el de “sálvese quien pueda” porque no hay peor mal que el que no siente en el alma el sufrimiento del que llama. No les demos migas, ni palmaditas en la espalda, demos DERECHOS QUE ES LO QUE LES HACE FALTA.

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